Llena de gracia, o agraciada.
El ángel anunció a María: Dios te salve, llena de gracia. Expresión que en el original se
condensa en la palabra “agraciada”, envuelta en gracia, elegida de Dios,
predilecta. Única. La criatura en la que Dios se volcó y la adornó con todas
las bellezas espirituales. Era una muchachita anónima en Nazaret. Una más de
las adolescentes de aquella villa. Y sin embargo ya llevaba la marca de Dios.
Dios puso en ella su sello, por el que sería bendita entre todas las mujeres, como le reconoció Isabel, movida
por la inspiración del Espíritu Santo.
Liturgia:
El libro de los Hechos continúa con
la historia de Pablo. (16,11-15). Y Pablo, viajero incansable va pasando por
varias localidades. Se detiene en Filipos, capital del distrito de Macedonia.
Allí se va por la ribera del río donde se reunían muchas gentes y en efecto
traba conversación con mujeres. Allí estaba Lidia, que adoraba al verdadero
Dios, y escuchaba a Pablo y sintió el toque interior del Espíritu para que
aceptara la enseñanza del apóstol. Se convirtió y fue bautizada, e invitó a
Pablo y compañeros a ir a hospedarse en su casa.
Ya enseña Pablo que la fe entra por el oído. Y a aquella
mujer le llegó la fe oyendo la enseñanza de Pablo. Después resulta que el
Espíritu sopla donde quiere y cuando quiere, y aunque otras mujeres habían
recibido la misma catequesis, sólo Lidia ha encontrado abierto su corazón para
aquella conversión.
Jesucristo enseñó también que en el momento oportuno, dos están moliendo, y una es tomada y la
otra dejada. Sencillamente esto de la fe no es una ecuación matemática sino
una evidencia de que el hombre no tiene en su mano el tipo de respuesta que
puede dar. Lidia sintió abrirse su alma; las otras no, o todavía no, o de esa
manera no. Es el misterio del hombre y el misterio de la gracia de Dios.
No se aviene fácilmente el ser humano de hoy a esa
situación. El individuo actual pretende dominarlo todo y poder manipularlo a su
modo. No acepta que algo esté por encima. Entonces no puede entender que él no
tenga en su mano todos los resortes de la respuesta. Pero luego, aunque le
pese, tendrá que convencerse que en la vida de la gracia, el hombre es “cero” y
que depende totalmente del momento en que quiera Dios abrirle el alma.
La herejía contraria es el pelagianismo que pretende que el
hombre es capaz por sus fuerzas de irse acercando a Dios. El Papa actual acaba
de publicar la exhortación apostólica: “Alegraos y regocijaos” [Gaudete et
exultate] en la que recoge la tendencia neo-pelagiana del hombre actual, que pretende
alcanzarlo todo por sus propias fuerzas humanas. Es el icono de la soberbia
dominante por la que el ser humano pretende alcanzar los dominios de Dios. Una
nueva torre de Babel en la que no hubo manera de entenderse.
El evangelio de Juan (15,26 a16,4) nos pone ya ante el
Espíritu Santo, el Paráclito, que Jesús enviará a los hombres desde el Cielo,
que es Espíritu de la Verdad, y que procede del Padre: él será el que dé
testimonio de Jesús. Y vosotros, los
apóstoles y los fieles, llevados por la fuerza e inspiración de ese Espíritu, también daréis testimonio de mí, porque
desde el principio estáis conmigo.
Jesús advierte que sus discípulos van a padecer persecución
de parte de los judíos, y que llegará una hora que los que los maten, crean con
ello estar dando culto a Dios.
Eso lo hacen porque no han conocido ni al Padre ni a Jesús.
¿Los judíos no han conocido a Dios, siendo un pueblo que todo cree hacerlo en
el nombre de Dios? –Pues en efecto no lo han conocido. Ellos se han quedado en
una visión tan incompleta y tan imperfecta de Dios, que realmente no lo han
conocido.
Y me pregunto: ¿cuál es nuestra visión de Dios, nuestro
conocimiento de Dios? Porque muchas veces nuestras obras no son un testimonio
de haber conocido a Dios, con ese conocimiento que no es de la mente sino del
corazón.
No digamos las personas angustiadas de conciencia, o las
que tienen una idea del pecado que no es algo personal que desagrada a Dios,
sino algo así como “una teja” que le cae a uno encima, sin quererla ni
pretenderla.
Dios es ALGUIEN; no es “algo”. No es una “norma” o precepto
como una ley de circulación. Dios es una Persona a la que se le ama o a la que
se le niega el agrado al que conduce una relación de amor.
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