lunes, 4 de julio de 2016

4 julio: Jesús, salud y vida

Liturgia
          A diferencia de lo que hemos ido siguiendo en Amós, el profeta Oseas es un profeta que manifiesta a un Dios enamorado. De hecho Oseas contaba con una experiencia personal muy fuerte de hombre enamorado de su esposa, quien –por el contrario- resultó ser una esposa infiel. Y eso le da a Oseas una fuerza descriptiva extraordinaria para expresar la acción de Dios con su pueblo. Hoy tenemos (2, 14-16. 19-20) al hombre que está decidido a reemprender un segundo viaje de novios con sus esposa para consolidar su amor. Y para que nadie le estorbe en ese requiebro de amor, quiere llevársela al desierto para hablarle al corazón.
          Es la imagen de Dios con su pueblo. Quiere Dios hablar al corazón de Israel. Y piensa Dios que entonces responderá aquel pueblo como en los días en que lo sacó de Egipto. Porque en ese desierto Israel se volverá a su Dios para llamarlo “Esposo mío”, “Dios mío”. Y yo me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión; me casaré contigo en fidelidad y te penetrarás del Señor. Así son los sueños de Dios…, así son las cosas desde la mirada de Dios. Así lo plantea Dios. Es la imagen viva de la acción de Jesús con el pecador. Por parte de Dios hay una renovada ilusión de que ahora sí sea como debe ser. Queda finalmente la respuesta de cada cual a esos sueños de Dios.

          El evangelio (9, 18-26) es la relación de Mateo, muy por breve, de aquellos dos hechos concatenados de la mujer de las hemorragias y de la hija de Jairo. Éste se ha presentado a Jesús y humildemente, de rodillas, ha pedido a Jesús que baje a su casa porque su hija está en las últimas. Cree Jairo que si Jesús va a la casa y le pone la mano en la cabeza su hija sanará. Y Jesús se apresta a hacer lo que Jairo le ha pedido.
          Caminaba Jesús con Jairo y sus discípulos cuando una mujer se le acerca. Esa mujer padecía hemorragias continuadas desde hacía 12 años y se había dicho a sí misma que si tocaba el manto de Jesús, curaría. En efecto se acercó y toco el manto. Jesús se vuelve a ella y le dice: Ánimo, hija; tu fe te ha curado. Y en aquel momento se cortó el flujo de sangre de aquella mujer.
          Caminando, caminando se ha presentado en la casa de Jairo. En el entreacto desde que el padre salió en busca de Jesús, la niña ha muerto, y ya se han juntado en la casa los flautistas y las mujeres plañideras, y el alboroto de la gente. Jesús pasó por medio y dijo: ¡Fuera! La niña no está muerta. Está dormida.
          Aquello le sonó a la gente como una broma de mal gusto y se reían de él. Pero Jesús pidió al padre que echara fuera a toda esa gente. Entró él adonde estaba la niña y le cogió la mano. Un torrente de vida pasó de Jesús a la niña, que se incorporó y se puso en pie. Un tanto descolocada al ver a su alrededor gente desconocida, pronto se rehízo con la capacidad de adaptación de un niño.
          Jesús se retiró con los Doce. Y quedó patente que “la niña no estaba muerta”… es decir: su muerte no era para permanecer así sino para que se manifestara la gloria de Dios. Porque de hecho aquel suceso se divulgó por toda la comarca.

          El lector habrá observado que “faltan” muchos datos a los que está acostumbrado en este relato. Son datos que aportan otros evangelistas pero que Mateo ha omitido, dejándonos el meollo de los dos hechos pero sin mayor dramatización de ellos. Queda el mismo mensaje, y nos faltan los “datos de curiosidad”. Jesús aparece siendo la salud y la vida, y realizando su misión que vence al mal y a la muerte. Nosotros vivimos ahora la quintaesencia de todo eso. Lo normal no es ya que se cure así una hemorragia ni que los muertos vuelvan a la vida…, pero en el plano del espíritu Jesús es nuestra salud y el que hace volver de la muerte del alma a la vida. ¡Cuántos ejemplos se podrían escribir de ello desde el secreto de un confesionario!

          No garantizo el blog en los próximos días en que he de estar dedicado a otros menesteres que pueden impedirme mi labor diaria en el blog.

          Lo iremos viendo sobre la marcha.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad9:42 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    EL CAMINO DE LA ORACIÓN.

    "Hay muchos caminos de oración. Unos siguen sólo uno, otros siguen todos. Hay momentos de una certeza viva:Cristo está presente, habla en nuestro interior. En otros momentos es él quien calla, un desconocido lejano. Para todos la oración, en sus infinitas variaciones, sigue siendo el paso a una vida que no viene de nosotros mismos, sino de otra parte"(HERMANO ROGER SCHUTZ).

    CUÁNDO SE DEBE REZAR?.-Desde los primeros tiempos, los cristianos oran al menos por la mañana, en las comidas y por la tarde. Quien no reza con regularidad pronto ya no rezará nunca.
    Quien ama a una persona y a lo largo del día nunca le hace llegar una señal de su amor , no la ama de verdad.
    Lo mismo sucede con Dios. Quien le busca verdaderamente le mandará continuamente señales intermitentes de su deseo de cercanía y amistad. Al levantarse por la mañana dedicar el día a Dios, pedirle su bendición y suplicar su "compañía" en todos los encuentros y necesidades. Darle gracias a las horas de las comidas.Al final de día ponerse en sus manos, pedirle perdón y paz para uno mismo y para los demás . Así es un día maravilloso, lleno de señales de amor que son aceptadas por Dios.

    ¿HAY DIFERENTES FORMAS DE ORAR?.-Sí.Existen la oración vocal, la meditación y la oración de contemplación.Las tres formas de oración presuponen el recogimiento del corazón.

    Continuará

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  2. "Me desposaré contigo para siempre" Entonces me llamarás "esposo mío" , no me llamarás"mi amo". Me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura y en fidelidad y conocerás al Señor...Esto es lo que el Señor promete a Israel, el Pueblo de Dios.

    Una fe muy grande hace que un padre de familia se acerque a Jesús para rogarle que vaya a su casa a curar a su hija que está gravemente enferma.Jesús va a la casa de aquel hombre y por el camino se le acerca una mujer que sufre unas hemorragias desde hace muchos años; quiere acercarse a Jesús y conseguir tocarle el manto porque está convencida de que si lo consigue, se curará. Jesús, alaba la fe de aquella mujer que le toca de incógnito y queda curada. El Evangelio nos invita a que no pongamos límites a nuestra confianza: Jesús ofrece su mano a la Humanidad enferma de muerte para sanarla.

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