jueves, 28 de marzo de 2013

Liturgia y comentario


JUEVES SANTO
             No sé si me equivoco al pensar que el JUEVES SANTO tiene para muchos un sentido más festivo que en lo que en realidad es. Puede ser que nos quedemos en la parte que de verdad hemos de celebrar como fiesta suprema, pero que no acabemos de llegar al fondo de lo que contiene, hacia donde va, en donde acaba.
             La liturgia del día nos sitúa. En el Éxodo 17, 1-8; 11-14, encontramos el origen de la celebración de la pascua judía, el paso de la esclavitud a la libertad, la fiesta sacrificial con la que los hebreos (judíos) preparan a prisa el momento de su liberación.  Su casi huida.  Porque mientras los primogénitos egipcios van cayendo heridos por una plaga inexplicable para ellos, los hebreos comen de pie, báculo en mano significando marcha, un cordero, al que se le ha extraído la sangre y con ella se han marcado las puertas de sus casas, como una sangre que es seguro de vida.
                Me detengo en un punto que fácilmente puede pasar desapercibido. El cordero o cabrito que han de ofrecer al Señor en acción de gracias y como símbolo de liberación, no puede ser el primero que se coge, ni el que pueda ser menos útil para criarlo.  Ha de ser animal sin tacha.  Y esto me suscita muchas cosas. Y es que a Dios no se le puede ofrecer algo a medias, algo que pueda estar manchado, algo que fuera como lo menos útil, o lo que sobre o lo que queda para el final.  A mí no se me pasan estos detalles. Porque me temo mucho que no tengamos el mismo cuidado en nuestros modos de relacionarnos con Dios. Que no ofrezcamos las primicias del día, que “no tengamos tiempo”, que Dios se nos quede como “devoción” (es antes la obligación que la devoción), y que al final estemos viviendo ante Dios sin contar sinceramente con Él en realidades muy concretas de la vida real: familiar, mirando al sentido del matrimonio, cuidando formas de trato a cualquier nivel, con nuestros egoísmos a cuestas, y con esas mezquindades con las que fácilmente nos “dispensamos” de aspectos básicos doctrinales y morales, personales y sociales, en lo individual y en lo relacional…  ¿Realmente podemos decir que el mejor cordero de mi rebaño es el que ofrezco al Señor cada día?

             San Pablo [1 Co 11, 23-26] nos pone ahora en la realidad de lo que fue un símbolo anunciador de aquella salida de Egipto. Aquel paso=pascua que variará la vida de un pueblo y lo pondrá en libertad, era un trasunto de una realidad de orden infinitamente superior. Porque lo que nosotros celebramos ya no es la pascua judía, ni una liberación de esclavitudes humanas.  Lo que ahora celebramos es el PASO desde una realidad de esclavitud del pecado a la libertad de una vida nueva y radicalmente diferente.  Pablo lo ha recibido de los que lo vivieron directamente y así –tal cual- lo trasmite: ahora no hay cordero (que era un símbolo). Ahora es Cristo el que se sitúa como Cordero en el centro de la celebración. Ahora no hay sangre de animal para asegurar la vida del pueblo de Dios. Ahora es LA SANGRE DE JESÚS, la que se derrama por vosotros y por todos para el perdón de los pecados.  Ahora no se come a prisa, sino que lo que allí está haciendo Jesús, quedará para todo el tiempo de la existencia terrena del nuevo pueblo de Dios.  Y el PASO va a ser el que Jesús mismo lleva en sí: morirá pero su muerte no será definitiva, porque en su misma muerte lleva ya la semilla que germina en Resurrección. Y así es Pascua del Señor, que da el paso de la muerte a la vida, del pecado a la salvación, del dolor a la posesión.  [He dicho que quedará para todo el tiempo…  Y eso es nada menos que el inenarrable momento en que Jesús instituye el Sacerdocio cristiano, el de la NUEVA ALIANZA, para perpetuar su único sacrificio, cuya potencia es tal que seguirá teniendo eco perenne mientras la vida sea vida: Cuantas veces lo hagáis, revivís la muerte del Señor hasta que Él vuelva].
             Pero el Evangelio –tenía que ser de Juan (13, 1-15)- nos traslada a la profundidad mayor de la Eucaristía, su misterio de sacrificio y amor. Y es que donde esa Eucaristía tiene su plenitud y a donde conduce- es a repetir el amor el Maestro y Señor, que si lava los pies de sus apóstoles, es para que ellos sepan lavarse los pies [servirse, amar al prójimo más que a sí mismos…] los unos a los otros.  Si Él lo ha hecho, ha sido para que nosotros así lo hagamos.  ¿Y no pone un poco de escalofrío pensar la falta de amor que palpamos a derecha e izquierda? ¿No nos está matando el egoísmo y el afán competitivo, el falso protagonismo, el espantoso egocentrismo en el que nos estamos desenvolviendo… (¡y el que esté sin pecado que tire la primera piedra!)?
             Pero es que la celebración del Jueves Santo no se acaba cuando hemos vivido los Santos Oficios de la Cena del Señor.  El Señor permanecerá en el “Monumento” toda la noche y hasta los Oficios del Viernes.  Es el tiempo en que se desarrolla la Pasión cruenta de Jesús… Es la terrible noche de las burlas, los salivazos, los juegos con el preso…, y las negaciones –hasta con juramento- del amigo: No conozco a ese hombre.  Y Simón cayó en la cuenta y lloró. ¿Nos hemos puesto a pensar si lloró Jesús en su soledad de espera hasta el juicio de la madrugada?   [Por eso aquella costumbre que tantos hemos vivido de pasar la noche en adoración y cercanía de amor y acompañamiento junto a ese “Monumento”, como una necesidad del alma a acompañar a Jesús en momentos tan fuertes… Porque al fin y al cabo, cuanto sucede en esta noche y en la mañana siguiente, no hubiera tenido que suceder si no fuera porque se hizo Cordero que quita mis pecados y los pecados del mundo].  Que de alguna manera buscáramos hacer de esa noche algo más que un sueño, o un pasarla como si nada ocurriera…, y la supiéramos “adornar” de algún aspecto o formas más íntimas cristianas, no sería una mera “piedad”.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad7:57 p. m.

    Jesús se nos da en la Eucaristía para fortalecer nuestra debilidad,acompañar nuestra soledad y como un anticipo del Cielo.A las puertas de su Pasión y Muerte,ordenó las cosas de modo que no faltase nunca ese Pan hasta el fin del mundo.Junto con la SAGRADA EUCARISTÏA que ha de durar hasta que el SEÑOR venga instituye el SACERDOCIO MINISTERIAL.

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  2. Anónimo10:26 p. m.

    El Jueves Santo es un día de enormes contrastes. "Chorrea Amor" de Dios para con los hombres y ésto ya es motivo suficiente para que fuera un gran festivo, pero esa demostración de Amor se ve perturbado en su esencia por el sufrimiento del SER que nos ama y que sufre precisamente por eso, nos ama.
    La Iglesia inventó la festividad del Corpus Christi para permitirnos alegrarnos por ese Amor.

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