lunes, 18 de julio de 2016

18 julio: Día del Padre Arnaiz

HOY
es el día del SIERVO DE DIOS, P. Tiburcio Arnaiz, a punto de ser declarado VENERABLE, paso previo a la beatificación.
Los restos del P. Arnaiz se conservan en la Iglesia del Sagrado Corazón de Málaga, y son visitados por miles de peregrinos y devotos, generalmente de las clases humildes, entre quienes hizo su mayor labor sacerdotal. Su tumba está siempre adornada por flores y limosnas, de los fieles que imploran sus favores y solicitan constantemente estampas y reliquias del hombre de Dios. Y aportan alimentos para gentes necesitadas, como el obsequio práctico que expresa la devoción a este jesuita que murió en olor de santidad.
Hoy la citada Iglesia se verá llena en todas las Misas, pero sobre todo será el boom de la Misa especial de las 7’30 de la tarde en las que se desborda el tributo y homenaje del pueblo sencillo hacia su apóstol y benefactor.

Liturgia
          Miqueas (6, 1-4. 6-8) presenta dos momentos de la profecía: al principio es la queja de Dios que se ha volcado en el pueblo, pero del que no ha recibido la respuesta que cabía esperar. Y Dios le conmina a una respuesta: Pueblo mío, ¿qué te hice o en qué ye molesté? –Respóndeme. Te saqué de Egipto, de la esclavitud; te redimí y envié por delante de ti a Moisés… Dios le hace las cuentas a aquel pueblo díscolo.
          El pueblo responde con una solución errada. Piensa que lo que Dios le pide son sacrificios y holocaustos, grasa de cebones y sangre de animales. E incluso se plantea si ofrecer a sus primogénitos, fruto del vientre…
          Dios le responde que es mucho más sencillo lo que les pide: Lo que Dios desea es simplemente que respetes el derecho, que ames la misericordia y andes humilde ante tu Dios. Dios no está pidiendo culto externo, ni pagar por el pecado una multa. Lo que Dios está pidiendo es una actitud verdaderamente religiosa, en el sentido puro de lo que es religión: el comportamiento de la persona: su justicia-bondad, su misericordia y la actitud de fe rendida ante su Dios. Todo desde la postura más humana y a la vez más divina, que es la de la persona que es capaz de vivir una vida recta y orientada desde el interior de su propio corazón. Precisamente lo que es más difícil de dar, que el mero obsequio de animales que se ofrecen sin tocarse a uno mismo ni un hilo de la propia ropa.
          Bien merece la pena plantearse esa misma realidad en nuestro momento actual y en nuestro comportamiento personal.

          Los fariseos y doctores de la ley (escribas, “letrados”) no tienen bastante con todo lo que tienen visto en Jesús. Hace unos días, ante un milagro en el sinagoga con un hombre con la mano paralizada, se han decidido a matarlo. No entienden de términos medios. Y hoy se vienen a Jesús para pedirle la prueba de un milagro (Mt. 12,38-42), como quien viene a pedir un juego de manos a un prestidigitador. Y Jesús, que derrocha sus obras a favor de los necesitados, se niega al juego que ahora le vienen a pedir, Y responde que para ellos no hay ya más milagro que el de Jonás: los tres días en que estuvo en el vientre del cetáceo, para salir luego lleno de vida y predicar en Nínive la conversión.
          Jesús da, pues, el signo de su muerte y su sepultura y resurrección al tercer día, con lo que se predicará la conversión y comenzará una nueva era en la historia Y el mundo se convertirá por la predicación que tiene en el centro a la persona de Jesús.
            Y si Nínive se convirtió por la predicación de Jonás, ¡aquí hay uno que es más que Jonás!
          Y la Reina del Sur se vino a comprobar la sabiduría de Salomón… Ella se levantará y pedirá justicia contra este pueblo incrédulo, porque ¡aquí hay uno que es más que Salomón!

          Milagro no le sacaron a Jesús pero, si querían aprender, Jesús les dejó materia para que conocieran quién es él. Y si ellos se hubiesen avenido a comprender lo que Jesús les decía, hubiera sido un gran milagro. Lo que pasa es que no venían de buena fe y lo que sacaron en claro en sus mentes febriles era todo lo contrario a una fe en Jesús. Lejos de creer, más se envenenaban, y la historia venía a demostrar que no pedían signos para creer sino para acusar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!