viernes, 7 de noviembre de 2014

7 noviembre.: Dos "toques" al YO

ASTUCIA LAUDABLE…, pero
          Una nueva pepita del tesoro de la carta a los filipenses: 3, 17-4, 1. Prescindiendo de los primeros versículos en los que Pablo se presenta como modo de vida a seguir (cuando lo hace es que puede hacerlo sin que nadie le pueda discutir esa realidad), lo que llama la atención es el contrapunto que expone a continuación, y que lo expone con lágrimas en los ojos: los que andan como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo paradero es la perdición; su dios en el vientre y su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Enorme lienzo  que refleja una realidad que le llega al alma al apóstol. Tendría muchas traducciones, muchos parangones, en la realidad diaria, en todos esos protagonismos que no construyen pero minan, que giran alrededor del propio ombligo, o que sólo saben apreciar el ombligo ajeno.
          Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador. Él transformará nuestra pobre condición, según el modelo de su condición gloriosa… Ahí está la fuerza de esta perícopa: toda una mirada hacia adelante, que es donde se construye, donde se muestra una energía que posee para sometérselo todo. Pues “manteneos así, queridos y añorados, mi gozo y mi corona. Manteneos así en el Señor. No se puede perder una palabra, porque no hay mejor energía que la somete todo a lo que sea de gloria de Dios; y mi gozo y alegría está en esa actitud de construcción, de transformación de nuestra pobreza en ese otro modelo –como Pablo- que aspura a condición divina: un estilo que crea, que ha salido de sí, que no está para alimentar el vientre del propio yo.
            No soy adicto a la radio, pero ayer me topé con una mal llamada tertulia, donde dos representantes políticos en vez de construir, se militaron públicamente a pelearse con acusaciones barriobajeras. Y por supuesto que cuanto más sucio, más gritaba y no dejaba hablar al otro. Pensé que era un espejo de la vida ciudadana, la que Pablo vería con lágrimas en los ojos.
          En el Evangelio de Lucas (16, 1-8) Jesús explica a sus discípulos la peste que hay en la ambición, en el “Yo más”, en el “Tú, peor que yo”… La peste de unas “riquezas” que se adquieren injustamente, las riquezas de un YO que siempre saca la cresta por tal de salvar los propios muebles, aunque sea trampeando.

          Y hay una palabra que suele despistar al lector: El amo alabó al administrador injusto por la astucia con que había procedido. No alabó el mal; lo que alababa era cómo defiende uno en lo humano el propio territorio, a capa y espada. Lo mal hecho no lo alababa el amo. Pero sí sacaba Jesús la conclusión de lo finos y perspicaces que somos para defender nuestro YO, y lo poco finos que somos para la palabra que decimos, la forma en que procedemos, la defensa que hacemos de los valores espirituales del Reino de Dios. ¡Que ya pusiéramos el mismo énfasis en crear bondad que el que ponemos en derribar al prójimo! O que pusiéramos en avanzar en la virtud la misma fuerza que ponemos para salvaguardar los propios muebles.. O que nos preocupara el bien del otro, tanto como nos puede interesar en sacar la nuestra adelante. Ese es el argumento de la parábola. Y lo que Dios alaba en nosotros son las cualidades y fuerzas y énfasis que tenemos dentro para lo que nos interesa. ¡Solo que quisiera EL AMO que lo tuviéramos para crear, construir, mirar adelante, remar en la misma dirección…!

3 comentarios:

  1. "Hacedlo todo sin murmuraciones y discusiones" (Flp 2,14)

    Y hoy prosigue el que en otro tiempo fuera perseguidor de cristianos, hablando con una "osadía" tremenda. Se atreve nada menos que a ponerse como ejemplo ante los demás. Me imagino la reacción de algunos ante esta expresión: "Sigan mi ejemplo, hermanos". ¿Se lo imaginan? ¿Se imaginan a alguno de nosotros diciendo a otro, sigue mi ejemplo? A más de uno le lloverían encima las piedras, y las miradas se clavarían a partir de ese día. Habría quedado señalado. Esto me recuerda que tenemos como ejemplo a los santos, pero no sólo los que están arriba, sino los que ya están "afortunadamente" aquí abajo, pero para ver eso, hay que empezar a poner en práctica aquello que vimos anteriormente de "Sentir al otro como superior". Humildad.

    Pienso de estas palabras de Pablo: ¿Cómo se puede hablar así? Que ponga como ejemplo a Jesús pasa, pero que se ponga el...¿No pareciera Pablo un poco soberbio?

    Sinceramente, a mi no me parece soberbia una persona que es veraz, realista y que trata de seguir a Jesucristo con sinceridad de corazón y sin dobleces, y que persigue el más noble de los objetivos en la vida. No le va a gustar a mucha gente, pero a Pablo eso no le preocupa. ¿Y cómo sabe uno de si mismo esas cosas? ¿No es mejor presentarse a los demás como lo contrario, como un pecador indigno, dándo golpes de pecho, minusvalorarte, etc.?

    Seguir el ejemplo de Pablo creo que es bueno, y eso es lo que importa, y el lo sabe, y no le preocupa que alguien no lo entienda, y piense de el que se está poniendo por encima de los demás. El sabe que no es verdad, y tiene fe.

    Es más, aún se atreve a pedir a los Filipenses que "observen atentamente a los que siguen el ejemplo que el mismo les ha dado". Parece ser que existe esa clase de gente sobre la tierra. Me parece razonable. Si Pablo es un buen ejemplo, también lo son aquellos que imitan a Pablo. Tiene sentido para mi. No es un problema.

    Y esta petición de Pablo tiene una explicación para mi, y la deduzco de sus siguientes palabras:

    Dice Pablo:

    "Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo.
    Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra."

    Para mi estos párrafos son todo un cañon dialéctico. Si esto lo escucharan esos enemigos de la cruz de Cristo, a los que el señala directamente como "perdidos", seguro que algunos le rogarían un poco de más dulzura en su expresión. No me puedo imaginar algo más duro que hablar de la perdición de otro. Alguno lo llamarían erróneamente "juicio", si otra boca dijera palabras así. ¿No corresponde el juicio a Dios? ¿Por qué osaría Pablo hablar de ese modo? ¿No se da cuenta que eso puede molestar a alguien? Y me llama la atención que no ha sido una frase que ha dicho por que se le ha escapado en un momento de arrebato, sino que "ya se los advirtió frecuentemente y ahora les repite la advertencia". Cuando alguien repite tanto es que tal vez es importante. Y si lo dice el Apóstol Pablo, yo me fío.

    Me encanta cuando dice que "llora". Pablo, con toda esa imagen de hombre valiente y osado que me da a mi, es capaz de llorar. Tiene sentimientos. Es humano. Lo comprendo. El pobre, ama mucho a aquellos a los que se dirige.

    Finaliza diciendo: "esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo". Este es un dogma de fe. La 2ª venida gloriosa de Jesucristo. Y yo me pregunto: ¿De verdad? ¿Es esa nuestra actitud? ¿Es ese nuestro sentir?.

    El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.

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  2. Ana Ciudad1:27 p. m.

    "VAMOS ALEGRES A LA CASA DEL SEÑOR"
    Jesús subía también cada año Jerusalén entre los peregrinos y este salmo formaba parte de sus oraciones.Amaba a Jerusallén y lloró sobre ella.los cristianos vemos con admiración la ciudad Santa,porque en ella se realizó nuestra redención;pero debemos mirar con más veneración aún aquel otro templo,que es la Iglesia,la nueva Jerusalén,extensión del verdadero templo de Dios ,que es Cristo resucitado..
    La Iglesia es esa ciudad que debe brillar por la UNIDAD,unidad en la fe y en la caridad;hoy es más necesaria esta unidad a nivel de todos los cristianos,sin que haya fisuras entre nosotros,así aparecerá la Iglesia,como la Jerusalén del salmo como una ciudad bien ensamblada.

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  3. He buscado leer su Homilía en el final de esta tarde de primer viernes de mes, tras "meterme" repetidamente desde mi mañana de hoy, en el sentido y mensaje de esta forma de acercarnos al Sagrado Corazón de Jesús, revelada por Él mismo e incentivada con esas grandes promesas ofrecidas a quienes practiquen y propaguen esta devoción.
    Y, ha sido una sensación de gozo y felicidad especial, la que se me ha concedido disfrutar con las enseñanzas que nos ofrece usted en la Homilía. Tal como dice san Pablo y nos trasmite usted en el párrafo segundo, aspiramos a que nuestra humilde condición sea constantemente transformada para asemejarse a la condición gloriosa de Cristo, tal como Él nos tiene prometido.
    Saludos afectuosos, querido P. Cantero.

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