miércoles, 27 de julio de 2016

27 julio: Tesoro en el campo y joya preciosa

Liturgia
          Después de leerme varias veces el texto que hoy nos propone la liturgia del día (Jer 15, 10, 16-21), llego a la idea de que hay un montaje de planos en los que Jeremías habla de sí mismo y como personificación de Jerusalén. Habla de sí presentando de una parte su fidelidad y de la otra sus sufrimientos. Y ahí enlaza con Jerusalén a la que Dios quiere hacer volver, y que separa la escoria de lo precioso, y que ese pueblo quede constituido como muralla de bronce, inexpugnable, porque Dios está con ella: Te libraré de manos de los perversos, te rescataré del puño de los opresores.
          Dios es mi refugio en el peligro, canta el SALMO 58.
          Mt 13, 44-45 son dos breves parábolas paralelas con las que Jesús da la esencia del Reino de los cielos (Reino de Dios aquí en la tierra). Es algo tan preciado y maravilloso que se compara al tesoro hallado en un campo por un hombre que de nuevo lo entierra, y va y vende todas sus posesiones para poder comprar el campo del tesoro, a sabiendas de que es más válido y rico que todo lo que ha dejado. Es la presentación en positivo de la enseñanza de Jesús: ¿De qué le vale al hombre la vida entera si arruina su alma? Aquí en la parábola arruina toda su riqueza y la vende para ganar el tesoro escondido.
          Es el mismo argumento del joyero que ha encontrado una piedra preciosa de inmenso valor, y entonces vende todas las otras joyas que tenía con tal de comprar aquella tan especial que se le ha presentado.
          El Reino de Dios lo entendieron los santos: son los que han minimizado todo lo que hubo a su alrededor para poder vivir de pleno el evangelio con todos sus detalles. Por eso en las causas de beatificación y canonización se estudian las virtudes heroicas  de esas personas. Y lo heroico está en ese haber sabido desprenderse de todas las otras cosas con tal de adquirir la joya de gran valor que es el evangelio. Como aquello que se cuenta en la vida de San Francisco, en que se le pide que viva el evangelio a la letra, a la letra, a la letra; sin glosa, sin glosa, sin glosa.
          Es la gran diferencia con lo que ocurre en la realidad de la vida: se busca “la interpretación” de las exigencias evangélicas, la acomodación, la sordina de las llamadas que nos hace el evangelio, para acabar reduciéndolo al mínimo… Aquello de la gente buena que es el mínimo para no ser perversa. ¡Y sálvese quien pueda!, que es lo que Jesús dice elegantemente: quien tenga oídos para oír, que oiga.
          Y esta vez no sé si puedo decir algo más. Al menos no se me ocurre. Acentuaría esa última recomendación de Jesús y la pondría como materia de oración y de examen, que es lo único que queda por hacer.


          SAN IGNACIO tiene un momento clave en los Ejercicios cuando pone al ejercitante ante CRISTO CRUCIFICADO, para hacer ese examen de su vida, con tres preguntas ante ese Cristo de la cruz:
-          ¿Qué he hecho yo por Cristo? Y no queda sino que mirar a la vida vivida anteriormente, a lo que fue esa vida antes de haberse plantado el alma ante esa imagen del Cristo que está crucificado POR MÍ. Toca ver si se vendió todo para comprar aquel campo… Y la vida vivida no da precisamente un balance positivo.
-          ¿Qué hago por Cristo? Y ya se plantea el presente: lo que actualmente estoy siendo y haciendo… Lo que supone haber minusvalorado todo cuando se ha encontrado uno con ese Cristo de gran valor.

-          ¿Qué debo hacer por Cristo? Y ahí queda el ejercitante enfrentado a su futuro…, al evangelio sin glosa…, a la letra…, a la llamada interior de Jesús que nos presenta el Reino de los cielos y nos llama a vivirlo en toda su verdad.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:53 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    DIOS NOS SALE AL ENCUENTRO

    "Es necesario y urgente que surja una nueva generación de apóstoles, arraigados en la palabra de Cristo, capacitados para dar una respuesta a los retos de nuestro tiempo y dispuestos a anunciar en todas partes el Evangelio"(Benedicto XVI).

    ¿CÓMO SABEMOS QUE ES LO QUE PERTENECE A LA VERDADERA FE? .-La verdadera fe la encontramos en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.
    El NUEVO TESTAMENTO ha surgido de la fe de la Iglesia. Escritura y tradición van unidas. la transmisión de la fe no se da en primer lugar a través de los textos . En la Iglesia antigua se decía que la Sagrada Escritura estaba escrita" más en el corazón de la Iglesia que sobre pergamino". Ya los discípulos y los Apóstoles experimentaron la nueva vida ante todo a través de la comunión de vida con Jesús.A esta comunión,que se continuó de un modo diferente tras la Resurrección, invitaba la Iglesia naciuente a los hombres. Los primeros cristianos" perseveraban en la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión, en la fracción de pan y en las oraciones"(Hch 2, 42). Estaban unidos entre sí y sin embargo tenían espacio para otros. Esto es lo que constituye la fe deb hoy: Los cristianos invitan a otros hombres a concer una comunión con Dios, que desde los tiempos de los apóstoles se ha mantenido inalterada en la iglesia católica.

    "La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin"(Concilio Vaticano II)

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  2. ¿Qué debo hacer por Cristo? Cuando encontré a Cristo, he encontrado el Tesoro que me llena de sentido.Yo no hubiera podido construir este tesoro; pero por la gracia de Dios, lo descubrí, lo acogí como un regalo; siempre le dí el lugar más importante de mi vida; y, siento que, respetando mi libertad, a partir de Él, se va organizando mi vida. La perla que Jesús andaba buscando y que había descubierto era el amor incondicional del Padre y, cuando lo experimentó, se sintió obligado a comunicarlo a todos, creando fraternidad y aliviando el sufrimiento por donde pasaba.

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