miércoles, 1 de marzo de 2017

1 marzo: CENIZA

MIÉRCOLES DE CENIZA
Liturgia
          Estrenamos mes y con él –este año- la CUARESMA (o los prolegómenos de la Cuaresma que son los “días de ceniza”, previos al primer domingo de la Cuaresma propiamente dicha). La finalidad de estos días es interiorizar la vida cristiana. Que nuestra vida sea mejor que la exterior que vivieron los escribas y fariseos, mucho más parados en sus prácticas externas con las que parecían hacia fuera como hombres santos, pero que en realidad se perdían en lo exterior. De ello les advierte Jesucristo a sus seguidores, como veremos en el evangelio de hoy.
          Pero la 2ª lectura (2Cor 5,20-6,2) vendría a ser la que clarificaría más de fondo ese aspecto, con la expresión tan importante de dejarse reconciliar con Dios. Ha sido la traducción que más se ha usado aunque ahora se le exprese como acto personal de la criatura: Reconciliaos con Dios. La primera expresión tiene un sentido más exacto porque el hombre caído ya no puede hacer nada por sí mismo para obtener la reconciliación. Es como el accidentado del camino que sólo puede esperar su salvación de que venga otro y le salve. Por eso el gran secreto de la reconciliación es que se deje la persona tocar y tomar por el Señor. En realidad es Dios quien envolvió en el pecado a su propio Hijo para que por él llegáramos a ser purificados.
          Y advierte que ahora es el tiempo de la gracia, el día de la salvación. AHORA: para no dejar pasar la oportunidad que nos ofrece este tiempo.
          En el Evangelio (Mt 6,1-6. 16-18) Jesús ha advertido de esa necesidad de que nuestra bondad y nuestra expresión en obras sea superior a la de los fariseos, porque tenemos que ir al fondo. Si es la oración, no basta orar y menos orar para aparentar. La oración que vale es la que se hace en el fondo del alma y tiene repercusiones en la vida personal. La que se hace no para ser vistos sino para cambiar actitudes de acuerdo con lo que se ora.
          Si se da limosna, igual. No es aparecer como limosneros que van llamando la atención para que se les vea su generosidad. La limosna que vale es la que se hace sin aspavientos, la que la mano izquierda no se entera de lo que hace la derecha.
          Y el ayuno no se vive con rostros demacrados y macilentos para que se vea la privación a la que uno se ha sometido, sino que lava la cara y sale hacia afuera como si nada. El ayuno se queda dentro para que sólo lo sepa Dios.
          Pero hay algo más todavía: ¿qué ayuno es el que Dios quiere? Puede no ser precisamente el de la privación o abstinencia de alimentos. Y ahí llega la 1ª lectura, del profeta Joel (2, 12-18) en que la palabra que preside es la de “CONVERTÍOS A MÍ DE TODO CORAZÓN”. Lo que realmente importa es el corazón. Valen los medios exteriores como vehículos que expresen la situación interior. El llanto, el luto, el ayuno no son más que la expresión de un corazón rasgado…, convertido a Dios. Y todas las otras formas que va concretando el profeta, tienen el valor de lo que expresen del interior de la persona. Por sí mismas no significarían apenas nada.
          Es lo que hay que sacar hoy de ritual de la IMPOSICION DE LA CENIZA. El hecho en sí no es más que un símbolo. Lo que se llama “un sacramental”, que es una manifestación externa de algo que tiene que ser mucho más interior. La corrección de defectos, la superación de fallos, la práctica del Sacramento de la Penitencia…, es lo que realmente vale. La ceniza no hace sino exteriorizar el deseo. Pero la ceniza de por sí no sería nada. Lo que hay que plantear a partir de la ceniza es que medios se van a poner para mejorar situaciones, corregir aspectos concretos, evitar ocasiones que son peligrosas… Porque sería inútil ir a buscar la ceniza casi como un amuleto, pero luego no se hiciera nada para que ese signo tuviera una eficacia.

          A esto va dirigido este MIÉRCOLES DE CENIZA, para que tenga valor la expresión “conviértete y cree el evangelio”, que va a ser una de las fórmulas en positivo con que se va a imponer la ceniza. Es un movimiento hacia adelante, que es lo verdaderamente importante en el proceso de la vida del cristiano.

1 comentario:

  1. El mismo Jesucristo nos advierte ; no hay que caer en la tentación de reducir la Cuaresma a unas prácticas piadosas, a unos ayunos y unas abstinencias que nos autojustifican; pero que no son suficientes para reconciliarnos con Dios. En la Cuaresma Dios nos pide que nos unamos a su Pasión. Yesto implica cambios radicales. Cambios radicales en nuestras relaciones sociales, que nos exigen mucho más que dar un poco de limosna. no podemos vivir en paz mientras no hagamos algo a favor de los refugiados que lo han perdido todo y están privados de alimentos y medicinas. Cambios en nuestra vida espiritual; no podemosvivir en paz si vamos por libre, si tenemos a Dios quietecito en un rincón de nuestra alma y no le pedimos que guie nuestros pasos. Cambios auténticos, no una pura apariencia...Tenemos que pensar que la Pascua que esperamos no será fruto de nuestro esfuerzo sino un DON de Dios que no merecemos.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!