domingo, 6 de mayo de 2018

6 mayo: Dios es AMOR


Día de la MADRE
          Desde mi niñez, siempre identifiqué el DÍA DE LA MADRE con la fiesta de la Virgen, modelo de madres y madre singular. Mi madre sería un reflejo de la MADRE. Y eso que yo adoraba a mi madre carnal. Pero la verdadera celebración la referí siempre a la Virgen Maria.
          Cuando este año llegamos al “día de la madre”, no puedo menos que sentirme hijo de María, mi madre del cielo, la madre de Jesús, mi centro. Y venerar en María todo ese proceso de educación maternal que ella vivió en Nazaret, y que lo ha seguido haciendo conmigo.

Liturgia:
                      El protagonismo de este domingo está en el AMOR. Las tres lecturas inciden en ello.
          El evangelio de Jn.15,9-17 comienza con esa afirmación de Jesús tan impresionante: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. El amor del Padre a Jesús es incuestionable. Pues de la misma manera es el amor de Jesús a sus apóstoles. Y en ellos entramos también nosotros. Somos amados de Jesús. Y lo que nos pide Jesús en correspondencia es que nosotros permanezcamos en su amor.
          ¿Cómo se vive ese amor nuestro a Jesús? -Guardando sus mandamientos. Y guardándolos con toda fidelidad como él ha guardado los mandamientos de su Padre y permanece en su amor.
          Quiere Jesús que tal realidad provoque en nosotros un sentimiento de honda alegría, que llegue a plenitud.
          ¿Y cuál es su mandamiento, el mandamiento de Jesús? –Que os améis unos a otros como yo os he amado, Que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por el que ama. Y Jesús pone su vida a favor de los hombres porque los ama, porque los hace sus amigos. Y nosotros seremos amigos de Jesús si hacemos lo que él manda.
          Jesús se pone a la altura de nosotros: ya no os llamo siervos sino amigos. Esto encaja con la postura de Pedro ante Cornelio, al que levanta del suelo y le dice que esté de pie ante Pedro porque yo soy hombre igual que tú. No está por encima, aunque Pedro represente a la Iglesia. Cornelio no es considerado “siervo” sino amigo. (Hech.15,1-2.22.29). Tal como Cristo hace con los suyos. Y es que el amigo conoce lo que hace el amigo, y Jesús se ha manifestado en totalidad a sus apóstoles, que conocen los pensamientos y los sentimientos de Jesús. Jesús todo lo que ha oído a su Padre, se lo ha dado a conocer a sus apóstoles. Y en la enseñanza de los apóstoles estamos nosotros, que recibimos el legado de Jesús a través del evangelio y de la Tradición de la Iglesia.
          Somos elegidos de Jesús, que fue quien tomó la iniciativa de esa elección, por puro amor a nosotros. Y en consecuencia lo que pidáis al Padre en nombre mío, os lo da. Lo que yo os mando  es que os améis unos a otros.

          La 2ª lectura es también sublime en la presentación del amor. 1Jn.4,7-10 empieza como acabó el evangelio: Amémonos unos a otros. Y la razón fundamental es que el amor es de Dios y todo el que ama, ha nacido de Dios, porque Dios es AMOR. O dicho de manera que se nos haga concreto, Dios se nos manifiesta amando…, en actos de amor. Dios no sabe hacerlo de otra manera.
          Su amor se manifestó en que mandó al mundo a su Hijo único para que tengamos nosotros la vida por medio de él. El amor consiste en eso: en que Dios nos amó y envió a su Hijo para pagar por nuestros pecados.
          ¡Cómo habría que insistir en este punto a quienes tienen una idea de temor en su relación con Dios; los que no se relacionan con Dios porque prefieren hacerlo con el Hijo! Pues precisamente el Hijo está ahí y es como es porque el Padre lo ha enviado para nuestra salvación. Y en eso se muestra el verdadero amor.

          Vivamos esa realidad en la EUCARISTÍA en la que viene a nosotros Jesucristo, realmente presente, y como el fruto de un sacrificio de muerte, como el precio de nuestros pecados. Pero ahí se hace también presente el Padre, que envió al Hijo, y del que es inseparable. Cristo ha redimido; el Padre ha fraguado ese misterio de redención por el inmenso amor que nos ha tenido y que nos tiene.


          Pidamos a Dios que haga crecer en nosotros el amor mutuo.

-         Para que guardemos el mandamiento de Cristo y así permanezcamos en su amor, Roguemos al Señor.

-         Para que conozcamos internamente a Jesús en la meditación del evangelio para poder amarlo cada vez mejor, Roguemos al Señor.

-         Para que sepamos valorar a los amigos y les seamos fieles en toda ocasión, Roguemos al Señor.

-         Que la EUCARISTÍA nos haga amar al Padre que envió a su Hijo para el perdón de nuestros pecados. Roguemos al Señor.


Que el Espíritu Santo que vino sobre Cornelio, invada también nuestra vida y nos haga sentir con los sentimientos de Jesús.
                        Lo pedimos por el mismo Jesucristo N.S.

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