lunes, 26 de mayo de 2014

26 mayo: Ve y vende todo

La pobreza real
             Unas lecturas que se bastan por sí mismas. La primera de Hech 16, 11-15, que cuentan un periplo viajero de Pablo, hasta detener la acción en Filipos de Macedonia. Allí hablaba Pablo a la gente y una mujer, Lidia, se siente tocada por la palabra de Pablo y pide el bautismo para ella y para toda su familia, e insiste a Pablo para que traslade su estancia al propio domicilio de ellos. Como puntos a pensar: Lidia no se conforma con el bien espiritual de ella; lo amplía a todos los suyos. Otro aspecto que puede intuirse: no sólo se trataría de personas adultas que pueden elegir el sí o el no. Podría haber también pequeños. Y entonces el bautismo al que aún no tiene capacidad de decidir por sí mismo tiene un valor, siempre que los mayores asuman la formación y educación de tal menor. De otra manera no tiene mucho sentido porque –por decirlo así- la “satisfacción” es puramente “espiritual” del que consigue ese bautismo. Pero si se valora el Bautismo en lo que es de verdad –una consagración de vida- sería casi “profanar” lo sagrado cuando el bautizado se queda bautizado…, pero en la práctica no vuelve a tomar conciencia de aquel sacramento (realidad sagrada) que le cayó encima como podían haberle puesto una camisa que se queda vieja y se tira.
             Se comprende que las personas creyentes y que valoran los sacramentos (y sufren el dolor de sus menores no bautizados), prefirieran –si les fuera posible- llevarse al niño y bautizarlo “de matute” sin que nadie se entere. Pero es una satisfacción efímera, porque el tema que hay debajo es mucho más grave: los propios padres del niño, que pueden ser ajenos y aun reacios a esas sagradas prácticas de una fe creyente. Y el niño crece –en lo espiritual- como simple ovejita bautizada…
             En Evangelio, de San Juan (15,26-16.4) vuelve a insistir en el Espíritu Santo, que Jesús nos enviará desde el Padre, y que será en nosotros Espíritu de Verdad. Él dará testimonio de Jesús en la persona que recibe ese Espíritu, y a su vez esas personas así “tocadas” serán testimonio de Jesús. Se diría en breve expresión: el que se ha encontrado con Cristo, ya no puede dejar de amar a Cristo y de hablar de Cristo. Y eso, aunque surjan tiempos difíciles, de persecución abierta o solapada. Y hasta cuando llega la situación de amenaza de muerte por haber dado ese testimonio de Jesús.

             No salgo fácilmente de Mc 10, 23. El joven rico se ha marchado, con su trauma de incapacidad para realizar lo que parecía que tenía tan a la mano: irse tras de Jesús. Pero cuando Jesús le puso delante una disyuntiva: Jesús o el dinero, el pobre anónimo agachó la cabeza y escogió “su riqueza”. ¡Había fracasado vergonzosamente! Y Jesús se quedó también chafado. Había puesto mucha ilusión en aquel muchacho, y se había encontrado con las espaldas del que huye.
             Me hago una reflexión: estamos en un templo normal, gentes normales con fe normal… Se lee este evangelio en el que Jesús dice: ¡qué difícil va ser entrar en el Reino a los ricos…! E imagino a esas gentes normales “desconectando”: aquello no va con ellos. Ellos son normales, no son ricos…, y no se puede vender todo para dar todo a los pobres. El resto, que predica el sacerdote, ya está desconectado.
             ¡Ojo!..., que esas gentes son “tan normales” que ya se han hecho “ricos”. “Conmigo no va eso! -¿Y si buscamos en las alforjas de esos “normales”? A lo mejor son tan “normales” que se consideran mejores y más acertados que su vecino de banco en el templo. Tan normales que “su grupo” es el mejor. “Tan normales” que no ceden un ápice de “su sitio”, “su misión”, “su modo de ver”, “su juicio sobre lo demás”… Tan normales que su amor propio está sobresaliendo por encima de todo, de todos, y de todas las formas de alrededor. Y se van a sus casas y “llevan la razón” ellos, las cosas bien hechas son las que hacen ellos… Lo que hay “fuera” siempre es deficiente… O sea: poseen un “capital” de amor propio que no cabe en el Banco de España. Son mucho más ricos que cualquier rico.
             Traslado el tema a un mendigo que quiere “tal limosna” en efectivo, que no acepta un comedor social, que vive del engaño (porque incluso cobra su pensión menor o más pequeña), que desprecia al mundo “de los ricos” [que para él son “todos los demás], que no acepta una palabra que palie su necesidad. Puede ser que sea pobre de valor humano, pero tiene una “riqueza” con la que no acepta más que lo que pretende obtener.

             Y así podemos ir cambiando de escenarios. Con lo que quiero llevar a que este relato del “joven rico” no se queda tan lejos de nadie, porque por una cosa o por otra, todos reunimos un “capital” de “YO” que nos hace ricos…, de los que vuelven las espaldas al Reino verdadero de Jesús.

             La figura de MARÍA nos lleva al mundo del pobre de Yahwé, el que sólo se confía a Dios, cede de sí todo lo que hay que ceder, camina a oscuras y sin entender, pero cara al viento y el corazón abierto para recoger todo lo más ininteligible, pero conservado ahí dentro para irlo regurgitando ante Dios, sin haberse reservado a sí mismo nada de nada. ESA ES MARÍA. Eso define la vida de María. Humilde como su mirada al suelo y su corazón al Cielo… Habiendo dejado todo, aún a sí misma, con tal de que emerja la Palabra de Dios, la voluntad de Dios practicada y vivida.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad5:55 p. m.

    ¡Que ejemplo para mirarnos en ese Corazon de Madre
    Me encantan los comentarios que hace de María
    Gracias, padre, por tener todos los dias de este su mes para pararnos aunque sólo sean unos instantes y admirar la belleza de esta Madre que Dios ha querido dejarnos como modello de virtudes para llegar a Él .

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