martes, 26 de marzo de 2013

Para abrir boca


Picando la antífona
             Es un término antiguo para indicar un comienzo inacabado. Yo hoy no podré más que picar la antífona, porque no dispongo de tiempo, aunque no renuncio a poder completar en el transcurso del día.
             Quiero dar mi interpretación de la liturgia de la Misa de hoy.
             Y empiezo –como ayer- por el Evangelio, una pieza dramática de una fuerza imponente. Jn  13, 21-33; 36-38 nos trae el momento en que ya se decide Jesús a levantar la liebre. Y ante la perplejidad de sus apóstoles, y posible pánico de Judas, dice: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Dice el evangelista que se miraron unos a otros y yo los imagino con una mirada de sorpresa, de horror, de sospecha, de costar trabajo admitir aquella palabra.  Y en Judas, un corazón de pedernal que intenta mantener el tipo, aunque ya está cargado de un nerviosismo hondo, y a punto de explotar.  Y Jesús, que tiene finura hasta el infinito, le da salida disimulada, sin que ninguno advierta ni sospeche. [Yo digo que tenían una extraña venda en los ojos].  Jesús le dice a Judas, como si allí no pasara nada, lo que ibas a hacer hazlo enseguida.  Y el corazón de Judas, ya llevado de los demonios pero más aún ahora en que –dice el evangelista- que entró en él Satanás-, sale en plena noche de su alma, esa noche sin aurora, que le llevará a la tiniebla sin amanecer.
             Por su parte, y porque Juan quiere dejar claro que allí había más tragedia de la que parecía, Jesús le anuncia a Simón Pedro que le va a negar. Simón se revuelve, hace acto de seguridad en sí de estar dispuesto hasta a morir, y Jesús le ratifica: Hoy me negarás.  Se mascaba la tragedia.
             Y es la 1ª lectura la que viene a poner luz sobre el fondo obscuro, anunciándose en el Siervo de Yawhé esa elección amorosa de Dios desde el mismo seno materno, para que ese siervo sufriente sea, sin embargo el que va a dar luz no sólo al Pueblo de Dios sino a todas las naciones.  Se apunta ya un amanecer luminoso, que en Cristo se convertirá en su propia PASCUA triunfal.  La tragedia no acaba en muerte sino en Luz.

1 comentario:

  1. José Antonio10:04 a. m.

    El evangelio hoy nos habla de un Jesús "...profundamente conmovido...". Sentimiento plenamente humano a pesar de su condición divina.
    Las negaciones de Pedro, son nuestras negaciones en la simplicidad de nuestras vidas: cuando no seguimos su Palabra, cuando nos olvidamos del prójimo, cuando no conseguimos ver más allá de nosotros mismos, cuando murmuramos sin ver nuestros propios errores, cuando anteponemos lo material al Señor, cuando hablamos de Cruz pero la alejamos con saña de nuestras vidas... esas son nuestras negaciones. Pero Jesús hace de nuestras debilidades, Amor. Lejos de encararse con Pedro, le encomienda la Iglesia. Nosotros, hemos de vivir nuestra misión como Hijos de Dios (comprometidos en el mundo) a pesar de nuestra debilidades y "negaciones".

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