viernes, 8 de junio de 2018

8 junio: EL CORAZÓN DE JESÚS


Solemnidad del SAGRADO CORAZÓN
Liturgia:
                      Una rica liturgia nos ofrece el CICLO B en la FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN con 3 lecturas cargadas del sentido del amor de Dios, que se manifiesta precisamente en Cristo, y que tienen su simbolismo en el Sagrado Corazón de Jesús.
          El corazón es un elemento frecuente en la vida diaria para expresar un máximo de sentimiento personal: “Te quiero de todo corazón”, “lo he sentido con todo mi corazón”, “te prometo de corazón”… Con el corazón expresamos simbólicamente el amor, y con el corazón o corazones atravesados por una flecha indicamos el amor hasta el enamoramiento. No es, pues, forzado celebrar la FIESTA DEL CORAZÓN DE JESÚS para indicar el amor de Jesucristo a nosotros, que es en definitiva el amor infinito de Dios a la humanidad y a cada persona en particular.
          Os.11,1.3-4.8-9 en la 1ª lectura nos sintetiza una historia del amor de Dios. Israel, desde el principio fue un pueblo amado de Dios. Era niño, recién formado, y de Egipto llamé a mi hijo; luego creció e  Israel era joven y le amé… Yo le enseñé a andar y le alzaba en mis brazos. Aunque él no comprendía, yo le curaba de sus llagas. Yo le atraía con correas de amor…, levantaba el yugo que lo oprimía y me inclinaba y le daba de comer.
          Toda una serie de imágenes de amor que hasta pudiéramos llamar “maternal” por parte de Dios, y que nos remontan al mismo origen de aquel pueblo, en el que ya Dios se mostraba amorosamente. Por eso la mirada al Sagrado Corazón nos lleva hasta el mismo amor de Dios a la humanidad, que luego se concreta en la cercanía del Hijo humanado y extendiendo su mano en beneficio de sus hermanos los hombres. Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas.

          La 2ª lectura (Ef.3,8-12.14-19) es la declaración de Pablo que se siente insignificante por sí mismo para trasmitir el inmenso mensaje del amor de Dios, ese misterio escondido desde el principio de los siglos y confiado ahora a Pablo: que se siente emocionado porque él es vehículo para los mismos seres celestiales para que lleguen a conocer el misterio de Cristo. Dice Pablo que: mediante la Iglesia, los principados y potestades en los cielos, conocen la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús.
          Por eso Pablo se siente anonadado y “doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que de los tesoros de su gloria os conceda abarcar lo ancho, lo alto, lo largo, lo profundo comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano”. [Por mucho tiempo se tradujo esa última expresión por “el amor de Cristo”]. Obsérvese que en esas dimensiones que ha nombrado Pablo, en ninguna se ha puesto medida… En realidad son dimensiones infinitas que abarcan el todo del todo. Por eso me sigue haciendo eco aquella traducción primitiva de ese texto, porque esos “límites” ilimitados del amor, corresponden precisamente al amor de Cristo, que es un amor infinito. Ese es precisamente el que se simboliza en el Corazón de Jesús.

          El evangelio de Juan 19,31-37 es el más expresivo  para mostrarnos al Corazón de Jesús, por cuanto que la lanzada  que le infringió el centurión, llegó hasta el mismo corazón físico de Jesús. La Vulgata tradujo que la lanza “abrió el costado”. Y San Agustín interpreta que ese costado abierto es la puerta de entrada al mismo interior de Jesús, a su Corazón, para que nosotros podamos entrar en sus sentimientos y en el horno de amor que arde en ese corazón de Jesucristo.
          Las imágenes con el Corazón fuera del pecho, llagado y con llamas, nos están poniendo ante los ojos esa realidad de un amor ardiente.
          Por otra parte, en la descripción evangélica se nos dice que salió de su costado sangre y agua, que es la prueba de que aquel corazón herido había dado de sí toda su sangre sin reservarse nada. El amor del Corazón de Jesús es el amor de Dios y es por tanto amor infinito que lo da todo.
          San Juan se goza en dar ese testimonio porque él lo ha visto con sus ojos y lo que trasmite es una verdad indiscutible. Luego lo lleva a la interpretación bíblica, que muestra a las claras que no le rompieron ningún hueso sino que lo traspasaron.

1 comentario:

  1. Hoy quisiera felicitar a todos aquellos que aman siguiendo el mandato del Maestro. Y a todos los que intentan amar así, y a todo aquel que se da cuenta de lo importante que es amar así. Y a todo aquel que conoce como nos ama Jesús. Muchas felicidades en este día.

    El mundo necesita más que nunca de este tipo de amor, el verdadero amor.

    España necesita mucho que Reine el Sagrado Corazón de Jesús en nuestras vidas. Pido pues, al que tiene la última palabra y del que depende el destino final de todos nosotros, que nos ampare y que nos acoja como sólo Él puede hacerlo. Amén.

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