domingo, 10 de junio de 2018

10 junio: La voluntad de Dios


PROCESIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN. MÁLAGA
          La imagen del Sagrado Corazón procesionará hoy por el centro de Málaga, haciéndose JESÚS presente a muchas personas que no frecuentan las iglesias pero que son adictas a los desfiles procesionales en alguna de las diversas formas de participación: como espectadores, como Hombres de trono, como Portadores, Músicos…
Para los fieles que viven estos acontecimientos como expresión de fe, el momento de una procesión es una reafirmación de esa fe, también desde esas diversas maneras de estar acompañando a la imagen por las calles de la ciudad.

Liturgia:
                      La 1ª lectura y el evangelio contraponen dos actitudes ante el proyecto de Dios. En la 1ª (Gn.3.9-15) Eva actúa escuchando la voz de la serpiente en contra de lo dicho por Dios, y acaba echando mano del árbol de la vida, tronchando esa vida y acarreando la muerte.
          En el evangelio (Mc.3,20-35) encontramos a otra mujer, María, que es alabada por cumplir la voluntad de Dios, pese a que la misma familia no está por la labor. Primero intentando llevarse a Jesús porque lo consideran fuera de sí porque está dado a hacer el bien y predicar el camino de Dios a las gentes, y luego trayendo a María como la manera de quitar a Jesús de su labor.
          En medio de las dos oportunidades Jesús ha de enfrentarse a los doctores de la ley que pretenden convencer a la gente de que Jesús está movido por Belzebú, en cuyo nombre -dicen ellos- echa los demonios.
          Jesús los invita a sentarse aparte y les hace la reflexión de que Satanás no puede echar a Satanás porque esa sería una pelea absurda y además así Satanás no podría subsistir.
          Advierte Jesús entonces algo que es de suma importancia: el pecado que cometen aquellos doctores de la ley es un pecado que acaba por no tener perdón. Y no es que no pueda Dios perdonar todo pecado cuando el pecador se reconoce como tal, sino que aquellos responsables religiosos han caído en lo peor que podían caer: en atribuir al espíritu del mal lo que sólo puede hacer el espíritu del bien, el poder de Dios. Jesús echa los demonios con el poder de Dios y aquellos doctores lo atribuyen a Satanás. Ese es el pecado que no tiene perdón porque no se reconoce como tal pecado y no hay arrepentimiento. Y Dios querría poder perdonar pero la persona no se pone a tiro para recibir el perdón de Dios. Es lo que Jesús llama “blasfemia contra el Espíritu Santo”, que ni es una blasfemia expresa ni nombra al Espíritu Santo. Pero ese Espíritu de Dios es el que inspira los buenos deseos y los buenos propósitos y aquellos doctores de la ley no están por acoger las inspiraciones de Dios.

          La lección que nos aporta la pedagogía de este domingo es la fidelidad a la voluntad de Dios. Esa fidelidad que tiene en María y en Jesús su exponente más claro porque ellos se plegaron en todo a los deseos y proyectos de Dios, María por su obediencia a los deseos de Dios, y Jesús porque actúa con el poder de Dios.

          La EUCARISTÍA nos lleva a esa esencia de lo que es vivir de acuerdo con los planes de Dios, que a Jesús le llevó hasta el sacrificio, el mismo sacrificio que revivimos en cada Misa por el que somos salvados todos los que aceptemos y vivamos acordes con el Espíritu de Dios que habita en nosotros.

3 comentarios:

  1. Escucha, Padre, nuestras peticiones.

    - Que estemos atentos a conocer tu voluntad. Roguemos al Señor

    - Que ninguna atracción humana nos aparte del bien. Roguemos al Señor.

    - Que tengamos la humildad de reconocer nuestros pecados. Roguemos al Señor.

    - Que participemos de la Eucaristía sabiendo que el sacrificio es parte de nuestro caminar en la presencia de Dios. Roguemos al Señor


    Señor Jesús: expulsa de nosotros el espíritu del mal y llévanos de tu mano a hacer lo que agrada al Padre.
    Tú, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.

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  2. Javier Madueño9:42 a. m.

    Desgraciadamente por tercer año consecutivo no podré asistir. Por suerte pude participar de la Eucaristía durante la Novena. Una pena.

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  3. Tuve que quedarme un año más en casa, sin poder participar en ninguno de los actos de la Festividad del Sagrado Corazón. Se lo he ofrecido por la conversión de los pecadores, como me ha pedido el Señor; reconociendo humildemente que soy una ¡gran pecadora.¡una pena; pero , así es!

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