lunes, 25 de marzo de 2013

Lunes de Semana Santa


          Hoy es en el calendario el día de la Encarnación. Pero la liturgia lo pospone porque estamos en una semana SANTA, cuyo centro está en la Pasión de Cristo y su Misterio Pascual. Pasará la celebración litúrgica al 8 de abril, lunes tras la semana de PASCUA

LOS POBRES
             Esta mañana, en el breve espacio de reflexión que Radio Nacional dedica a un pensamiento cristiano, expresaba el ponente el fácil recurso de todos los que atacan a la Iglesia con el consabido recurso a los pobres…, mientras que ellos no es que alargan su mano para dar a los pobres… porque encima de todo, Judas, el “defensor de los pobres”, lo que hacía era robar de la bolsa común. Pero era su recurso para atacar a Jesús. Recurso tan viejo como la vida: que los otros hagan…, mientras uno se queda en su butaca a verlas venir y a criticar lo que venga. La víctima fue Jesús, porque aquellos trescientos denarios que Judas no pudo aprovechar, acabaron colmando el vaso en su aversión contra Jesús.  María, la de Betania, fue una persona agradecida, una persona que hubiera dado su vida. Pero como eso no podía hacerlo, tomó su más preciado perfume para derramarlo sobre los pies de Jesús.  El que tiene buen corazón, hace lo que sabe y puede, y ofrece lo mejor que tiene.  Jesús se desenvolvió entre esos dos mundos…, pero el que más grita es el mundo de los protestones…
             La primera lectura (Is 42, 1-7) nos traslada a la confianza al mismo Dios, quien sostiene a sus elegidos, y pone en ellos su espíritu, para que pongan esa balanza en equilibrio.  Y no lo hace ni gritando ni imponiendo, ni rompiendo…  Promueve la bondad y esas leyes que brotan del fondo del alma sana, sin necesidad de códigos.  Lo hace dando vista a los ciegos, libertad a los cautivos y luz a los que están en tinieblas.
             Así comienza la semana del dolor, la semana de la muerte de Jesús. Lo que ocurra después, será “a lo Judas”. Porque “a lo Dios”, las cosas son de otra manera.

             Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado
             ¿Realmente se sintió Jesús abandonado de Dios? De una parte es un misterio que no podremos descifrar. Aquel “preámbulo” que San Ignacio pone al entrar a contemplar la Pasión: “considerar cómo la divinidad se esconde” es algo que hace comprender la Pasión en su justo medio. Porque Jesús no hizo “comedia de Pasión” sino que la vivió como uno de tantos, hasta la muerte de cruz. Por eso no podemos negar por una devoción que Jesús no tuviera esa dura experiencia de la desolación espiritual, que define San Ignacio como un sentirse como apartado de Dios. ¿Fue esa la sensación de Jesús en esos instantes espantosos de su padecimiento, casi ya entre estertores de la muerte?  A mí no me escandalizaría. Si Jesús pasó por ahí, me crea una profunda actitud de amor y agradecimiento hacia Jesús, que nunca hizo teatro de su vida humana.
             ¿Fue una oración, recurriendo al SALMO 21, que le reproducía mejor su estado personal, donde se narran los terribles padecimientos de quien sufre las mayores humillaciones y dolores…, pero con sus “plataformas” intermedias de abandono, fe, reconocimiento del Dios que nunca abandona y que –pese a todo el sufrimiento humano- siempre está ahí, siempre sostiene, siempre apoya la fe del que padece por la injusticia, la enfermedad, o por cualquier causa?  Porque aun en los casos de sufrimiento culpable, Dios no está ausente, y siempre deja el resquicio para que la persona pueda entrar en ese estadio de paz personal.
             Jesús REZÓ. Eso no cabe duda. Y su rezo no podía ser ahora una oración alegre, gozosa, agradecida…, cuando su vida se le iba de las manos en plenitud  de su edad. Donde se le fue el alma fue a ese Salmo de dolor. Y hasta es curioso que lo rezó en la lengua materna, el arameo. Eso que los psicólogos saben que es muy normal en personas que están en últimos momentos y vienen a expresarse en el lenguaje, casi balbuciente, aprendido en la niñez.  Eloí, Eloí…, un modo íntimo de dirigirse a Dios, que se le vino a Jesús a los labios en este momento.  Servirá de mofa a los soldados (que no conocían el arameo) y que creen que Jesús está pidiendo la ayuda de Elías…  La verdad es que Jesús estaba sumido en ese último rincón de la fe, ahí donde parece que ya no queda nada y sin embargo el alma está tocando a Dios en las fibras últimas del corazón.  Ya no hay remedio humano. Ya no queda sino ese abrazo del alma al Dios misterioso, que está por encima de todo.
             Será ahí donde se irán dirigiendo esos momentos finales de la vida de Jesús.  Ahí donde tenemos nuestro fuerte agarradero quienes tenemos el don de la fe.

3 comentarios:

  1. José Antonio11:42 a. m.

    María derramó ese perfume sobre Jesús, y su "olor" se extendió. Así es el corazón de la Iglesia (aún con defectos, SIEMPRE Madre), sus obras extienden el "perfume" (Caridad) del Evangelio de Jesús. Ese "perfume" es hoy tantas obras que SI llegan a los seres más desfavorecidos de la sociedad; podríamos poner cientos de ejemplos prácticos (no tan teóricos como las palabras de esos atacantes de la Iglesia), pero... "que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha". Ayer Domigo de Ramos, pensaba en cómo sería un "Domingo de Ramos del 2013"... y veía muchas similitudes con el original. Esta semana las calles se llenan, pero ¿se llena nuestro corazón de Jesús, el Hijo de Dios? Ojalá "visitemos" más el Evangelio que las previsiones metereológicas...

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  2. El Evangelio teórico se puede "visitar" frecuentemente, pero necesitamos experemintarlo, vivirlo y poner en práctica la Palabra de Dios en nuestra vida. No sirve solamente quedarse en la visita. Un buen momento para dar testimonio de esa fe que decimos tener es la Semana Santa, y metido entre nazarenos o tronos, es un buen sitio. Amaos unos a otros como yo os he amado.

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  3. A raiz de la pregunta de nuestro hermano Manuel Cantero, yo diría que debemos tener presente que Jesús es Dios y también Hombre, por lo cual, experimentó muchas de las situaciones dolorosas que viven los hombres, entre ella, la de sentirse sólo y afligido.

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