martes, 26 de junio de 2018

26 junio: Normas de vida


Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados
          El perdón de los pecados es obra de Dios. Y Dios lo realiza a través de Jesús. Jesús paga, redime, con el precio de su propia sangre y deja clavada en la cruz la multa que merecíamos por nuestros pecados. Ya he comentado alguna vez aquel individuo que decía que le dieran un crucificado y le dejaran del Corazón de Jesús. Y el otro le respondió: ¿Y tú has visto alguna vez un crucificado sin corazón? Por tanto, sabiendo que la redención se realiza en la cruz y muerte de Jesús, ese crucificado llegó a la cruz por su gran corazón. De donde bien se puede afirmar que el Corazón de Jesús es propiciación por nuestros pecados. Jesús ofreció todo su amor, hasta la muerte, para realizar el perdón de la humanidad. Nos perdonó de todo Corazón. En su corazón divino ha hecho encerrar al pecado para llevarlo hasta la cruz y redimirlo. Y el corazón humano es la plasmación de todo ese amor.

Liturgia:
                      El evangelio de hoy es un mosaico de enseñanzas de Jesús. Mt.7,6.12-14 abarca varias afirmaciones. La primera es de enorme profundidad: No echéis lo sagrado a los perros, ni le echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán  para destrozaros. Esto tiene hoy una realidad muy fuerte. El mundo de hoy se ha hecho no sólo impermeable a lo sobrenatural sino enemigo abierto de lo religioso. No sólo prescinde de ello sino que lo ataca frontalmente. Toda esa táctica de “gestos” aparentemente inocuos de eliminar los crucifijos, de “prometer los cargos” suprimiendo los símbolos cristianos, de atacar los tiempos dedicados a las clases de religión católica, de favorecer a otras religiones…, etc., es realmente un exponente claro de aquello que Jesús pronunciaba en el sermón del Monte: ‘echar lo santo a los perros o las perlas a los cerdos’, es algo que acaban ellos pisoteando y revolviéndose contra la Iglesia con afán de destruirla. Jesús hablaba en su tiempo y en sus circunstancias. Pero el mensaje que Jesús nos dejó es perfectamente aplicable al momento actual. Es un principio general que tenemos que tener en cuenta.
          La segunda enseñanza que nos deja Jesús es: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas. Una regla de oro que habría que saber llevar a los detalles de lo cotidiano. Porque no basta con que no se haga el mal porque no queremos que a nosotros nos hagan mal, sino que el secreto está  en un detalle de gran importancia: Vivir pensando en los demás, actuar siempre contando con el que viene detrás. Esto hay que concretarlo en mil detalles de la vida diaria. Y tengo para mí que hay una ausencia muy fuerte de este principio, porque vemos que cada uno va a lo suyo: la persona mayor por su egoísmo de supervivencia, y el joven por su egoísmo de inconsciencia.
          Entrad por la puerta estrecha. Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos. Estamos en lo mismo anterior. La “puerta ancha” es puro egoísmo. Todo para mí y para mi comodidad y placer. Todo para mí: ande yo caliente y ríase la gente. De esto, estamos infestados de mala manera. Donde varios viven juntos, es fácil comprobar esa manera de proceder. O el que vive solitario y todo lo hace girar sobre su propio gusto. Muchos entran por ese camino, dice Jesús.
          Y advierte que  es estrecha la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos dan con ellos. Y sin embargo es el planteamiento cristiano. Yo diría incluso que el planteamiento de una mera urbanidad, como aquella que aprendimos los mayores y que hoy ha caído en desuso. Y sin embargo la urbanidad era una verdadera lección para formar hombres y mujeres en la verdadera extensión del término…, y disponerlos a vivir los principios cristianos de la “puerta estrecha y el camino angosto”, pero que hacía posible la convivencia placentera de los grupos de personas. Todos más felices porque todos se privaban de gustos personales, contando con el que venía detrás, con el que se convivía. Aquel rótulo que había en algunos baños: “Déjalo mejor que te lo encontraste”. Y así en todo. Y el resultado era poder estar a gusto y tener esa satisfacción de que lo mismo que yo me cuido de hacerlo bien para cuando llegue el otro, también el otro se esforzará por hacerlo bien para cuando llegue yo.
          Esto es evangelio llevado a la vida. ¡Y es evangelio…!

2 comentarios:

  1. "No echéis lo sagrado a los perros, ni le echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.", dice el Señor. Y yo me quedo sorprendido ante esta sentencia. Es una de las cosas que más me impresionan, porque normalmente, un apóstol está deseoso de bendecir a los demás, de anunciar la buena nueva, y de proclamar en estos tiempos difíciles por todos los medios posibles. Sin embargo Jesús, de nuevo aunque parezca contradictorio, no lo debe ser, ciertamente, porque Jesús nada hace contradictorio.

    Esto entroncaría para mi con lo que ayer comenté de los juicios y de la necesidad de saber bien que es un juicio y que no es un juicio, sino un discernimiento en base a lo que vemos y sabemos.


    Esto de no echar nuestras perlas a los cerdos, ni lo sagrado a los perros, lleva necesariamente aparejado un "saber", un "discernir" al perro y al cerdo al que no se puede echar la perla. Y hay que hacerlo, es preciso, porque de lo contrario nos arriesgamos a no seguir el consejo de Jesús que nos da hoy, sabiendo de antemano que de no seguirlo, seremos despedazados por los profanos.

    ResponderEliminar
  2. Nuestras creencias no siempre van a interesar a todos y esto tenemos que aceptarlo humildemente. Lo que más nos interesa es haberlo reconocido y haberlo interiorizado; en lo material pasa lo mismo; lo que no se ha ganado , se valora menos. La cultura del esfuerzo es necesaria para vivir de acuerdo con el Evangelio. Siempre tenemos que dar gracias al Señor por lo que nos ha dado y por lo que hemos podido aprender

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!