21 mayo: Secuencias concatenadas

Tres platos fuertes

             Uno en la primera lectura: Hech 15, 1-6: Crisis en temas importantes, promovida por un grupo que irrumpe en la escena de Pablo y Bernabé. Unos que pretenden volver al pasado y que la circuncisión judía sea necesaria para ingresar en el cristianismo. La comunidad envía a Jerusalén a Pablo y Bernabé para evacuar consultas ante un hecho que puede hacerse serio. [En nada se parece, salvo en los efectos desestabilizadores, a las pretensiones de quienes hoy día pretenden establecer “obligaciones” de prácticas laterales en el modo de realizar determinadas formas: si o no la comunión en la mano; sí o no de rodillas o de pie; si o no a esas series amenazantes de “apariciones”…, etc. La pregunta que debe hacerse es: ¿qué bienes nos traen? Esto se enlazará con el final de la reflexión de hoy]. El hecho fue que esas alteraciones dieron lugar al primer Concilio Ecuménico de la historia de la Iglesia, para que ya no fuera “el tuyo” o “el mío”, sino la toma de postura oficial de una fe religiosa que no puede estar dependiendo de particularidades o preferencias.

             Otro plato fuerte es el de Jn 15, 1-8, una alegoría por la que Jesús pone como ejemplo del desarrollo de la Gracia el modo de ser de la vid, y cómo se actúa en ella. Téngase en cuenta que la vid era el plantío que tenía todo judío que, junto a la higuera, expresaba prosperidad. Jesús dice: Yo soy la Vid. Y ahora va sacando enseñanzas. ¿Cómo crecen y viven los sarmientos? – Si están unidos a la vid. ¿Qué pasa cuando un sarmiento se seca? – Que lo cortan y lo quitan de allí. Más aún: ¿qué hace el labrador con los sarmientos buenos y frondosos? – Podarlos, unas veces cortando algo; otras, despampanando. No dejarlos crecer en bravío; dirigiéndolos a que tengan las mejores condiciones para dar más fruto. Cierto que la “poda” puede parecer traumática, pero el labrador está dirigiendo la operación a que los sarmiento aprovechen al máximo la savia que les llega del tronco. Y sin mí, no podéis hacer nada. Lo que, como frase, es preciosa. Como realidad, muy exigente. Porque ¿no sentimos la tentación de ir al margen de la Vid cuando se nos antoja algo “a nuestra manera”? ¿En qué se fundamentan hoy todos los “cristianos-no practicantes? En que se creen  “unidos a la vid” porque “son buenas personas”, pero no dejan que sea la savia de esa VID la que les infunda una verdadera vida.

                El tercer “plato” lo da el seguimiento que estamos haciendo de San Marcos. Jesús ha tenido que corregir a sus apóstoles en esa obsesión que tienen por “ser el mayor”, “el primero”. Y concluyó Jesús que el primero es el que sirve…

                Exactamente al revés es lo que hace Juan a renglón seguido: halla a uno que en nombre de Jesús echa demonios, y se los trata de impedir porque no es de “los nuestros”. Le ha resbalado totalmente que el “primero es el que sirve”, el que ayuda, el que fomenta el bien aunque venga de otro. Y Jesús tiene que corregirle una vez más, y enseñarle que quien hace el bien en nombre de Jesús no está haciendo la guerra a Jesús y no hay que impedirle la buena obra. [Esto de “ser de nuestro grupo” o de no serlo, es un caballo de batalla muy serio, por ese vicio inoculado en nuestro amor propio de que “lo mío y lo que yo hago” es lo mejor y lo bueno. Hecho por otro, ya no]. Jesús le dijo a Juan: No se lo impidáis, pues quien está con nosotros no está contra nosotros.

                Llamativamente el evangelista une el párrafo siguiente con una copulativa “y” para continuar: quien escandalizara a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más vale que le cuelguen al cuello una rueda de molino y los echen al mar.  Esa “Y” copulativa me deja la impresión de querer hacer ver que “el escándalo” no tiene que ser de grandes pecados ni de situaciones llamativas. “Escándalo” puede ser el daño que se infringe a uno o una que hace el bien, pero como “no soy yo quien he tomado la iniciativa”, no me parece bien. Como no es de mi Movimiento, Asociación, Cofradía, Club…, ya no lo acepto de buen grado; incluso “trato de impedirle”. La respuesta de Jesús –en su pretendida llamada fuerte a la persona- es que es peor pecado que si acabara ahogada en el mar.

                Pero no hay que llegar a tanto, y Jesús va desarrollando la idea del escándalo con ejemplos muy concretos: ¿Es tu mano la que escandaliza? – Córtatela. ¿Es tu pie? –Córtatelo. ¿Es tu ojo? – Sácatelo. Y podemos añadir: ¿Es tu palabra? –Arráncate la lengua. ¿Es tu amor propio?... Etc., etc. ¿Es aquel intento de alterar la buena fe de los que seguían a Pablo y Bernabé, o de los que siguen las instrucciones de la Comunión según las normas establecidas magisterialmente?... Quiero decir con todo esto que el evangelio es mucho más práctico de lo que parece, y nos va poniendo puntos sobre las íes para que no desvirtuemos la verdad.

                ¿Imaginamos a María en aquella Iglesia primitiva poniendo zancadillas a los creyentes que iniciaban un camino? ¿La imaginamos poniendo cargas de detalles que ni van ni vienen para el fondo esencial de la fe? ¿Se nos ocurre imaginar a una Virgen amenazadora si no cumplimos tal o cual requisito? ¿Podemos imaginarla hoy casi jugando al aparecer y desaparecer múltiples –centenares- de veces? Su realidad evangélica, con tanta mesura, es un criterio de actuación mariana.