viernes, 3 de marzo de 2017

3 marzo: El verdadero AYUNO

PRIMER VIERNES             (De Ceniza)
Liturgia
          Sigue centrándose el tema de Cuaresma para que no se quede en la rutina del “todo sigue igual”, sino que tenga una práctica concreta de mejora en la vida del cristiano. Se plantea hoy el tema desde Isaías (58, 1-9) en modo de diálogo entre la persona y Dios, pero no es un diálogo amoroso, porque el hombre comienza por quejarse a Dios porque “Dios no le hace caso”: ¿Para qué ayunar?, ¿para qué mortificarnos si no te fijas? Y Dios tiene que aclarar: Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés, apremiáis a vuestros súbditos; ayunáis entre riñas y disputas y dando puñetazos sobre la mesa. Hay un falso ayuno porque no ha tocado para nada el interior de la persona. Es una mera forma exterior que nada modifica la conducta. Y eso no sirve para nada ni eso llega a la presencia de Dios.
          ¿Es ese el ayuno que el Señor desea: mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza? ¿A eso le llamáis “día agradable al Señor”?
          Y Dios tiene que poner los puntos sobre las íes y advertir qué “ayuno” es el que tiene sentido y el que agrada a Dios: todo aquello que revierte sobre el bien del prójimo, que queda expresado en imágenes concretas: abrir las prisiones injustas, levantar los cerrojos de los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo.
          Lo que tendrá sus aplicaciones directas o sus traducciones prácticas. Porque ayuno agradable a Dios es eliminar las críticas, las quejas, la visión negativa de las cosas y las personas… Acogerlas y hacerles lugar para que sus ideas sean aceptadas y respetadas. Favorecer y ayudar en vez de cerrar el paso desde envidias y recelos. Todo un mundo de grandeza de alma que acoge y que no se cierra sobre las pequeñeces del YO. Entonces nacerá una luz como la aurora…, brotará la carne sana. Entonces clamarás a Dios y él te dirá: “Aquí estoy”. Porque yo, el Señor, soy misericordioso.
          El problema para nosotros es que hemos “allanado” la Cuaresma a niveles solamente litúrgicos, con algún pequeño adorno espiritual. Pero la Cuaresma no penetra las entretelas del alma como para hacer planteamientos serios de futuro. Y entonces el “ayuno” vuelve a ser ritual (si es que siquiera se conserva algo de esa disciplina). Pero la vida sigue siendo la misma que estábamos haciendo antes de la Cuaresma. En parte es aceptable, por cuanto que no haya algo que expresamente se tiene que modificar. Pero en otra parte revela un anquilosamiento en el que no se camina hacia adelante y no hay “efectos del ayuno”.

          Hacer coincidir con este tema el evangelio de Mt (9, 14-15) es una manera de hacer caer en la cuenta de que el ayuno cristiano tiene una relación directa con la cruz de Jesucristo. Cuando Jesús “sea arrebatado” habrá que “ayunar”. El Cristo crucificado es la llamada al cristiano. Ya ayer se condensaba la ELECCIÓN en un seguir a Cristo con la cruz, cada día. Y hoy se vuelve a la misma idea. De modo que parte de la vida cristiana tiene que llevar el signo del sacrificio. Y no es el sacrificio por un gusto de sacrificarse (que no tendría sentido) sino porque difícilmente se vive en rectitud de conciencia sin un espíritu de dominio de sí, de abnegación, y de aceptación del sacrificio que lleva consigo la vida diaria, la convivencia, la “flaqueza” propia y del prójimo… Y todo ello es lo que constituye un modo de vida.

          Hay que reconocer que no es éste un “lenguaje moderno”. Hoy se excluye de entrada todo lo que fastidia y cohíbe, lo que exige dar pasos atrás para no invadir terrenos ajenos… Hoy se ha montado la vida sobre la comodidad y el disfrute… De ahí la casi anulación del sentido cuaresmal y –al mismo tiempo- el grito de vigencia actual que tiene que tener la CUARESMA, porque se hace mucho más necesaria, con sus nuevas formas de “ayuno”, de urgencia de ser cada uno dueño de sí mismo y no el almacenador de gozos y agrados. Si la Cuaresma pudiera tener esa proyección concreta de saber ocupar cada uno su lugar, dominando sus tendencias desordenadas, ya habría llenado un sentido. Y habría dado lugar a abrir prisiones injustas y levantar cerrojos de los cepos, dejando a los otros ser ellos mismos y no pretender que sean como yo quiero.

1 comentario:

  1. Vamos de buenos por la vida y aún nos fijamos en los demás...¿Habrá ayunado como yo?¿He tenido en cuenta yo que el ayuno que le agrada al Señor es hacer todas las cosas de tal manera que consigamos hacer visible el amor de Jesús a través de nosotros.

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