viernes, 15 de junio de 2018

15 junio:No cometerás adulterio


ESCUELA DE ORACIÓN (Málaga) a 5'30
Corazón de Jesús, abismo de todas a virtudes
          “Abismo” es una palabra ambigua que significa términos muy contradictorios. En sus acepciones positivas, que son las que quiere encerrar esa expresión en este nuestro caso, equivale a profundidad, hondura, inmensidad.
          Y “virtud” indica integridad, dignidad, honradez, honestidad, justicia, bondad, paciencia, entereza, perseverancia, generosidad, caridad…, y se puede resumir todo en una palabra, santidad.
          El Corazón de Jesús es, pues, la inmensidad y la hondura más profunda de la santidad, expresada en todo lo demás arriba indicado, y en muchas más cosas que podrían decirse. Toda forma de bondad en cualquier campo que se mire, es una virtud. En el Corazón de Jesús se eleva todo a lo infinito. Y cuando queramos avanzar en la virtud, el camino más recto es mirar a Jesús, ahondar en su corazón, y copiar sus actitudes.
         
Liturgia:
                      Otro mandamiento antiguo que es pasado por el tamiz de la “plenitud” (Mt.5,27-32). Habéis oído: “No cometerás adulterio”. PUES YO OS DIGO con esa autoridad del nuevo legislador que enseña llevar los mandamientos a lo interior del corazón de la persona, que quien mira a una mujer casada deseándola, ya ha cometido adulterio en su interior. Se pasa de los hechos a la aparente “simple” mirada. Y en la mirada –que no es tan simple- a los pensamientos y a los deseos… Y Jesús sitúa en este nuevo modo de entender el mandamiento la limpieza o suciedad de la persona en el fondo de su corazón.
          Dando la vuelta al tema, el casado que mira a una mujer soltera deseándola, también comete adulterio porque él está casado. Y lo que se dice del varón respecto a la mujer, vale igualmente a la mujer respecto al varón.
          Aquí estamos ante un problema álgido y muy hondo en un mundo tan sexualizado y superficial como el que estamos viviendo. Porque cuando Jesús ha bajado a ese detalle, quiere decir que se está ante un tema sensible para la limpieza de la conciencia, y que no sólo se reduce a la mirada a la mujer casada sino que abarca a toda mirada que va en la línea de “deseo” y satisfacción a costa de la vista. Se ha banalizado el mundo del sexo, se ha dejado resbalar por ese terreno, y nos encontramos con un declive notorio en la fidelidad a la mirada y a los pensamientos y no digamos ya a los hechos que atentan contra esa virtud que pide el equilibrio de la pasión sexual.
          Jesucristo no se anda con chiquitas y pide al que sigue la fe en él, que si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el abismo. Y en otro momento dice Jesús que la lámpara de tu cuerpo es tu ojo; si tu ojo es limpio, todo tu cuerpo estará iluminado, pero si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuánta oscuridad! Somos lo que es nuestra mirada y nuestra manera de ver y mirar.
          Y no se queda ahí. Ya está Jesús sobre un tema que le llega al alma y continúa diciendo –y no es baladí su enseñanza-: si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala…, por la misma razón anterior. Y no es que Jesús esté pretendiendo hacer tuertos o mancos sino que pretende llamar la atención seriamente sobre la gravedad del caso. Puede hasta no ser el pecado más grande que puede cometerse, pero su peligrosidad estriba en lo resbaladizo del tema, y las muchas implicaciones que arrastra consigo.
          Jesús vuelve sobre la materia del matrimonio como algo que le acucia (¡si viviera hoy!), y habla del divorcio y dice, con su autoridad de nuevo legislador: el que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio. Lo que explicado en el siglo XXI supone que se dice igual para la mujer que se divorcia y se casa con otro. Su nueva unión es adúltera.
          Lo más grave del caso es que nos hemos ido tragando la situación contraria y que casi llega a defenderse. Para ello le hemos cambiado el nombre –es la táctica de los envenenadores- y se le ha llamado: rehacer la vida. Y con ello, como dijo Jesús en Mc.7 a los fariseos, anuláis el precepto de Dios por seguir vuestras tradiciones.
          Mucho tenemos que ahondar en la verdad de la palabra de Dios para que tenga la fuerza de ser palabra de Dios que los hombres no podemos manipular ni tergiversar.

1 comentario:

  1. Terreno resbaladizo en el mundo actual. El adulterio no consumado pero deseado, es el paso previo, y Jesús llama la atención de forma muy contundente. Esto no está de moda, y va contra el mundo de hoy que se ve inmerso en una cultura totalmente permisiva, libertina y sucia. "El destape" que se inició en España con la Transición en 1976-77, ha llegado a unas cotas de degradación que cada día hace más seguidores, mientras que en el otro polo, el Evangelio anuncia que ese no es el camino, sino la santidad.

    Decir hoy: "No admito el divorcio", es tanto como convertirte en un ser anti-social que no va con los tiempos. Y no lo admito porque Jesús ha dicho que no es posible sin cometer un grave pecado. Hay matrimonios que se deshacen con una tremenda facilidad. Probablemente ese matrimonio, si fue sacramental, fue nulo, pero ese es otro tema. El caso es que predicar un "No al divorcio" te convierte otra vez en ser anti-social y con grandes posibilidades de llevarse el rechazo de muchas personas. Sin embargo, no hay solución: "O se es cristiano, o no se es".

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