sábado, 4 de marzo de 2017

4 marzo: Disposiciones cuaresmales

Sábado de Ceniza
Liturgia
          Lo que la cuaresma va a pedirnos es la mejor disposición y más sincera de nuestra vida práctica cristiana, que se desarrolla en la 1ª lectura (Is 56, 9-14) abarcando la vida de una persona: lo personal, lo relacional con sus semejantes y lo que pone en relación con Dios.
Relativo a la persona: Cuando destierres de ti la opresión y el gesto amenazador, actitudes que brotan del interior y que constituyen muchas veces al individuo agresivo, que se sitúa en el eje de la vida: “Aquí estoy yo”.
En la actitud social respecto del prójimo: Cuando partas tu pan con el hambriento u sacies el estómago del indigente. Que es una mirada al otro. No siempre estará vacío de estómago, pero puede estar vacío de afecto, de ayuda, de gestos, de detalles, de comprensión, de aceptación.
Y respecto de Dios: Si detienes tus pies el sábado, si llamas al sábado tu delicia y lo consagras a la gloria del Señor, y lo honras absteniéndote e buscar tu interés… El sábado CONSAGRADO A DIOS como expresión de adoración y servicio. No es “divinizar el sábado” sino tomarlo como un día a la semana en el que está por encima de lo propio personal lo que redunda en servicio y alabanza a Dios.
Pues bien: cuando todo sea así, hallarás a Dios propicio: El Señor te dará reposo permanente y tu oscuridad se volverá mediodía…, en el desierto saciarás tu hambre, serás huerto bien regado, te alimentaré sobre mis montañas.
Hay, pues, una promesa de Dios para la persona que se toma la vida como una construcción que está siempre por hacer y que no está nunca definitivamente  hecha. Hay que estarla construyendo.
          Y lo curioso –a la hora de la verdad- es que todo eso que Dios pide al hombre es algo que Dios mismo lo da. Porque la persona no podría ni evitar el gesto amenazador, ni llevar al “pan” a la boca del hambriento, ni vivir el sábado, si no fuera porque el mismo Dios es quien lo pone ya en el corazón de la persona. El ser humano no puede nada por sí mismo y sólo puede responder a Dios cuando tiene la gracia de Dios, que le está impulsando al bien. El hombre es un ser llagado que necesita de la medicina, y sólo Dios da esa medicina porque él es el médico por excelencia. Pero a nosotros nos toca colaborar con esa acción de Dios y es la parte a la que se va refiriendo condicionalmente la lectura: cuando hagas esto o aquello o vivas de tal manera… Por parte de Dios no va a quedar.
La Cuaresma, pues, viene como llamada al alma para hacernos caer en la cuenta de que tenemos que trabajarnos. No nos va a faltar la gracia de Dios, pero a nosotros nos toca dar una respuesta. En la vida de cada individuo hay un “árbol de la vida, de la ciencia del bien y del mal”, al que tenemos que responder para poder vivir nuestro paraíso. Por Dios no queda, y él está ahí ofreciéndonos todo lo demás. Pero un punto de prueba, una piedra de toque, es el “algo” que nos corresponde poner a nosotros, en fidelidad y respuesta a las gracias que recibimos de Dios.

En el Evangelio (Lc 5, 27-32) tendríamos el buen hacer de Leví, que ante la llamada de Jesús, se despega de todo lo propio: de su interés personal, de su mundo propio, para seguir a Jesús. Pero en ese seguimiento va con inmensa alegría, que hace partícipes a sus amigos y compañeros de fatigas –los publicanos, los pecadores- y ahora finalmente al propio Jesús y a los discípulos que acompañan a Jesús. Y como la manera más propia de festejar es el banquete, a él lleva a todos para congratularse con todos del paso que da. Es la dimensión social de aquella decisión de Leví.
No la entienden así los fariseos, mucho más pendientes de la “materialidad del sábado” y sin saber captar el sentido verdadero de la consagración a Dios, y se escandalizan porque Jesús participa de una comida con pecadores públicos, lo que en el pensamiento aquel equivalía a participar de su vida indecente.
Jesús reacciona poniendo por delante el verdadero sentido de su acción, que es la misericordia y el corazón abierto: El enfermo es quien necesita del médico; no he venido a llamar a los que se consideran justos y creen no necesitar de nadie,  sino a los pecadores, que son los que siempre necesitan: con ellos parto el pan, a ellos lleno sus estómagos necesitados (sus sentimientos tan necesitados de acogida, perdón y afecto).

Ha quedado, pues, trazado el cuadro de la disposición cuaresmal.

1 comentario:

  1. Jesús, comiendo con los publicanos se hacía compañero de pecado, según los fariseos. Él es nuestro ejemplo a seguir:Tenemos que acoger a los que no son de "los nuestros" Jesús nos conoce y nos ama...Para que su mensaje llegue a todos, no podemos excluir con tanta facilidad.

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