martes, 4 de noviembre de 2014

4 novbre: Los sentimientos propios de Cristo

TERRENO SAGRADO (2)
          Concluía ayer la lectura de la carta a los filipenses con esas cordiales palabra de Pablo: considerad siempre superiores a los demás; no os encerréis en vuestros intereses, sino buscad el interés de los demás”. Podían ser deseos del buen corazón de Pablo. Pero había algo más: hoy comienza la lectura de Fil 2, 5 con la razón profunda de esa exhortación: Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús. [Hay otras versiones más directas: Tened en vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús. O sea: todo lo dicho en la lectura de ayer tiene su razón de ser en que vosotros SINTÁIS COMO CRISTO…, A LO CRISTO.
          Y desde ahí pasa ala más sublime exposición de todo el Nuevo Testamento, a la que hemos de entrar descalzándonos…, y casi dándole una vuelta a la comprensión de esta maravilla. ¿Cuáles son los sentimientos de Cristo? Pues los del misterio de la Encarnación, de la plena encarnación, de la plena humanidad de Jesús. Porque Cristo Jesús, aunque era Dios, no entró en el mundo conservando su condición divina como el paraguas que le fuera a proteger de las tormentas de la vida humana. Nada de eso: no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y TOMÓ LA CONDICIÓN DE ESCLAVO.
          ¡Qué trabajo nos cuesta similar ese “vaciarse” que hizo Jesús…!, ese “anonadarse” [como hacerse NADA]…, ese PASO desde el Dios que rige el Cielo al hombre esclavo de toda realidad humana (menos el pecado; sólo MENOS EL PECADO; en todo lo demás, HOMBRE TOTAL, pleno, esclavo, uno de tantos, un hombre cualquiera, que llega así hasta la misma humillación de la muerte… Y no de cualquier muerte sino la de la de la cruz: gusano de la tierra…, humillación suprema de ajusticiado en el terrible suplicio de los malhechores.
          A todo esto: ¿nos hemos tragado esa realidad o seguimos diciendo –como coletilla suavizante: “pero Cristo era Dios?, que es la rendija por la que acabamos por no aceptar la plena humanidad de Jesús.
          San Pablo no le despoja de la divinidad. Lo que dice es que el propio Cristo se desvistió, se despojó, se vació, de esa categoría, porque si venía al mundo, tenía que ser como uno de tantos, porque lo que Jesús no se iba a permitir era el engaño de “hacerse como hombre”…, pero no siéndolo….
          Si Pablo nos habla de tener nosotros los sentimientos de Jesús, nos está llevando hasta esa realidad del despojamiento de uno mismo para poder llegar a tener a los demás como superiores.
          Cristo abajado…, en la cruz de ignominia… Y de pronto, como un patadón en el fondo de la piscina, salta Pablo a la posterior exaltación a la que Dios Padre lleva a ese Hijo tan fiel que lo ha dado todo para realizar su misión: Por todo eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió un Nombre todo nombre, de modo que AL NOMBRE DE JESÚS se doble toda rodilla en el Cielo, en la Tierra y en el abismo, TODA LENGUA PROCLAME: JESUCRISTO ES SEÑOR, para gloria de Dios Padre.
          Es una secuencia que no se puede cortar. Es lenguaje de Dios. Es la maravilla del humilde ensalzado. Del Hombre-Dios “devuelto” a su infinitud, precisamente “por eso”: porque hizo todo lo que hizo y del modo que lo hizo. Y sale Dios y lo ensalza por encima de todo lo creado, y hasta “en el abismo” –mal que le pese- se dobla toda rodilla, se adora, se cae de bruces ante el sublime CRISTO JESÚS, DIOS Y HOMBRE VERDADERO. Es EL SEÑOR, EL Nombre sublime de triunfo, que está sobre todo nombre, como el Cielo está encumbrado sobre la tierra y sobre todo lo creado.

          Ahí nos vamos dirigiendo quienes tengamos los sentimientos de Cristo. Y los tenemos cuando consideramos a los demás como superiores…, cuando llegamos a vivir el amor y expresar el amor con un mismo sentir y un mismo corazón.

2 comentarios:

  1. «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!»

    La vida no consiste en lo que parece. A uno le parece que lo primero es atender a sus negocios. A otro le parece que lo primero y más importante es prosperar y poder llegar a "ser grande" y "tener mucho dinero y cosas". A otro le parece que es tener un marido o una esposa o unos hijos a los que atender. Todos estos creen que sus ocupaciones y sus modos de vida son lo más importante, y no tienen tiempo para más. Hay quien educa en estos "valores". Si no tienes estos "valores" eres raro, no estás bien, algo falla en tu cabeza. Eso creeran algunos. Pero aquellos fueron invitados y "todos a una empezaron a excusarse". Ni siquiera dicen, llegaré más tarde. Simplemente no interesa. Tal vez no tienen la capacidad de ver lo realmente importante porque los intereses personales, la ambición, el deseo de vanagloria y otras cosas semejantes a estas, nublan el sentido.

    En cambio, hay otros que nada saben de estos modos de vida. ¿O nada quieren saber?. Tal vez no han tenido "oportunidad" de probarlo. A los ojos del mundo parecen desgraciados, sin letras, seres humanos de categoría inferior. Delante de Dios no importa si tienes grandes estudios, si eres teólogo, si llegaste a Obispo. No hay nada que pueda hacer el que saca sus méritos humanos y sus diplomas, y sus puestos, y sus éxitos frente a la medida de Dios que no va por ahí. De hecho, todo eso sale a relucir a la hora de la invitación, pero puede salir el tiro por la culata.

    La cena tiene que realizarse si o si, y habrá otros muchos que acepten la invitación, pero aquí hay sorpresa y sabiduría. El que tenga entendimiento, entienda.

    Por último. Si Cristo Jesús se despojó a sí mismo de su condición divina para asemejarse a nosotros, ¿por qué nosotros no hacemos lo mismo con respecto al hermano, considerándolo superior a nosotros? ¿Por qué somos tan creídos de nosotros mismos?
    ¿Empezaré al menos hoy a poner en práctica la humildad con el otro o seguiré siendo soberbio/a y creído/a?

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  2. Leo con gusto y atención la Homilía que nos presenta, querido P. Cantero. Y queda el espíritu enriquecido con estas vivencias sagradas que nos ilumina usted y podemos entender mejor.
    Deseo mencionar especialmente el denso y luminoso contenido del párrafo séptimo: "Cristo abajado..."
    Gracias y cuenta con el apoyo de nuestra oración para el Señor le inspire y le concede mantener día tras día esta cita en este su Blog.
    Saludos afectuosos

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