sábado, 8 de noviembre de 2014

8 noviembre: Servir a dos señores

El “dinero injusto”
          La carta a los filipenses llega su fin. En el tono espiritual y cordial de esta carta de Pablo, eleva a sentido litúrgico-incienso perfumado, sacrificio aceptable que agrada a Dios- las mismas ayudas económicas que ha recibido de aquella comunidad, y a eso dedica esta página final de la carta que les dirige, que ha tenido una ternura peculiar y ha llevado un de la más sublimes descripciones del Nuevo Testamento. Y les asegura que Dios será el gran pagador de toda la generosidad que ellos han tenido con él.

          El evangelio (Lc 16.9-15, es continuación del de ayer, que acababa exhortando a ser “astutos” para el bien con la misma intensidad y “picardía” con que el administrador malo había procedido para el mal. Y así hoy arranca el párrafo enseñando a sus discípulos a ganarse amigos con el dinero injusto para que cuando os falte, os reciban en las miradas eternas. Parece una extraña mescolanza de dinero – dinero “injusto”- moradas eternas. Tratemos de situar esto.
          El dinero “injusto” no es el dinero ganado injustamente, sino TODO DINERO es “injusto” por el hecho de ser dinero. O dicho de otra manera: con el dinero no se alcanza la justificación del alma. Nadie es “justo” por tener dinero. Pero quien tiene dinero puede hacer que sea “justo” si lo emplea para hacer el bien, (para “ganarse amigos”…, y no cualquier tipo de “amigos” sino aquellos que sirven de peldaño para las moradas eternas.
          Se trata de ese dinero que se emplea para el bien: para crear un bien, para socorrer una necesidad, para realizar una buena obra… El dinero que no encierra sobre la persona misma, ni se usa para propio provecho humano. El que eso “menudo” que es el dinero, o tantos pequeños detalles de la vida, se emplean en una labor honrada. Quien así lo hace, es de fiar. Aunque el bien lo haga con su dinero “injusto” y “menudo”. Es como un signo: quien con el dinero es de fiar, en muchas otras cosas es de fiar; quien con lo que no vale es capaz de hacer el bien, será de fiar en lo de más envergadura, y se le podrá confiar eso mayor.
          El principio general se sintetiza en una frase muy clara: No se puede servir a Dios y al dinero, porque son dos amos irreconciliables: o uno u otro. El dinero repliega a la persona sobre sí misma y le alimenta su egoísmo, su endiosamiento. Y cuando la persona se “ha hecho dios”, hay un conflicto radical entre “dios” y Dios…, entre el YO del egoísta y el Dios grande el amor; entre “el dinero (que ha hecho injustos) y Dios que es EL JUSTO por esencia.
          ¿Cómo iban a recibir esa enseñanza los fariseos, amigos del dinero, que hacían prosélitos aunque fuera en el fondo del mar, porque ahí montaban sus negocios…? Por lógica se mofaron de Jesús. Era el “dinero injusto” lo que ellos buscaban y Jesús predicaba lo contrario. Tomándolo a risa se quitaban de encima aquella “acusación” que suponía no poder servir a dos señores…, a Dios y al dinero.
          Jesús concluyó dirigiéndose directamente a ellos: Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.

          Lo podemos dejar dicho a los fariseos y dar media vuelta… Podemos tomarlo como puntos de meditación para nosotros. Puede hacernos mella si lo tomamos en directo…, si consideramos que el evangelio es abierto y eficaz y actual…

2 comentarios:

  1. "Me alegré mucho en el Señor de que ya al fin hayan florecido vuestros buenos sentimientos para conmigo. Ya los teníais, sólo que os faltaba ocasión de manifestarlos." (Flp 4,10)

    La alegría y la tristeza son dos sentimientos humanos. Los hombres aspiramos a la felicidad y Dios nos ha creado para ser felices. El mundo ha sido creado por Dios para nuestra felicidad, y la felicidad suprema sólo se encuentra en el cielo. El Evangelio de Cristo nos muestra el camino hacia la felicidad.

    Y aquí tenemos hoy a Pablo, que en la carta a los filipenses unas veces habla de "lágrimas" y otras de "felicidad". El Apóstol está feliz de ver el comportamiento de aquellas personas en unos momentos concretos y en unas necesidades materiales concretas de Pablo, que aunque padece necesidades dice haber aprendido a contentarse con lo que tiene. No pide nada, pero se alegra enormemente cuando su necesidad es aliviada. El que da, no da. Comparte lo que tiene con otro. Y el que comparte, no pide cuentas de lo que comparte.

    La carta a los Filipenses, aunque no se lee en la Misa, termina con unos saludos. Me encanta leerlos, y si ayer Pablo pedía ser imitado, me atrevería yo a afirmar que es muy bueno que nos saludemos siempre, y no sólo al que tenemos más afinidad. Ahí está otra de las causas de que en las comunidades se hagan corrillos de afines en vez de ser una comunidad homogénea que está unida en un mismo sentir y que desprende olor a Cristo.

    ResponderEliminar
  2. Ana Ciudad11:38 a. m.

    "DIOS CONOCE VUESTROS CORAZONES"
    Estas palabras nos deben llenar de consuelo,a la vez que nos llevarán a rectificar muchas veces nuestra conducta ,de tal modo que nuestra vida entera esté orientada a la gloria de Dios.Agradar al Señor ha de ser el gran objetivo de nuestras acciones.
    Ahí va un pequeño cuentecillo:A la entrada de la cocina de una casa,estaban echados los perros.Juas ,el cocinero,mató un ternero y echó las vísceras al patio.Los perros las comieron y dijeron:"Es un buen cocinero ,guisa muy bien.
    Poco tiempo después,Juan pelaba los guisantes y cebollas,y arrojó las mondaduras al patio.Los perros se arrojaron sobre ellas,pero torcieron el hocico hacia el otro lado y dijeron."el cocinero se ha echado a perder, ya no vale nada".Juán no se conmovió por este juicio, y dijo" Es el amo quién tiene que comer y apreciar mis comidas,no los perros.Me basta con ser apreciado por mi amo.
    Nuestra Madre Santa María nos enseñará enderezar nuestros días y nuestras horas para que nuestra vida sea un verdadero servicio a Dios.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!