domingo, 19 de marzo de 2017

19 marzo: Dame de beber

Liturgia del 3º A de Cuaresma
        La celebración de San José queda para mañana lunes en el proceso litúrgico.
          Uno de los objetivos directos de la Cuaresma es la preparación de los catecúmenos que habían de recibir el bautismo en la Vigilia Pascual. De ahí que hoy la liturgia esté centrada en el tema del agua.         Ex 17,3-7 presenta al pueblo de Dios que camina por el desierto y que protesta contra Moisés porque no tienen agua, y nos vas a hacer morir de sed a nosotros y a nuestros ganados. Moisés se presenta ante Dios y le pone delante la queja de aquel pueblo. Dios le dice que vaya con Aarón y los ancianos y con el cayado que obró prodigios en Egipto. Que golpee la peña y de ella brotará el agua. Así sucede. Y el agua brotada de la roca sacia la sed de los israelitas y abreva a los ganados.
          Jn 4,5-42 es una de las narraciones más detalladas de los evangelios. El protagonismo recae igualmente sobre el agua, aunque ahora ya es un agua viva que salta hasta la vida eterna, y es agua que Jesús da.
          El desarrollo de este episodio tiene una riqueza peculiar. Jesús, cansado del camino y bajo el calor del mediodía se ha detenido junto a un pozo, en alguna sombra a la espera de que alguien venga a sacar agua y le pueda dar de beber.
          Y llega una mujer samaritana. Los samaritanos no tienen trato con los judíos, y menos aún un hombre a solas con una mujer. Pero “un vaso de agua no se le niega a nadie” y Jesús se toma la libertad de pedir agua: Mujer, dame de beber. La mujer reacciona más bien extrañada o recelosa y en vez de sacar el agua y dar su cántaro, entra en discusión: ¿Cómo? ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy samaritana?
          Y aquí cambia el tema del agua natural, porque Jesús empieza a hablar otro lenguaje que dejaba a la mujer perpleja: Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, tú le hubiera pedido a él y él te habría dado AGUA VIVA. En el estilo bíblico hay “frases paralelas” que son muy clarificadoras. Y aquí hay uno que “pide beber”, al que hay que conocer como “el don de Dios”, de tal manera que aunque pide agua para saciar la sed del mediodía, en realidad él lleva en sí un manantial de agua viva, tan viva que no se queda en la sed material sino que salta hasta la vida eterna.
          Ya puede uno figurarse que la mujer no entiende nada. Le han empezado a pedir agua y ahora le ofrecen otra agua. Y no le encaja nada. Porque aquel pozo es sagrado porque lo dio Jacob, y porque el interlocutor que tiene delante no tiene con qué sacar agua. ¿Acaso es que es más importante que Jacob?
          Jesús no le responde a sus preguntas directamente, sino que la lleva de enigma en enigma y le va dejando cada vez más absorta: Todo el que bebe del pozo vuelve a tener sed; el que beba del agua que yo le daré no tendrá que venir aquí a sacar agua porque no volverá a tener sed jamás.
          La samaritana corta por lo sano. Si esa agua le va a ahorrar tener que venir aquí a sacar agua del pozo, ¡Señor, dame de esa agua! Pedía sin saber lo que estaba pidiendo, pero había llegado muy lejos en la conversación con el judío y lo mejor era acabar allí.
          Por otra parte la mujer había puesto dificultades externas, aunque ella tenía sus propios problemas de vida personal. Esos se los guardaba para ella. Pero Jesús quiere extirparle el tumor y aparentemente le cambia la conversación: Anda, llama a tu marido. Se intenta escabullir la mujer: No tengo marido. Y ahí es donde Jesús entra ya en directo en la realidad de aquella mujer, y le declara algo que para ella era su secreto: Dices bien que no tienes marido, porque has tenido 5 y el que tienes ahora no es el tuyo. En realidad era el verdadero problema vital de ella, y al que Jesús acudía.
          Todavía ella desvía el tema: Veo que eres profeta… ¿Dónde hay que adorar a Dios? Y Jesús le hace caer en la cuenta de que no es el sitio sino el corazón de la persona en donde hay que plantear la adoración de Dios. Y ella sigue en su tema (pero sin entrar en el verdadero tema personal): Sé que tiene que venir el Mesías, y él nos lo enseñará todo.
          Y Jesús acaba presentándose a sí mismo: Soy yo, que estoy hablando contigo.
          Sería, al cabo de muchos dimes y diretes, la conclusión de este domingo, que debe acabar presentándonos al Mesías que habla con cada uno y le descubre a cada uno un camino. El BAUTISMO es la síntesis de la vida de un cristiano que ha encontrado a Jesucristo.



Venga el don de Dios y haga surgir en nosotros una fuente de gracias.

-         Derrama sobre la Iglesia y sobre el Papa el manantial de tu gracia. Roguemos al Señor

-          Te pedimos a ti, Señor: “Dame de beber”, de esa agua que da vida eterna. Roguemos al Señor.

-         Haznos reconocer nuestra realidad, como a la samaritana que no estaba viviendo correctamente. Roguemos al Señor

-         Danos a sentir el valor de cada Eucaristía en la que te das a comer y beber para nuestro alimento y renovación. Roguemos al Señor.

-         Por la mediación de San José concede virtud a los padres de familia, acierto a los formadores del Seminario, vocaciones sacerdotales a tu Iglesia, y ayuda a los trabajadores en el desempeño de su labor. Roguemos al Señor.


Te pedimos, Dios y Señor nuestro, que nos sintamos tocados interiormente por la fuerza del agua bautismal que todavía humedece nuestra cabeza y que consagra nuestra vida a la Trinidad.

            Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

1 comentario:

  1. Uno no empieza a ser cristiano porque lo haya decidido, uno empieza a ser cristiano cuando se encuentra con Jesús. Uno empieza a ser cristiano cuando se sumerge en la Pila Bautismal y participa de su Muerte y Resurrección y queda admitido en la Sagrada Familia de Dios, como hijo adoptivo. Encuentro transformante con Jesús de Nazaret que no reconoce barreras cuando se trata de acoger a los seres humanos, un encuentro que despierta nuestra sed de agua viva, una necesidad urgente de una plenitud de vida que por nosotros mismos no podríamos alcanzar.Ah, también un encuentro que nos deja en evidencia, que destapa nuestros aspectos desordenados, pero no para condenarnos, sino para sanarnos.El encuentro con Jesús también nos obliga a examinarnos y nos convierte en buscadores de la Verdad, heraldos de Jesús, ya no podemos dejarlo y tenemos que procurar que todos lo conozcan porque también ellos necesitan un buen sorbo de agua viva y una palabra de verdad.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!