domingo, 31 de julio de 2016

Los Ejercicios ignacianos

LOS EJERCICIOS DE SAN IGNACIO


            Hacemos Ejercicios todos los años. Y por “Ejercicios” se entiende todo modo de orar y examinar la conciencia. Por tanto vale cualquier modo de estimular el espíritu y enfrentarlo a la realidad, en orden a un cambio para el futuro.
            Luego se habla de EJERCICIOS IGNACIANOS, que son una manera concreta de enfocar el proceso de unos Ejercicios. Por lo pronto, para entender lo que son unos ejercicios ignacianos hay que partir de lo que S. Ignacio concibió como tales, que dura UN MES COMPLETO, que es el espacio mínimo que se requiere para que se pueda producir el cambio espiritual y psicológico en el ejercitante.
            Se distribuyen en “4 semanas” (de diversa duración), en las que se sigue un proceso de PURIFICACIÓN del alma, ADHESIÓN a Jesucristo, IDENTIFICACIÓN en el dolor y en el gozo. Y todo eso está flanqueado al comienzo por lo que se llama el PRINCIPIO Y FUNDAMENTO (que es un planteamiento general que arranca del plan de Dios al crear al hombre) y acaban con la CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR, que vendría a ser como ese mismo “Principio y Fundamento” pero cargado ya con toda la riqueza del mes que se ha vivido a razón de 5 horas completas de oración diaria (una de ellas a medianoche).

            El proceso –que se puede seguir en la vida diaria- es el siguiente:
            1.- Dios nos ha creado para él y para que seamos felices en medio de la realidad de la vida.
            - Pero la realidad de la vida está marcada por el pecado que rompió los planes de Dios. Y YO SOY PECADOR. Se trata, pues, de adentrarse en esa realidad personal, presentándose así ante Cristo Crucificado, ante quien me he de cuestionar qué debo yo ahora hacer por Cristo.
            Ante mi realidad de pecador no debo hundirme por mi pecado, porque siempre emerge por encima de todo la misericordia de Dios.
Lo que a mí me toca es conocer a fondo mi pecado para ABORRECERLO (no sólo arrepentirme), Y como el pecado tiene unos aledaños que lo alimentan –los DESÓRDENES (el no ir por derecho a Dios)-, pido conocerlos PARA ENMENDARME. A sabiendas de que EL MUNDO y su estilo me engañan fácilmente y yo quiero conocerlo PARA ABORRECERLO y  librarme de las cosas mundanas.

San Ignacio pondrá una contemplación del INFIERNO no para meter miedo sino para ahondar en el aborrecimiento del pecado, que es el que puede crear un infierno en mi vida. Y ya se sabe que el Infierno es perder a Dios. Cristo Crucificado está de brazos abiertos a las puertas del infierno para no dejarme pasar.


2.- El ejercitante se ha preguntado ¿qué debo hacer por Cristo?
Esta nueva “semana” está destinada a ponerse ante Cristo PARA CONOCERLO INTERNAMENTE y así amarlo y seguirlo. En el Mes de ejercicios dura 11 días con un día de interrupción. Arranca desde una presentación de Jesucristo que invita a ir CON ÉL, HACER LO QUE ÉL, SEGUIRLO A ÉL. Y desemboca en un ofrecimiento generoso en el que el ejercitante –actuando contra su amor propio y amor a la comodidad y a los atractivos del mundo- QUIERE Y DESEA Y ES SU DETERMINACIÓN vivir la vida de Cristo con las características de pobreza y humildad, incluso en la humillación.
Y se va poniendo al alma ante la humildad (=vaciamiento) de la Encarnación; la pobreza radical del Nacimiento…, la Vida Oculta de una familia normal y Jesús que se queda en el Templo para hacer la voluntad de su Padre. Son 4 días en esas contemplaciones.
Al 4º día se interrumpe el proceso de las contemplaciones de la vida de Jesús para hacer una reflexión muy profunda:
a).Aun dentro de los mejores deseos, cabe el engaño sutil; la tentación de “tener”, de “figurar”, de sacar la cabeza, son los medios que vienen del enemigo.
El desprendimiento, el no anteponerse a nadie, la humildad, son los caminos del Señor.
Hay mucho que pedir para no ser engañados. Y se le pide a la Virgen, a Cristo y al Padre.
b).Supuesto que se asienta uno en esos pasos de Jesús, hay que calibrar el grado del verdadero QUERER. Porque hay un querer que nunca llega a elegir lo que debe (“querría”); otro “quisiera” pero que no se adapta a la voluntad de Dios sino que quiere que Dios se adapte a la propia voluntad. [“Por qué Dios no va a querer…”; “qué tiene esto de malo”…]. Y hay un QUERER auténtico que pone por delante hacer la voluntad de Dios, e incluso yendo más allá de lo estrictamente necesario.
c): Todo eso se soluciona cuando hay un AMOR A JESUCRISTO por el que se busca PARECERSE A ÉL, viviendo lo que vivió él y al modo que vivió él: en pobreza, humildad y cruz.
Todo esto desemboca en LA ELECCIÓN de un modo de vida que el ejercitante ha descubierto que Dios le pide. No se concluye aquí esta elección porque nos queda que seguir mirando a Jesús.

Luego continúa la “semana” con contemplaciones de la vida de Jesucristo para ir asimilando un estilo de vida, de pensamiento, de deseo, etc., acorde con la persona de Jesús que nos muestra el Evangelio.

3.- Del conocimiento interno del Señor pasamos a la identificación con Jesús en el dolor. Es “la 3ª semana”. En la que se afronta la Pasión de Cristo, no con ánimos de devoción y emociones espirituales sino para sentir dolor CON Cristo doloroso; quebranto CON Cristo quebrantado, lágrimas y pena interna por tanto como Cristo penó por mí.
Cristo fue el que ELIGIÓ la voluntad del Padre, y la vivió aunque le costó la muerte. El Ejercitante HA ELEGIDO una forma de vida y la ha de llevar adelante cueste lo que cueste. En la actitud de Cristo tiene el modelo, y el ejercitante escarmienta en cabeza ajena para llevar adelante su propia cruz (que es su vida acorde con la voluntad de Dios y en identificación con Cristo).

4.- Quien ha seguido a Jesús en el penar, lo sigue también en la gloria. La nota específica de esta “4ª semana” es que el ejercitante pide sentir el gozo por ver a Cristo gozoso. El gran triunfo del ejercitante no es su triunfo sino el de Jesús, que viene a manifestarse tan milagrosamente y VA CONSOLANDO a unos y otros.
Y uno de los que quedan consolados es el propio ejercitante que participa ya de la alegría de Jesús. Y sus sacrificios –los que le toca afrontar a partir de ahora- no es que desaparecen sino que tienen otra luz. No es que la vida se hace Jauja sino que la luz de la resurrección los sobrepasa.


Acabará todo con esa CONTEMPLACIÓN  en la que todo se mira, se vive, se concreta en el AMOR QUE DIOS HA TENIDO, que está pidiendo una respuesta generosa de amor.
Por eso se concluye la experiencia de todo un mes en la síntesis completa de la donación de sí mismo: TOMA, SEÑOR, Y RECIBE TODA MI LIBERTAD, MI MEMORIA, MI ENTENDIMIENTO Y TODA MI VOLUNTAD; TODO MI HABER Y MI POSERR. TÚ ME LO DISTE; A TI, SEÑOR, LO TORNO. TODO ES TUYO. DISPÓN DE MÍ A TU VOLUNAD. DAME TU AMOR Y TU GRACIA. ¡QUE ÉSTA ME BASTA!


O bien, en síntesis total: EN TODO AMAR Y SERVIR.

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