domingo, 3 de marzo de 2013

"SOY EL QUE SOY"


SEGUNDA OPORTUNIDAD
             Se puede definir este domingo 3º C de Cuaresma como “la segunda oportunidad”. Si así se queda uno solamente en el tema del Evangelio. Sin embargo creo que hay un horizonte de mucha más envergadura si arranca uno desde la primera lectura, que encierra la gran palabra de presentación que hace Dios de sí mismo, y de la que dependerá después todo lo demás.
             Cuando Moisés se queda admirado ante el fenómeno extraño de la zarza que arde en el monte y no se consume nunca, Moisés intenta escudriñar ese extraño suceso. Dios le sale al paso y le dice: Estás en terreno sagrado, descálzate.  Estás ante Dios; desnúdate de ti; deja de ser tú, y deja ser a Dios.  Yo he contemplado la aflicción de mi pueblo en Egipto y he bajado a salvarlo.  Y tú vas a ser mi lugarteniente.
             Moisés se queda perplejo y dice:  Pero ¿cómo me presento yo al pueblo hebreo? ¿Quién le digo que me manda? ¿Quién digo que eres Tú?  Y Dios responde con una respuesta sublime, misteriosa y expresiva: Soy el que soy.  Podría significar como una evasiva….: no te digo quién soy.  Pero significa algo muy grande: SOY QUIEN NUNCA FALLA, quien siempre es y que nunca podrá dejar de ser. SOY EL QUE SOY YO…, y nunca el que cada cual pretenda que yo sea…  No soy el que cada cual se ha fraguado en su idea…, el que cada cual quiere que yo sea y que yo haga…, y pretenda que yo sea al modo suyo. YO SOY DIOS Y NO HOMBRE. Yo SORPRENDO, yo siempre soy nuevo y siempre SOY…, lo que significa que NUNCA DEJO DE SER, nunca dejaré de ser.  Y ya podéis llevar la seguridad de que SIEMRE PERMANECERÉ.  Lo que hace falta es que vosotros me dejéis ser quien soy YO, y no pretendáis ponerme vuestros pequeños y hasta ridículos límites, con los que pretendéis siempre encerrarme cada uno en vuestro frasco humano.
             Y porque YO SOY, tengo el poder de hacer nuevas todas las cosas, de ofrecer una segunda oportunidad que podrá repetirse millones de veces mientras vosotros no pretendáis encajonarme. ¡Que es vuestra tremenda tentación diaria, pretendiendo cada uno poseer toda mi verdad, toda mi infinitud!
             Hay desgracias, hay realidades humanas de todo tipo y a todos los niveles, como aquella torre de Siloé que cae a plan y aplasta a muchos; hay bárbaros humanos que matan y torturan… Las víctimas de lo uno o lo otro no son personas castigadas por sus maldades.  Porque lo mío propio –dice el Señor- es ofrecer una nueva oportunidad, como aquel labrador que Jesús presenta en el Evangelio.  Un labrador amante de su plantío, y al que le cuesta dolor cortar la higuera frondosa que crece en el centro.  Y sin embargo la higuera solo tiene hojas y lleva años sin dar fruto.  Una solución fácil es talarla, arrancarla, y que no chupe jugo inútilmente.  Sería una solución muy humana.  La otra solución, aferrada a la esperanza es dejarle todavía un año ahí, y cultivarla más: abonarla, regarla, removerle la tierra… Y tener esperanza de que dé fruto… Que si no, la cortarás.
             Observo con dolor lo drásticos que somos, lo “perfectos”, que preferimos cortar antes que cultivar; que nos arrogamos el celo de Dios para defender holocaustos y sacrificios mientras nos alejamos de la misericordia, la paciencia y la grandeza del Corazón de Dios. Que al final de cuentas todos tenemos la tentación de ser “dioses”, a pesar del pequeño agujerito que somos, en el que no cabemos ni siquiera nosotros mismos. ¡Y ahí queremos encerrara Dios y queremos encerrar todas las manifestaciones de Dios, tan evidentemente mayores, nuevas SORPRESIVAS…, y que no tienen nunca fin, porque sería poner coto al propio Dios.
             Estamos en un momento sublime de la vida de la Iglesia. Por decirlo gráficamente ya ha hecho cada uno “el retrato robot” del papa que ha de salir.  Y por supuesto, cada uno ha hecho su “personal robot”, a la manera propia que cada cual desea, que cada cual piensa y quiere…, para que responda a los propios pensamientos o disipando los propios temores. Eso de DEJAR A DIOS SER DIOS, y dejar al Espíritu ser EL ESPÍRITU DE DIOS, ya se nos resiste.  No es precisamente el mejor exponente de la fe.  Y no digamos cuando el “retrato robot” procede de quienes no comulgan con la Iglesia, los que viven en otro círculo, y sin embargo ahora se quieren meter a ecir lo que la Iglesia ha de hacer, lo que el nuevo Papa ha de hacer.
             No está nada de eso en consonancia con la realidad sublime de que YO SOY EL QUE SOY, el inmanipulable…, con la realidad esencial de que Dios es siempre MÁS, y quiere sorprendernos.
             Luego resulta que EL QUE ES tan misterioso en la zarza, ha bajado porque ha visto el sufrimiento de su Pueblo en Egipto. También ese Dios tan Dios, es capaz de sorprendernos apareciendo COMO UN HOMBRE CUALQUIERA…, como yo mismo, para tocar desde la tierra la realidad de la tierra, viviendo desde lo más humano.
             Y al final resulta que ese DIOS DE LA ZARZA QUE ARDE, es un PAN DE VIDA que viene a las palabras del sacerdote, y lo recibimos todos ahí dentro, y es el infinito Dios pequeñito…  Ahora bien: ¿somos nosotros tan capaces de ser pequeñitos, que seamos capaces de DEJAR A DIOS SER DIOS?  Es un interrogante de mucha envergadura para plantearnos nuestra segunda oportunidad.

1 comentario:

  1. José Antonio10:07 a. m.

    Ciertamente, nuestra imperfección humana nos hace configurar una imagen de Dios muy "humanizada", y ello en todos los ámbitos, y es evidente que Dios trasciende nuestro limitado intelecto. Siempre pongo como ejemplo que es como si en un cubo (el ser humano) queremos meter el océano (Dios)... imposible. En esta Cuaresma deberíamos hacer un ejercicio (a través de la oración). de escudriñar no lo que ES Dios (sería inalcanzable para nosotros la tarea), pero si lo que NO ES Dios. Por último, qué lección más magistral la de Benedicto XVI cuando nos hace ver que la Iglesia está en manos de Dios. Los creyentes hemos de tener confianza en El en estos momentos y confiar en el Espíritu; qué pobreza de miras la de aquellos que no aman la Iglesia (aún declarándose creyentes), tan ocupados y preocupados por lo "humano" de la Iglesia, analizan lo que la Iglesia "necesita" en estos tiempos... ¡como si Dios no lo supiera!

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