miércoles, 16 de mayo de 2018

16 mayo: Oración de intercesión


MARÍA DE LA ESPERANZA
          La esperanza cristiana es una virtud teologal. Sigue a la fe y se fundamente en la seguridad que se tiene de que Dios siempre va a estar ahí. Y que, por tanto, caminamos hacia Dios, que es nuestro fin y nuestro destino.
          María vivió siempre colgada de la fe. Y por tanto en esperanza firme de que su vida iba dirigida a Dios, y que Dios nunca le iba a fallar.
          La esperanza es virtud “de camino”, transitoria, propia de la vida peregrina en la tierra. En el cielo no habrá esperanza porque la posesión será plena y total sin resquicio a que se pueda perder y por tanto sin necesidad de esperar.
          María vivió un cielo en la tierra porque se abandonó plenamente a Dios. Y nos llama a tener tal seguridad en Dios que la esperanza esté ya llena y se parezca lo más posible a una posesión.

Liturgia:
                      Estamos en la despedida de Pablo de los fieles de Éfeso y de sus pastores. A ellos les advierte la situación dura por la que van a pasar, porque una vez que él se vaya, otros van a querer entrar como lobos feroces. Tienen que estar muy alerta para conservar lo que han aprendido, en lo que él ha puesto sus cinco sentidos en hacérselo saber.
          La obra de Pablo en Éfeso ha sido totalmente gratuita; se ha dado allí por razón del evangelio y no para obtener beneficios: “es más dichoso el que da que el que recibe”.
          “Os dejo en manos de Dios y de su palabra, que es gracia, y tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos”.

          El evangelio de Jn.17,11-19 expresa el cuidado y las atenciones que Jesús ha tenido con sus discípulos y de una manera especial con sus apóstoles, que son los que en este momento están recibiendo la oración de Jesús: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros”. Primera petición, la unidad, el que marchen al unísono. Y no con cualquier unión sino con esa unión que hay entre el Padre y el Hijo.
Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Era la herida que llevaba Jesús en su corazón. De los Doce, uno se convirtió en “hijo de la perdición”. Pero sabe Jesús que no le había faltado a ese tal los mismos cuidados, las mismas delicadezas, el mismo trato que los otros Once. Y concluye: Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. El “mundo”, esa pesadilla que tiene Jesús presente en estos momentos. Ese mundo que vive de espaldas a la verdad y a la honradez. Un mundo en el que tienen que desenvolverse sus apóstoles porque no pido que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. Eso sí: que los guardes de la influencia del mal, de ese mal que domina el mundo y que el mundo pretende devorarlos porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Jesucristo es el antagonismo del mundo. Ya es proverbial que los enemigos del hombre son “mundo, demonio y carne”. Y casi podría decirse que el mundo y la carne, porque el demonio está sobre todo ese estado de cosas que pretende destruir los valores evangélicos.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. La petición final de Jesús, como una síntesis es ese: santifícalos en la verdad. Llévalos a la santidad por la adopción de la verdad, es decir, porque vivan tu Palabra. Así, en esas condiciones son enviados al mundo, con esa fuerza de la misión que Jesucristo imprime.
“Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”.

1 comentario:

  1. Ser discípulo del Señor no es fácil , porque Él va delante sirviéndonos de Modelo, y¡qué modelo!. Ser discípulo hoy, en un mundo relativista que da por aceptables toda suerte de transgresiones y que favorecen la corrupción, no sé, como que vas un tanto despistado...El Señor nos pide que seamos prudentes y humildes, muy humildes; y que no caigamos en el desánimo o en el triunfalismo; que seamos fieles a Jesós, que nos mantengamos fieles al camino de la FE.

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