martes, 1 de mayo de 2018

1 mayo: Varias celebraciones


Liturgia:
                      Dos posibilidades en este día: la memoria de SAN JOSE obrero, y la lectura continuada. Aparte del recuerdo afectivo al que nos lleva el comienzo del mes de Mayo, dedicado a la Virgen.
          El día de San José, patrono de los obreros y modelo para ellos, nos trae una elección entre dos lecturas: una, del Génesis 1,26 a 2,3, con la referencia a la Creación, en la que Dios trabaja en la obra del mundo, y Dios descansa al séptimo día del “trabajo” realizado. Es una lectura que dignifica el trabajo, supuesto que Dios “trabaja” (así lo afirmó Jesús en una ocasión: Mi Padre trabaja y yo también trabajo”).
          La otra opción, a elegir, está tomada de la carta a los colosenses (3,14-15.17.21-24), y en ella se dice: Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo para servir al Señor, sabiendo que recibiréis de Dios la recompensa. De ahí que seamos exhortados a vivir en acción de gracias.
          Finalmente el evangelio (Mt.13,54-58) nos presenta a Jesús como “el hijo del carpintero”, que es como podían conocer las gentes a Jesús en su entorno natural. José era un obrero, que es la expresión genérica a que se refiere la palabra original: un obrero de aldea que había de ganarse el pan de la familia con el sudor de su frente, con sus manos encallecidas por el trabajo.
         
          En la lectura continua nos encontramos con que la persecución contra Pablo arrecia y lo buscan en Licaonia y lo apedrean, dejándolo medio muerto. Los discípulos lo recogen y –junto a Bernabé- lo llevan a Derbe, Listra y Antioquía, donde sigue predicando, y anunciando por las calamidades que ha de pasar el apóstol de Jesús. Hace muchos adeptos y les exhorta a permanecer firmes en la fe.
          Designaba presbíteros, oraba en cada iglesia, y bajaron a Pisidia, Panfilia, Atalía y finalmente de nuevo Antioquía, donde permanecen una temporada ejerciendo su apostolado y haciendo muchos discípulos.
          En el evangelio: (Jn 14,27-31a), Jesús habló así a sus discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os doy, la paz de Cristo, la paz que profundiza, la paz que se enclava en el alma: no os la doy como la da el mundo. El mundo crea paz falsa, paz de “pasar la vida sin complicaciones”, una paz que no afronta las dificultades ni las contrariedades, que no quiere enfrentamientos. En cambio la paz de Cristo exige la lucha contra uno mismo, contra las pasiones, contra el mal.
Añade Jesús a aquellos hombres del sermón de la Cena, que estaban alicaídos tras los anuncios de aquella noche: No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Una de las razones para aquella tristeza de los apóstoles, porque les sonaba a despedida, a la que ellos no se habían hecho el ánimo. Y Jesús tiene que advertirles: Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis. Avisados están. Que cuando suceda, no se hundan. Entonces también tienen que seguir creyendo. Y no les augura un triunfo inmediato: Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no tiene ningún poder. Digamos: no tiene poder definitivo. Pues el primer envite parece ganarlo ese “Príncipe de este mundo”: será la muerte de Jesús, pero ha de saber el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado». La muerte ya no tendrá dominio sobre él. El paso por la muerte es obediencia a los planes misteriosos de Dios, pero no dominará la muerte y lo que quedará patente es que Cristo ha obedecido al Padre, y de ahí el triunfo posterior.
 
Nos quedamos finalmente en NUESTRA FELICITACIÓN A MARÍA en este comienzo del mes de Mayo, un nuevo impulso para acrecentar nuestro amor a la Virgen y para ofrecerle a diario esa FLOR que a ella más le pueda agradar. Hemos de buscar la manera de poner ante los ojos de nuestros hijos y familiares, de nuestros vecinos y conocidos, que no pasamos por el mes de mayo como por cualquier mes. Debe haber una nota visible en el hogar, que pueda suscitar la pregunta: ¿Qué es esto?, ¿qué celebras?, ¿por qué hoy este estampa, esta imagen, esta luz? Y será el momento de hacer catequesis sobre la devoción a María, como detalle de finura y devoción hacia ella, que encuentra su momento especial de expresión en este mes de muchas flores.

1 comentario:

  1. El Evangelio de la Misa de hoy recogela Promesa de la Paz que Jesús les hizo a sus Discípulos en la Última Cena: La Paz os dejo, mi Paz os doy..."Ahora se presenta delante de ellos y les dice" ¡Pax vobis!". Con este saludo entrañable, los Apóstoles se sintieron liberados de la vergüenza por haberse comportado con cobardía durante la Pasión.
    La envidia es muy mala consejera y, ante la elocuencia de Jesús, unos pocos, no aceptaban sus enseñanzas y apareció el diablo sembrando la división.

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