jueves, 3 de mayo de 2018

3 mayo: San Felipe y Santiago


Virgen Santa, madre mía
Luz hermosa, claro día.
          María, Virgen antes del parto, en el parto y después del parto.
          Madre mía porque así lo ha querido Jesús: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
          Luz hermosa, faro esplendente, resplandor de Dios en la tierra de los humanos. Donde Dios puso su mirada y a la que adornó de doce estrellas que brillan más que la luz del sol: CLARO DÍA. En María no hay noche. Brilla siempre con resplandor de cielo.

Liturgia:
                      Cuando he acabado de preparar el tema de hoy, desde la lectura continuada, muy interesante, caigo en la cuenta de que es la fiesta litúrgica de los santos apóstoles FELIPE Y SANTIAGO. Y quiero aportar también en el blog la correspondiente liturgia de la fiesta, aunque lo haga con más brevedad por eso de que tenemos ración doble.

          La 1ª lectura está tomada de la 1Cor.15,1-8. No es una lectura específica de estos dos apóstoles (aunque se nombra a Santiago) pero es el kerigma cristiano en la formulación más primitiva del mismo, que fue la que Pablo dirigió a los fieles de Corinto. Y creo que merece la pena copiarlo porque “kerigma” es la base fundamental de toda la fe cristiana, el elemento substancial que expresaba el núcleo de la fe.
          Hermanos: Os recuerdo el Evangelio que yo os prediqué y que aceptasteis y en el cual estáis firmes. Este Evangelio os salvará, si lo cumplís tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habríais creído en vano. Ya esta entrada del capítulo es emocionante por sí misma porque Pablo se ratifica en algo que ya ha dicho y dejado como esencial para la misma salvación, teniendo en cuenta que “salvación” expresa la plenitud de la fe en Cristo, que nos da salud plena. Y continúa:
Os transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles. Finalmente, se me apareció también a mí.
Pienso que es de los textos que bastan por sí mismos y que no es menester explicar. Es el documento más primitivo de la Iglesia y en él se anuncian las apariciones esenciales, poniendo entre ellas la de Santiago, que no nos consta por los evangelios.

El evangelio es de Juan (14,6-14) recientemente tratado, y que tiene su referencia a Felipe que pide a Jesús que les muestre al Padre y con eso nos basta. Lo que le da a Jesús la oportunidad de afirmar que el Padre y yo somos uno. Las obras de Cristo son las obras del Padre, y las obras del Padre son las que realiza Cristo. Basta mirar esas obras para que las gentes crean en Cristo. Es por tanto un texto de una densidad teológica especial porque manifiesta la divinidad de Jesucristo en esa su identidad con el Padre.
La conclusión del texto es esperanzadora; Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.


Sigue la otra liturgia de la lectura continua.

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