viernes, 9 de mayo de 2014

09 mayo: Crisis galilea

Unas lecturas muy llenas
             Hoy tenemos una riqueza  en las dos lecturas del día: en Hech 9, 1-20, un momento crucial en la historia del cristianismo. Saulo, el ensañado contra los cristianos, el que disfrutó –siendo aún muchacho- con el martirio de Esteban, ahora –ya adulto- ha tomado por su cuenta la misión de acabar con los cristianos. Se busca salvoconducto y autorizaciones para ir a detener cristianos a mansalva y llevarlos detenidos a Jerusalén: una persecución de exterminación. No se ha podido de otra manera; ahora él se arroga el poder para dar el golpe de gracia a esa nueva religión.
             Iba camino de Damasco con ese fin. No contaba con que  Dios, a quien servía o quería servir (aunque tan erróneamente) le iba a buscar en ese camino, y precisamente iba a hacerlo a través de Cristo, el fundador de esa “secta” cristiana que Saulo pretendía derruir. Y le salió al paso en forma violenta para Saulo, en forma humillan para el soberbio, en la forma que más podía detener ese gas de odio mortífero que Saulo respiraba  contra los cristianos. Iba Saulo engreído, apoyado en sí mismo, en su fuerza, en “sus razones”… Y de pronto se encuentra que, sin venir a qué, cae rodando por el suelo como un niño chico…, y además el día se le hace noche en sus ojos…, y se queda hecho una piltrafa. Era evidente que no había habido una causa humana; era claro que algo –Alguien- superior le derrumbaba y le dejada incapacitado.
             Pudo reaccionar desde su enorme soberbia. Pero la verdad es que Saulo más que soberbio en sí era un fanático total y fanático “por el nombre de Dios” (fariseo, al fin y al cabo). Y en vez de protestar, de buscar culpables, de hacer rebelde su soberbia, no le queda otra que preguntar: ¿Quién eres, Señor? Evidentemente Saulo era hombre de profunda religiosidad, y pregunta en esa línea… Lo que le acaba de pasar no tiene razón humana. Luego hay que buscar en otro plano. Y de ahí su pregunta.
             La respuesta que recibe es para abajar la testa o para protestar ruidosamente. Porque la voz –que la oían también los otros acompañantes- dice: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Podría protestar Saulo: -NO, Señor; yo no persigo a Jesús que está muerto y bien muerto… Pero Saulo era inteligente y se dio cuenta del misterio…, el que él desarrollará un día como CUERPO MÍSTICO de Cristo, en el que Cristo es la cabeza de un cuerpo total en el que están todos LOS CRISTIANOS. Y si él perseguía a los cristianos, estaba persiguiendo a Cristo… Y tuvo que callar… No habló, no protestó. Y Jesús le siguió diciendo –ahora era Jesús quien tomaba las riendas- lo que tenía que hacer… Y ni siquiera le dio solución… Un cristiano de los que Saulo perseguía, habría de ser quien solucionara su caso de hombre caído y ciego. Creo que es una de las lecciones más impresionantes que nos han trasmitido las Escrituras Santas. Y una necesidad de aprender que Dios tiene sus procedimientos de actuación, en momentos determinados, y que –a primera vista- se les puede protestar y blasfemar…, o si hay sensatez, se puede besar su “mano izquierda” porque con ella recupera a los díscolos, a los soberbios, a los recalcitrantes…
             El Evangelio es otro gran capítulo para nuestra fe. Jn 6, 53-58 es el estallido de la crisis. Por fin Jesús ha aterrizado en lo que quería decir, aunque poniendo a prueba la fe/confianza en Él: Yo soy el Pan de la Vida…, y os aseguro que si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros. Hay que reconocer el efecto natural de repugnancia y rechazo que provocó esta afirmación. [Para nosotros, que ya tenemos “traducido” esto, no es familiar y devoto, pero escuchado sin más por aquellos oyentes, era rechazable]. ¡Y lo rechazaron! “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna…; mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida…”
             Mañana tendremos la solución: Muchos discípulos de Jesús consideraron insoportable todo esto; incluso dentro de “las filas” de los íntimos hubo sus protestas… hasta el punto que Jesús siente la angustia de aquellas deserciones y pregunta a sus apóstoles si también ellos quieren marcharse… Menos mal que Pedro, se adelanta y se hace portavoz de quienes ni han expresado su parecer, y rompe por medio aquella situación respondiendo a Jesús en nombre de todos: “Señor; ¿adónde íbamos a ir sin ti, si sólo Tú tienes palabras de vida eterna? Es la respuesta que yo buscaba hace unos días en medio de mis muchas preguntas… Sólo buscar a Jesús POR SER ÉL QUIEN ES…, no tanto por lo que me da o me llena mi capacidad de amor y de sentido… No POR MÍ es lo que yo quiero decirle “quién digo que es Él”. Sólo pretendo decirle que Él es Él MISMO, y esa es mi razón de ser, mi confesión de fe.


             Imaginemos por un instante que María, la Madre de Jesús hubiera estado allí en aquella sinagoga, y hubiera visto la estampida de muchos y la amargura de alma de su Hijo. ¿Qué hubiera sentido y pensado? Mientras Jesús estuvo en candelero, daba gusto verlo seguido de muchedumbres entusiasmadas. Pero hoy de pronto se derrumba el mito, y Jesús pierde apoyos. Ha llegado la crisis, que va a marcar el resto de su acción. ¿Cómo hubiera vivido María todo esto, si hubiera estado presente? Acompañemos a María en este día y apoyemos con cariño y generosidad cuanto podemos hacer por el amor a nuestra Madre.

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