domingo, 12 de marzo de 2017

12 marzo: Sal de tu tierra

Liturgia del 2º domingo A de Cuaresma
          Hay unos pasos consecutivos desde la primera lectura al Evangelio, pasos que nos resumen y orientan la pedagogía de este domingo de Cuaresma.
          El primer paso es el de una salida: partir de un punto para dirigirse a otro. Sería una síntesis del itinerario cuaresmal: partimos desde un punto, en el que estamos, pero tenemos que caminar para llegar a una meta. En Gn 17, 1-4 tenemos la llamada a Abrahán, al que Dios llama a salir de su casa, de su familia y de su tierra. No le dice exactamente adónde tiene que ir, sino que ya le irá mostrando el camino. Una buena representación de lo que se nos pide a nosotros: actitud de marcha, aunque muchas veces sin saber todavía el destino concreto. Pero nos pone en acción: algo hay que hacer. Y Dios ya irá mostrando. Y bendecirá a quien se pone en ese camino. Los días que llevamos de Cuaresma nos han dado ya muchas pistas para poder enfrentar algunos aspectos de mejora.

          Todavía la 2ª lectura nos avanza más. 2Tim 1, 8-10 es una exhortación de Pablo a su discípulo a tomar parte en los duros trabajos del evangelio…, realidad que se concreta en acoger la cruz. Eso hay que hacerlo según las fuerzas que Dios le dé. No se le va a pedir lo imposible. Pero sí se le va a pedir lo que puede dar. Dios nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos ni nuestras fuerzas sino porque desde siempre dispuso darnos su gracia por medio de Jesucristo.
          Quiere decir que tomar la cruz y seguir a Cristo es el itinerario al que somos llamados y el que hemos de afrontar cada uno en nuestro paso cuaresmal. Según nuestras fuerzas y posibilidades, pero contando siempre con la gracia de Dios. Y según eso nunca podemos pensar que tenemos hecho todo, sino que estamos en ese camino, como Abrahán, para desembocar allí donde somos llamados.

          Finalmente el evangelio nos sitúa ante el panorama definitivo y completo de nuestro camino: Mt 17,1-9, nos sitúa ante la transfiguración de Jesús: un fogonazo de luz en medio de dos anuncios de Pasión que escandalizaron a los discípulos, porque la cruz escandaliza y nadie la quiere. Pero la cruz está iluminada por la luz del Cristo transfigurado, y  -en definitiva- del Cristo Resucitado (que es lo que se anuncia aquí). El camino de la cruz es siempre desagradable y quisiera uno evitarlo. Sería más fácil una cuaresma de rosas que una cuaresma de “negarse el hombre a sí mismo”. Pero la cuaresma no tiene su final en la cruz, sino que se está anunciando el triunfo de esa cruz en medio de los resplandores del Tabor.
          A Simón Pedro le pareció muy lindo quedarse allí arriba y por él se hubieran hecho tres tiendas con tal de no descender de las iluminaciones y fulgores. Pero la realidad es más completa que eso y la voz de Dios llama a escuchar al Hijo amado, y hay que escucharlo en su realidad completa, en la que se entremezcla la alegría y el dolor, el sufrimiento y el triunfo, con una muerte en medio aunque con una resurrección definitiva. Es el MISTERIO PASCUAL que hay que saber tomar en su totalidad para que nos diga todo lo que tiene que decir y para que oriente nuestro momento actual –con sus sacrificios- y lo proyecte a la esperanza firme del triunfo final.

          Todo este periplo complejo de muerte y gloria se nos quedaría en el conocimiento de una verdad, en la experiencia de una vida humana que, religiosa o no, siempre se va a encontrar con esos dos extremos de luz y cruz. Pero la liturgia tiene el poder de actualizar y hacer real ese misterio cuando lo vivimos (y no sólo lo conocemos) en la EUCARISTÍA. Es ese momento de vivencia honda en que nos sentimos metidos de lleno en el misterio, que forma parte de nosotros mismos, porque con nuestra vida –unidos a Cristo- anunciamos su muerte y proclamamos su resurrección. Y de esa manera está viniendo a nosotros, día a día, EL SEÑOR JESÚS.


          Te presentamos, Padre, nuestras peticiones.

-         Enséñanos de dónde hemos de salir, qué hemos de dejar, para llegar adonde tú nos llamas. Roguemos al Señor.

-         Conduce nuestros pasos hacia ese punto en que tú nos esperas. Roguemos al Señor.

-         Danos luz en esta Cuaresma para que tenga algunos efectos concretos en nosotros. Roguemos al Señor.

-         Potencia nuestras Eucaristías para darles fuerza en sus frutos en nosotros. Roguemos al Señor.


Que la luz que desprende Cristo transfigurado ilumine los momentos duros de nuestra vida y nos ayude a sobrepasarlos con esperanza.

          Por Jesucristo N. S.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad4:08 p. m.

    La existencia del hombre es un caminar hacia el cielo.Este caminar es en ocasiones dificultoso.Tendremos que luchar contra corriente tanto de dentro de nosotros mismos y de fuera.Al final si perseveramos en nuestro trato con Jesús, llegaremos a decir como Pedro: " Señor,¡ que bien estamos aquí!.Nunca debemos olvidar que aquel Jesús con el que estuvieron en el monte Tabor los tres privilegiados, es el mismo que está junto a nosotros cada día. Cuando sentimos su presencia y le hablamos como al mejor amigo, le exponemos nuestros sentimientos con libertad y confianza, Él siempre se anticipa a darse a conocer, concediendonos las gracias y los remedios que necesitamos.Sus oídos están siempre atentos a nuestra oracion humilde y confiada.

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  2. Sí, Ana, aquel Jesús que se transfiguró en el Tabor, es el mismo Jesús que está con nosotros cada día, ¡Qué bien se está con Jesús! Así como había bajado solo al Jordán para ser bautizado, ahora sube con Santiago, Pedro y Juan a la cima de una montaña muy alta para que escuchen la misma voz del Padre ,lo mismo que en el Jordán cuando fue bautizado:"Este es mi Hijo, el amado, en Quién me complazco. Escuchadlo." Moisés y Elias también están con ellos, personificando la Ley y los Profetas, los dos pilares de la religión judía. Ellos hablan animadamente con Jesús. Era una reunión magnífica y a Pedro le encantó, tanto le gustó que quería quedarse...Pero cuando la nube los cubrió, cuando entraron en el ámbito del misterio divino y oyen la Voz del Padre y y la visión se termina, ven a Jesús solo. Ahora deben mantener el secreto hasta que Jesús haya resucitado de entre los muertos. Entonces ya podrán comprender lo que han contemplado: la anticipación de la gloriosa resurrección del Mesías salvador, manifestada en Jesús y que el camino para llegar a ella pasa por la cruz.
    Ana, me alegro mucho de que te hayas reincorporado al Blog.
    Me hubiera gustado hacer los Ejercicios Espirituales con vosotros; pero mi apnea es muy intensa. Un beso de ternura. MªJosé.

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