lunes, 18 de junio de 2018

18 junio: Ojo por ojo


Corazón de Jesús en quien están todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia
          La sabiduría se define como el grado más alto del conocimiento, y expresa la conducta prudente en la vida.
          La ciencia es el conjunto de conocimientos obtenidos por la observación y el razonamiento., de los que se deducen los principios y leyes generales.
          El Corazón de Jesús abarca el conocimiento más alto que puede tenerse, porque en él se halla la sabiduría de Dios. Y de Dios proceden los principios y leyes que rigen el universo. Dios es el que encierra todos los tesoros porque Dios lo tiene todo y no le falta nada. Por ello el Corazón de Jesús tiene en sí todo el caudal de sabiduría, y su conducta  -su modo de pasar por la vida entre los hombres- es un modelo incuestionable de todas las virtudes. Él ha cambiado el ritmo de la vida como legislador de nuevas leyes generales e indiscutibles como es la ley de la misericordia y el amor “como Yo os he amado”. Y él amó por encima de su propia vida. Es la nueva ciencia, la nueva sabiduría que marca un cambio en la historia de la humanidad. Miles de mártires y millones de almas, lo atestiguan como los nuevos sabios y prudentes de una nueva sabiduría.

Liturgia:
                      En Málaga (España) se celebra solemnemente la fiesta de sus Santos Patronos, los mártires Ciríaco y Paula con su liturgia propia. No obstante, este blog sale de esas fronteras y prefiero exponer la materia propia de este lunes, y en concreto –como venimos haciendo este mes- centrándonos en el evangelio, en el que se nos pone delante la plenitud de los mandamientos, tal como Jesucristo la fue desmenuzando en el Sermón del Monte.
          Hoy, con Mt.5.38-42, llegamos a un tema que está en candelero con las realidades que estamos viviendo en el Medio Oriente, y en los extremismos que se suceden todos los días de hechos y reacciones donde la muerte responde con la muerte, y el daño se paga con una violencia más fuerte.
          Se trata de la ley del talión, que estaba formulada por Moisés en los términos conocidos de ojo por ojo y diente por diente. Tal como la concibe Moisés no se trata nunca de venganzas que superan el daño recibido sino todo lo contrario. Lo que Moisés enseñó es a no hacer más daño del que uno ha recibido. Si te han dañado un ojo o te han partido un diente, tú no puedes ir más allá de atacarle al adversario un ojo y un diente. Pretendía Moisés atemperar los efectos de las venganzas desproporcionadas.
          Pero ahora Jesús lo lleva al terreno contrario: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario: si tu enemigo te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiere para caminar con él una milla, acompáñale dos.
          Es muy claro el pensamiento de Jesús. Y teniendo en cuenta cómo gusta Jesús de llevar las cosas al extremo para quedarse en el justo medio, es claro que Jesús no está buscando que le abofeteen a uno, o que tenga que ceder sus propias posesiones legítimas. Pero en su modo de exponer está dejando claro que lo que no admite es la venganza, ninguna clase de venganza. Antes hay que ceder de los propios derechos, que caer en la venganza y en el devolver el mal por el mal. Por el contrario se trata de vencer el mal a base del bien. Y eso es lo cristiano, eso es lo que pide el evangelio del Reino. Esa es la “plenitud” en el “no matar” y en el hacer el bien.


          La liturgia solemne de los Patronos de Málaga tiene tres lecturas: la 1ª, del libro de la Sabiduría (3,1-9). La vida de los justos está en manos de Dios, y no les tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían pero ellos están en paz.
          La 2ª lectura es de 1Pe.4,13-19: estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.
          El Evangelio está tomado de la literatura apocalíptica del texto de San Lucas: 21,9-19: Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

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