sábado, 31 de mayo de 2014

31 mayo: Visita de María a Isabel

El broche de Mayo
             Mayo ha acabado desde que yo soy yo, con una fiesta expresa a María, aunque eso sí, ha ido variando. Hoy, en la actual distribución litúrgica, se celebra la visita de María a su pariente anciana Isabel. La ocasión fue el anuncio a María de su maternidad divina, a la que se le dio como signo de veracidad de que no estaba soñando, el dato de su pariente que ya estaba de seis meses, la que ni en su juventud había podido concebir.
             Y María, dejándose atrás el embolado de su nueva situación ante José, opta por no centrarse en su problema sino irse a prestar un servicio muy humano a aquella anciana embarazada por primera vez. Y apenas la voz de María se hizo escuchar al llegar a una casa desconocida, de un pueblo desconocido en la montaña de Judea, Isabel salió dando gritos de emoción y reconociendo proféticamente que María era la madre de mi Señor. Revelación expresa del Espíritu, como a Zacarías –su esposo- le reveló una paternidad casi humanamente imposible. Y es que Isabel ha sentido lo más nuevo que podría sentir una embarazada de 6 meses: que el niño daba saltos de gozo en su seno. Un ginecólogo –buen creyente y también muy racional- me decía que él no podía creer que un feto diera saltos a los seis meses. Y eso no será científicamente discutible. Pero mi respuesta era: ¿Y puedes creer a María encinta sin obra de varón? Es que estamos otras coordenadas. Cuando Dios ha puesto su dedo, ya se acaban las lógicas. Hemos entrado en la ilógica lógica de Dios…, que es ¡otra cosa! Y el hijo de Isabel dio saltos de alegría porque en el seno contiguo, el de María, estaba quien es causa de nuestra mayor alegría: JESÚS.
             Para concretar todo lo que es esta fiesta, una primera lectura –Rom 12, 9-16- describe los efectos “naturales” de la presencia de Jesús: que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos cristianos sed cariñosos y estimad al otro más que uno mismo. Activos parta no ser descuidados; ardientes en el espíritu para no ser tibios; servidores de los demás para no encerrarse  en el amor propio. Alegres por vivir la esperanza; firmes en la tribulación. Asiduos en la oración. Generosos con los otros, practicando el bien y la acogida. Siempre hablando bien de los demás, ¡nunca hablando mal! Y reíd con los que ríen y llorad con los que están tristes. Y estar abiertos a los demás, de igual manera, con la misma anchura de alma.
             La liturgia nos ha hecho así el retrato de María, en casa de su pariente.

             Nos quedamos ayer en la palabra –casi extrañada- del ciego, a quien Jesús le pregunta qué quiere que haga por él. – Señor, que vea. Era lo lógico. Pero quiso Jesús que lo expresara; que el ciego fuera expresamente consciente de lo que quería y pedía. Y que junto al título que le había dado: Jesús, Hijo de David, allí se estaba cumpliendo una promesa mesiánica. Jesús asintió: Anda; tu fe te ha salvado, y el ciego no se retira y se va, sino que sigue apegado a Jesús, en medio del grupo de gente, siendo ya un hombre normal. La oscuridad se ha cambiado en luz; el hombre curado ya no es un mendigo, porque ahora puede incorporarse a la vida social y ganarse el pan.


             A mí –que me gusta rizar el rizo- se me ha ocurrido pensar si Marcos ha cambiado el chic tan de repente que ha pasado desde la indignación de los diez por la pretensión de privilegios de Juan y Santiago, a este tema del ciego que ahora ve… Y como los evangelistas llevan argumento y son catequistas, se me ha ocurrido pensar si este episodio será un colofón de toda la secuencia anterior: Jesús anunciado su pasión, los apóstoles huyendo de la idea y encerrándose en sus pretensiones…, y en el camino apareciendo un ciego que –al saber que Jesús pasa- deduce que ahí está su salvación. Pero como él es ciego, él no puede hacer nada sino clamar, pedir, suplicar, insistir. Salir de sí y buscar la verdad en el Hijo de David, en el Mesías, el que da vista a los ciegos y abre otro panorama que no conocían. Y a lo mejor Marcos ha buscado hacernos comprender que los Doce andaban ciegos y por eso no acababan nunca de creer la verdad de su Maestro. Que se pensaron HABERLO DEJADO TODO, pero que se conservan áun muy íntegros en sus modos personales. Y que es menester tomar conciencia de la propia ceguera para poder gritar por necesidad y así hallar el encuentro con Jesús, MESÍAS DE DIOS…, y “a lo Mesías de Dios”, y no en la manipulación en la que tantas veces se pretender “creer a mi manera” (y de hecho se va amalgamando la verdadera fe con otras formas espurias de fe, que van rebajando el sentido auténtico del creer. No fue en vano la pregunta de Jesús al ciego: tenía el ciego que ser muy consciente de cómo estaba y qué quería, y hacia dónde pretendía. DARLO TODO no es algo que se improvisa ni se tiene de pronto. Más bien necesita uno la humildad del día a día, del poco a poco.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad8:59 a. m.

    Hoy último día del mes dedicado a nuestra Madre,y donde cada día también ,ha aparecido su imagen ,hablándonos el padre de la belleza de María ,aprendamos y recordemos siempre que cada encuentro con María es un nuevo hallazgo de Jesús.Si la buscamos a Ella ,encontraremos a Jesús.
    Hoy,la invocamos como REINA DE LA PAZ,último saludo de la letanía.Con este fin nos dirigimos a la virgen para que cesen los conflictos y guerras que causan tantas pérdidas humanas,destrucción de hogares y degradación humana.
    Gritemos con el corazón:"REINA DE LA PAZ"ven a nosotros y ayúdanos a construir un mundo más humano,más justo y más acogedor.

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