lunes, 10 de noviembre de 2014

10 nobre: Entresijos del PERDÓN

El perdón  
          Hace un tiempo consulté a un autorizado moralista y canonista sobre un tema del perdón de Dios, que me habían presentado, sobre unas situaciones de un pasado. Y su respuesta fue muy clara: El pasado, ante Dios, ya no existe. Por tanto todo lo que pueda equivaler a un perdón sobre algo pasado, no puede envolverse en el consabido: perdono pero no olvido, porque aunque humanamente comprensible, queda a años luz de la actitud de Dios. Dios perdona y olvida. “El pasado no existe”.
          El evangelio de hoy (Lc 17, 1-6) me ha suscitado este recuerdo y esa afirmación a propósito del perdonar siete veces en un día, que es lo que preconiza Jesús, cuando de parte del “ofensor” ha habido un reconocimiento de sus siete errores.
          Y ya hay ahí otra clave de no menor importancia: el que se equivoca, se equivoca. Y La única manera de salir de su error cometido es reconocer que lo tuvo, aceptarlo sin sordina ni explicaciones, y poner mano a la obra para intentar no volver a caer. Y aunque caiga, vuelve a reconocer que ha vuelto a fallar. No valen los paños calientes del: somos humanos, yo soy así, no he matado a nadie, porque en todo eso no hay verdadero arrepentimiento ni es sincera la excusa que pide perdón. No hay más camino recto que mirar de frente lo que fue causa de mi error, y también de frente afrontarlo.
          Aquel día que los fariseos pretendieron echar balones fuera y declararon la estupidez de que Jesús echaba demonios con el poder del Beelzebúl, Jesús les dijo que eso era una blasfemia contra el Espíritu Santo. Y para que entendieran, les distinguió entre lo que es el pecado en sí (“blasfemia” contra el Hijo del Hombre, que sí puede tener perdón, porque todo pecado puede llevar el reconocimiento y el consecuente arrepentimiento), y esa otra llamada “blasfemia contra el Espíritu Santo”, que no tiene perdón. Y no lo tiene porque el fariseo se ha anclado en su postura y de ella no se baja. Su error permanece y él permanece en el error. Y ahí no puede entrar el perdón ni de hombres ni de Dios, porque el fariseo no se ha bajado de su burro y encima de todo lo defiende.
          Bien pidieron los apóstoles que les aumentara la fe para –desde los prismáticos de la fe- ver de cerca su propia realidad y no engañase. Aunque Jesús fue más allá y les dijo que para ver las cosas en su color real y vivir en la sinceridad no hace falta más fe. Que basta una fe mínima para enfrentar la verdad de uno mismo y que esa “morera” que tenemos enraizada en nuestro YO, se pueda trasladar a  alta mar, allí donde no hay escondrijos ni apoyaturas, y las cosas son tales cuales son, limpias de polvo y paja, entre el azul del cielo y su reflejo nítido en el océano.
          Otra cosa podría hasta escandalizarY ¡ay! de quien escandalice… (provoque un rechazo hacia el bien, falsamente representado en el “fariseo”).


          La 1ª lectura, de la carta a Tito (1, 1-9) comienza con una de esas solemnes presentaciones del Apóstol, para mostrar que lo que dice a continuación tiene una autoridad y no es un invento o capricho del que escribe). Por eso el saludo de la carta viene después de esa “presentación”. Saludo cordial y humano y apostólico porque lo primero que desea es la paz de Jesucristo. Siguen una serie de recomendaciones, alguna de las cuales las tenemos que situar en su tiempo y situación. Otras son perennes como valores propios de la honradez, la lealtad y el sentido sacerdotal  cristiano.

1 comentario:

  1. Primera cosa que hago en la mañana: leer las lecturas de la Misa. El Evangelio de hoy me dice lo siguiente. Situaciones escandalosas y que me van a escandalizar van a haber. No sea yo un optimista compulsivo. Hay que ser realistas. Lo dice Jesús, que dice además: "Tened Cuidado". El que avisa...
    Los escándalos los puedo mirar a través de la ventana del mundo, pero la realidad es que se viven por desgracia también dentro de la Iglesia. Eso para un cristiano es un auténtico problema. Jesús pone una comparación durísima, que me muestra lo grave que es, cuando eres escandalizado.

    Jesús habla del perdón con condición. Lo veo lógico. Hay situaciones en las que no se puede perdonar como si no hubiera pasado nada. La parte que ofende, debe dar un paso. "Lo siento". "Arrepentirse". Ahora bién, si lo hace, aunque te ofenda montones de veces, montones de veces la perdono. Y luego rezo el padrenuestro de verdad. Por eso, muchas relaciones se rompen. Porque la parte que ofende gravemente no hace nada. No da ningún paso. ¿Es requisito fundamental para ser perdonado de tus pecados en la confesión, el arrepentimiento y decir tus pecado, y el propósito de enmienda?. Pues según observo, para Jesús es igual entre las relaciones humanas, con ofensas graves de por medio.
    Para perdonar se necesita fe. Por eso los Apóstoles piden que les aumenten la fe. Porque perdonar es difícil si no se tiene fe. Pero con la fe, todo es posible.

    San Pablo dice como debe ser un sacerdote de nuestro tiempo en la carta a Tito. Es totalmente válido. Cuando no se cumple así, se daña a la Iglesia, se alejan los fieles, por eso es tan importante tener esta conducta que dice Pablo en el día de hoy. Y eso sin perder de vista lo primero: "Escándalos van a haber", pero la clave está en que el que los provoque se arrepienta, y la parte afectada por el escándalo haga lo que Jesús dice.

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