viernes, 1 de marzo de 2013

Con el corazón más ancho


Cuaresma para construir
             Un nuevo momento cuaresmal, y –como tal- constructor de un mundo mejor, donde misericordia quiero y no sacrificios.  Donde las lecturas se ensamblan adecuadamente para trasmitir no una meditación sino un camino; no un análisis sino un proyecto de Dios. Y Dios es DIOS DE VIVOS Y NO DE MUERTOS, y no quiere la condena a muerte del pecador sino que se convierta y viva.  Esa luz es la que ha de orientarnos en el proceso de reflexión de los textos, por la propia intencionalidad pedagógica de quien estudió lo que quería dejar dicho.
             La parábola del Evangelio de hoy es la defensa de Dios de su proyecto salvador, en que quiere contar con los humanos, porque Dios no se queda en su altura del Cielo para soltar sentencias y epigramas. Y Jesús dibuja en la parábola a un pueblo al que se le ha encargado (arrendado) la viña el Señor (no el cortijillo particular).  Y de ese “arrendamiento” han de dar cuenta de sus frutos, porque el dueño es Otro.  Luego viene lo típico humano: que añadido por aquí, parche por allá, ideas personales  e intereses  creados, el contrato de arrendamiento ha quedado tan alterado que ya no responde a a la voluntad del Arrendador.  Peor: que los arrendatarios se lo adueñan a su modo y manera para hacer de la viña “su reino de taifas”.
             El Dueño envía a sus criados para cobrar…  Pero son apaleados, maltrechos, y hasta matados.  No responde el Dueño con venganzas ni con ejércitos que recuperen lo que le pertenece.  Aún tiene el valor de enviar a su Hijo…  Y en el colmo del paroxismo, los arrendatarios matan al Hijo para quedarse definitivamente de la viña.  Jesús se limitó a preguntar qué sería lógico que ocurriera.  Y ellos mismos son los que dan sentencia…, a su estilo: Hará morir de mala muerte a esos viñadores malos.  Conclusión muy humana y a la que se apuntarán muchos de nuestros contemporáneos.  Pero no Jesús.  Porque al fin y al cabo lo que Él quiere es que la viña rinda sus frutos, sin necesidad de matar a nadie.
             Y es la 1ª lectura la que vuelve sobre esos sentimientos de Dios. Los hermanos de Benjamín, empapados en sus celos, sus envidias, sus deseos que quitarse de en medio a aquel hermano preferido por su padre, por haber sido hijo de su vejez, están dispuestos hasta con llevar a su padre a la tumba, por la pena, con tal de descargar ellos sus malicias internas.
             Rubén viene a ser como un trazo de Dios en medio de aquella maldad de sus hermanos. Y aunque él no puede tener una influencia decisiva, sugiere un camino intermedio (que no es el que él desearía, pero es al menos, menos malo…, y con posibilidad de esperanza…) [Aquí Dios va poniendo el matiz humano a través de uno de esos hermanos… ¡Porque Dios no quiere la muerte sino la vida!, aunque Dios no dirija la vida a golpe de milagro… Pero tiene mano más larga…, y la deja salir a través de Rubén. “No le quitemos la vida; arrojadlo a un pozo, pero no le hagáis daño”. Ahí está Dios… Lo fácil hubiera sido acabar y marcharse.  Pero Dios no es así.
             Y hasta en la maravilla que es Dios, surgen aquellos mercaderes que se dirigen a Egipto y a quienes venden a José.  ¡Hasta le han sacado su provecho económico, en vez de matarlo!   Y lo que no sabían ellos es que estaba Dios fraguando la salvación de su propio pueblo para cuando llegaran los años de hambre…

             En el Sanedrín están los “jueces” religiosos haciendo el paripé de juicio contra Jesús. Juicio prejuzgado. Falso, amañado, mentiroso (y por supuesto que “en nombre de Dios y en defensa de su causa”), con toda la teatralidad mejor: vestiduras rasgadas para sobrellevar el fuego ardiente de la blasfemia…; no entraren el Pretorio para no caer en impureza pisando suelo pagano, y poder comer la pascua…  Pero ¿debajo?  Sentencia condenatoria: es reo de muerte.  No han necesitado más.
             Luego se dan de bruces ante un Pilato que pretende ser juez justo (aunque ya conocemos que su inquina con los sacerdotes no le dejaba ser imparcial).  Aun así, guarda las formas y con la ley en la mano pide la causa y razón de la sentencia que le solicitan.  Y surgen los “perfectos” que no admiten ni que se les pregunte, porque se sienten ofendidos por la pregunta. Y como no llevan nada preparado ni enjuiciado debidamente, se dan por ofendidos, y salen por cualquier sitio: si no fuera un malhechor no te lo hubiéramos traído.  En verdad que quedaron mucho peor. Y Pilato les espetó una bofetada verbal: Pues si ya lo tenéis decidido, allá vosotros con vuestras leyes.
             Me voy a quedar aquí. Lo que me suscita es la torpeza humana que es incapaz de dudar. Que nos hemos hecho un dios tan a nuestro tamaño que hasta creemos abarcarlo con nuestro entendimiento y “aplicarlo” con nuestras formulaciones.  Que tenemos miedo de dejarle a Dios la posibilidad de SER MÁS, de poder sorprendernos, de ganarnos por la mano, de SER DIOS a lo Dios y no dios al tamaño de cada humano.  Que ya sería un paso magnífico nuestro saber dudar, ser felices en la duda, abrirle las compuertas a Dios, y dejarle SER ÉL, sin pretender encapsularlo en nuestras cortas luces (que en el fondo son nuestra soberbia y nuestra ignorancia…, o sencillamente, la llamada de Dios para abrirle espacio a Él).

2 comentarios:

  1. Anónimo7:45 a. m.

    Promesas principales hechas por el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita de Alacoque:

    A las almas consagradas a mi Corazón, les daré las gracias necesarias para su estado.

    Daré la paz a las familias.

    Las consolaré en todas sus aflicciones.

    Seré su amparo y refugio seguro durante la vida, y principalmente en la hora de la muerte

    Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas

    Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia

    Las almas tibias se harán fervorosas

    Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección

    Bendeciré las casas en que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.

    Daré a los sacerdotes la gracia de mover los corazones empedernidos

    Las personas que propaguen esta devoción, tendrán escrito su nombre en mi Corazón y jamás será borrado de él.

    A todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!