viernes, 4 de mayo de 2018

4 mayo: El Espíritu Santo y nosotros


Me llamarán bienaventurada
todas las generaciones, porque Dios hizo maravillas en la pequeñez de su esclava. Fijó sus ojos en la esclava, la escogió, la destinó a ser la MADRE DE SU HIJO en el enorme misterio de la encarnación.
          Jesús, el Hijo de Dios, nació de mujer. Ella se puso a disposición de Dios para que realizase el proyecto de siglos. Ella estuvo disponible: Yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
          Y la PALABRA SE HIZO HOMBRE y habitó entre nosotros.

Liturgia:
                      La 1ª lectura de hoy (Hech.15,22-31) es lo que hoy se llamaría “documento conciliar”. Es el envío a Antioquía (donde se había generado la duda de la circuncisión) de Pablo y Bernabé y otros discípulos, miembros eminentes, para que den a la comunidad cristiana la decisión final de la discusión que se había originado, y que ahora se resuelve con la plena autoridad: Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que las indispensables: que no os contaminéis con la idolatría, que no comáis sangre de animales estrangulados y que os abstengáis de la fornicación.
          Con ello salen al paso de aquellos judaizantes que habían pretendido, sin encargo de los responsables de la iglesia, imponer la circuncisión a los gentiles, como paso previo para recibir el bautismo y la fe cristiana. Ahora queda ya sancionado con la autoridad del Colegio apostólico que no se ha de imponer esa carga. Queda concretada la exigencia básica a tres temas: la idolatría, la sangre de animales estrangulados y la fornicación.
          Tres pecados capitales que se subrayan en la Iglesia primera: el tener “ídolos” a los que se ponen en el lugar de Dios. El segundo es el respeto a la vida: la sangre es el vehículo de la vida. Y el tercero es un tema de banalizar el sexo.
          Y me pregunto si no serían hoy tres temas que la Iglesia volvería a subrayar en el mundo actual, como condicionantes para vivir en el seno de la iglesia del siglo XXI, cuando es una realidad que los ídolos pululan por todas partes y de múltiples formas; cuando el aborto mata a diario tantas criaturas inocentes y cuando hoy mismo una facción política está pidiendo regularizar la eutanasia. El último tema es ya una pandemia en la sociedad enferma que estamos viviendo, en la que al lado de muchas protestas sobre tema de abuso de sexo, sigue fomentando la falta de respeto en esas relaciones y promiscuidades que se está viviendo.
          Pienso que el mundo actual es de una hipocresía fulminante, y se lleva las manos a la cabeza por los efectos, pero quiere seguir “disfrutando” de las causas.
          ¿Qué nos dirá hoy “el Espíritu Santo y nosotros”, según aquella autoridad moral que nos presentan los responsables de la ortodoxia en la Iglesia primera?

          Jn.15,12-17 son principios básicos de vivencia cristiana en el evangelio del presente día:
-          Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
-          Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los que ama. (Los amigos. Y vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando).
-          Ya no es llamo siervos; os llamo amigos… porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
-          No sois vosotros los que habéis elegido. Soy yo quien os he elegido;
-          Y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure.
-          De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé.
-          Esto os mando: que os améis unos a otros.

No cabía intervenir de por medio, sino transcribir esos principios básicos. Y que sirvan de oración honda a los lectores, y no montarse por encima de ese sonido que debe resonar en el alma, escuchando a Jesús mismo que nos va dejando caer esa semilla singular.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!