domingo, 24 de julio de 2016

24 julio: Oración sencilla y perseverante

Liturgia
          El Domingo 17 C, T.O. centra todo su mensaje en la ORACIÓN y en la fuerza de la oración perseverante. Desde la 1ª lectura (Gn. 18, 20-32), ya se ha puesto delante aquella repetitiva oración de Abrahán en su afán de salvar a Sodoma y Gomorra. Es una oración de confianza casi infantil de Abrahán con Dios, razonándole para que no castigue a aquellos pueblos. Empieza por presentar una petición a favor de 50 personas buenas. Y como Dios condesciende, Abrahán baja ahora el número a 45…, a 40… Y como quien toma confianza, ahora empieza rebajar no de 5 en 5 sino de 10 en 10, hasta llegar a la cifra mínima de poder encontrar 10 personas buenas. Abrahán ya ha ganado el corazón de Dios con su humilde petición, y Dios promete que en atención a las solo diez buenas personas, no realizará el castigo que había decidido contra aquellas ciudades.
          Es un ejemplo ante nosotros de la fuerza que tiene la oración sencilla ante Dios.

          En el evangelio (Lc 11, 1-13) se insiste nuevamente en el tema de la oración, el modo de la verdadera oración y la insistencia y perseverancia que debe tener.
          La materia de la oración es la del PADRE NUESTRO, que Lucas presenta en su versión más reducida, más substancial. El modo es el de la insistencia. Dios no se cansa de escucharnos; nosotros no podemos cansarnos de pedir. Y para hacerlo visible a aquellas gentes que entendían con ejemplos, les pone el caso de un hombre al que se le ha presentado una necesidad y viene a pedirle al amigo unos panes. Pero el amigo ya se ha acostado y no se decide a levantarse. Si el amigo insiste,  acabará levantándose y le dará cuanto necesite.
          Dios nos escucha. Pero quiere que tengamos esa confianza y esa insistencia en nuestra oración. No es correcto decir: “Dios no me escucha”, sino que hay que volver una y otra vez sobre la misma petición. Dicen los autores ascéticos que no se trata de que tengamos que “convencer” a Dios sino de que aumentemos nosotros nuestra fe y que –hasta es posible- que aquilatemos nuestra petición y la hagamos más acorde con la voluntad de Dios.
          Que por parte de Dios siempre va a haber respuesta, pero quizás no exactamente tal como pedimos. Tenemos la certeza de que Dios nos va a escuchar, nos va dar más fe y más gracia (nos va dar Espíritu Santo). Lo que podemos estar seguros es que no nos va a dar algo malo. Un padre cualquiera si su hijo le pide pan no le da una piedra. ¡Cuánto más delicado será Dios para quien le pida!
          Concluye Jesús haciéndonos caer en la cuenta de que nosotros, con no ser perfectos, no damos una cosa mala a quien nos pidió algo. Ya podemos estar bien seguros de que Dios, que es excelentemente bueno, nos va a dar siempre cosas buenas. Puede ser que no obtengamos exactamente lo que pedimos, pero eso no significa que Dios no nos escuchó sino que fue mucho más adelante de lo que nosotros habíamos pedido.
          Cuando el que pide tiene ojos de fe, acaba siempre descubriendo que recibió más y mejor de lo que él había pedido, y que –como dice la gente sencilla- Dios no se queda con nada de nadie. Siempre va delante y vamos encontrando respuesta a nuestras peticiones. A veces nos sale por dónde menos hubiéramos imaginado pero que sobrepasa nuestra petición. Y hemos de concluir a las claras que Dios va mucho más allá de lo que pudimos pensar.
          Puede resumirse todo este evangelio (y todo el contenido de la liturgia de este domingo) en las tres palabras utilizadas por el mismo Jesús al exhortar a sus apóstoles a orar; PEDID, BUSCAD y LLAMAD: Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Y todavía lo recalca más, asegurando que el que pide, recibe; el que busca, halla, y al que llama se le abre. Lo ha dejado muy claro y no nos queda otra salida que vivir esa seguridad de la oración sencilla, humilde y confiada.

          En la NOVENA DE SAN IGNACIO podemos descubrir que el Santo basó todos los Ejercicios en la ORACIÓN, multiplicando modos y formas distintas de orar: tres modos de oración sencilla, que es casi respirar orando, de examen sobre los mandamientos, examen sobre la misma oración que se ha hecho…, oración de meditación con la memoria, el entendimiento y la voluntad, de contemplación evangélica, de aplicar los 5 sentidos como el que oye, huele, saborea… la persona de Jesús y sus cosas, de petición… Y toda la transformación que hace el ejercitante, la hace desde la ORACIÓN.






          Siguiendo la enseñanza de Jesús venimos a ti, Padre Bueno, a presentarte nuestras peticiones.

-         Pedimos por el Papa. Por la Iglesia y por el encuentro de la juventud en Cracovia. Roguemos al Señor.

-         Buscamos tu Gracia que nos es tan necesaria.  Roguemos al Señor.

-         Llamamos a tu Corazón, Dios nuestro, suplicándote por nuestras muchas necesidades. Roguemos al Señor.

-         Venimos a ti, Padre nuestro, esperando que nos darás cosas buenas. Roguemos al Señor.


Danos humildad y perseverancia en nuestras súplicas, para poder llegar así a tu Corazón de Padre Bueno y obtener esas gracias que esperamos.

          Lo pedimos por Jesucristo N.S.

1 comentario:

  1. Ana ciuda1:10 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    DIOS NOS SALE AL ENCUENTRO.

    "Dios se hace hombre en Jesucristo. Es el fundamento de la fe cristiana y la esperanza de la salvación del hombre".

    ¿QUÉ NOS MUESTRA DIOS DE SÍ CUANDO NOS ENVÍA A SU HIJO?.-En Jesucristo Dios nos muestra toda la profundidad de su amor misericordioso.
    Por medio de Jesucristo el Dios invisible se hace visible.Se hace como nosotros. Esto nos enseña hasta dónde alcanza el amor de Dios..Lleva toda nuestra carga.Anda todos los caminos con nosotros. Está en nuestro abandono, nuestro dolor, nuestro miedo ante la muerte.Está allí donde no podemos avanzar más, para abrirnos la puerta hacia la Vida.

    "Fuera de Cristo no sabemos quien es Dios , que son la vida y la muerte y quienes somos nosotros mismos".

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