viernes, 22 de julio de 2016

22 julio: Santa María Magdalena. FIESTA

Liturgia. Sta. María Magdalena. Fiesta
          El Papa ha elevado al rango de fiesta litúrgica la celebración de Santa María Magdalena, bajo el título de Apóstol de los apóstoles, dotando al formulario de la Misa de un Prefacio propio.
          Seguimos, pues, las lecturas propias del leccionario de la fiesta que empieza, en 2Cor 5, 14-17 con una expresión que define muy bien a esa mujer que se encontró con Jesús y se volcó totalmente hacia él: Nos apremia el amor de Cristo. Sería una descripción perfecta de María Magdalena, que aparece en los relatos evangélicos como una persona que al encontrar a Jesús, ya no vive más que para él. A Él sirve, a él acompaña, a su muerte está presente y en la resurrección es la primera persona que ve a Jesús, y la que anuncia a los apóstoles que HE VISTO AL SEÑOR Y ME HA DICHO ESTO.
          La descripción de San Juan (20, 1-2. 11-18) es uno de los relatos más dramatizados del evangelista, por el que se puede seguir con detalle de película la aparición de Jesús a aquella mujer que tiene perdido el juicio ante la muerte del Maestro.
          María Magdalena, fiel acompañante de Jesús, fue testigo presencial de su muerte y de su sepultura. Con ello se le había acabado a ella el centro de su alma. Bueno: no está bien dicho. Porque a María Magdalena, a la que le han matado al amor de su alma (aplicándole las palabras del Cantar de los Cantares), le queda el consuelo del cadáver de Jesús. Ella vio como quedaba sepultado con las prisas del Viernes Santo y bajó del sepulcro con el propósito de volver en cuanto pasara el gran Sábado festivo para –junto a las otras mujeres- honrar el cuerpo de Jesús con un embalsamamiento como se estilaba en Israel.
          Y llegó el primer día de la semana y de madrugada, antes de salir el sol, salieron las mujeres hacia el sepulcro con sus aromas. Y tras el golpe primero de pensar que se han llevado al Señor y no sabemos dónde lo han puesto, María Magdalena, ya sola, se vuelve al lugar del enterramiento, y allí no tiene más recurso que el de llorar.
          Dos ángeles le preguntaron desde dentro del sepulcro por qué lloraba, y ella repitió su mismo estribillo: porque se han llevado a mi señor y no sé dónde lo han puesto. Y no se alteró con la visión de ángeles, que siempre suponían un motivo de temor, porque ella estaba en otro sentimiento muchísimo más profundo.
          También pasó junto a ella el jardinero de aquel huerto. Y la vio tan hundida que también le preguntó por qué lloraba y a quién buscaba, y ella sin mirarlo siquiera le hizo una propuesta que indicaba el grado de obsesión que llevaba encima. Le propone que si tú te lo has llevado, me dices dónde lo has puesto y yo iré y lo tomaré. No podía haber más disparates en aquella proposición, pero expresaban a las claras la locura que llevaba encima aquella mujer.
          Y como el tal jardinero era el mismo Jesús, Jesús la miró y pronunció su nombre: ¡MARÍA! Aquello era un torbellino que se venía sobre la buena mujer, que se arrojó alocadamente a los pies de Jesús y se cogió a ellos como quien quiere ya no separarse de allí, y pronunció su palabra preferida: ¡MAESTRO MÍO! Ya no necesitaba más. Ya tenía el cielo. Y allí permaneció convulsa un rato hasta que se fue apaciguando, y Jesús intervino: Suelta ya; todavía no me he ido. Pero tú, ahora, ve a mis hermanos y diles tu experiencia.
          Y María Magdalena se separó de los pies de Jesús, pero dejando allí su alma. Tenía ahora un encargo del Maestro y eso para ella era un gozo: ella iba a anunciar a los hundidos apóstoles y discípulos la gran noticia de que ELLA HA VISTO AL SEÑOR Y TRAE PARA ELLOS EL ANUNCIO.
          Es cierto que el testimonio de una mujer no daba valor a una afirmación. Pero quienes habían visto hace poco a aquella mujer hundida y destrozada, pensando sólo en el robo de un cuerpo muerto, y ahora encuentran a esa misma mujer pletórica de alegría y con un mensaje como aquel, no tenían más remedio que entrar –cuando menos- en una duda muy positiva de que allí había algo que no podían pasar por alto. Y de hecho dos discípulos salieron de inmediato a comprobar datos, en lo que pudieran hacer ellos. María Magdalena se quedó entre los demás y les fue explicando con pelos y señales, momento a momento, lo que ella había vivido en aquella última hora.

          El Papa Francisco ha tenido a bien resaltar este papel de María Magdalena, como apóstol de los apóstoles, y bajo ese signo celebrará la Iglesia, desde este año, la fiesta de esta Santa.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad10:00 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    EL HOMBRE ES "CAPAZ "DE DIOS

    "Dios dispuso en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, el Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina", (Concilio Vaticano II).

    SE PUEDE ACASO CAPTAR A DIOS MEDIANTE CONCEPTOS? ¿PODEMOS HABLAR CON SENTIDO ACERCA DE ÉL?.-Aunque los hombres somos limitados y la grandeza infinita de Dios nunca cabe en los conceptos humanoa finitos, sin embargo podemos hablar acertadamente de Dios.
    Por decir algo acerca de Dios utilizamos imágenes imperfectas y representaciones limitadas. Cada palabra sobre Dios está por tanto bajo la reserva de que nuestro lenguaje no está a la altura de la grandeza de Dios. Por eso debemos purificar y perfeccionar una y otra vez nuestra manera de hablar de Dios.

    DIOS NOS SALE AL ENCUENTRO.

    POR QUÉ TUVO DIOS QUE MOSTRARSE PARA QUE SEPAMOS CÓMO ES?.-El hombre mediante la razón, puede conocer que " existe" Dios ,pero no "como" es Dios realmente. Pero como Dios quería ser conocido, se ha revelado a sí mismo.
    Dios no estaba obligado a revelarse los hombres. Lo ha hecho por amor.Como en el amor humano podemos saber algo de la persona amada sólo cuando nos abre su corazón, del mismo modo sólo sabemos algo de los más íntimos pensamientos de Dios porque el Dios eterno y misericordioso se ha abierto a nosotros. Desde la Creación, pasando por los patriarcas y profetas hasta la REVELACIÓN definitiva en su Hijo Jesucristo, Dios ha hablado una y otra vez a los hombres. Él nos ha abierto su corazón y mostrado claramente para siempre su ser más íntimo.

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  2. Santa María Magdalena, una mujer valiente que se sintió pecadora y fué capaz de volver en sí porque su vida no la llenaba: era el blanco de hombres que la condenaban y sin embargo la buscaban y con sus billetes compraban su cuerpo...No tuvo vergüenza y un día se decidió a buscar a Jesús; Cuando lo encontró, lo siguió, y siempre estaba entre las mujeres que seguían a Jesús y lo servían. Fué una de las que lo vieron clavado en la Cruz y fue la primera a la que se le apareció ya Resucitado. Es modelo de Fe. El Papa Francisco, ha recordado aquella frase de María:¡He visto al Señor!

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