miércoles, 30 de noviembre de 2016

30 noviembre: Miseria y misericordia

El evangelio del día
          Mt. 15, 29-37.-         En la búsqueda de “las entrañas” de una narración evangélica, en la que hay tanta riqueza, pongo dos notas de atención:
1. Jesús viene rodeado de unas muchedumbres muy especiales: lisiados, cojos, tullidos, ciegos, sordomudos y muchos otros. Los echaban a sus pies y Él los curaba. Por eso no es extraño que aquí no se hable de predicación de Jesús ni de gentes deseosas de escuchar la palabra. Están en otra necesidad previa: sus muchas y variadas carencias. Y Jesús acude a esa necesidad curándolos, primero, y dándoles de comer, después. Porque no podrán entender nada del Reino si primero no llenan sus estómagos y no ven las obras de la misericordia de Jesús sobre las propias reales miserias.
2. Jesús sintió una gran conmiseración ante ellos...: “se le conmovieron las entrañas”, es la expresión original en griego. No es simple “lástima” como ha traducido el texto oficial. Hay mucho más en el interior del Corazón de Cristo. No es la “lástima” sentimental; es el corazón que se hace trizas al ver tanta miseria y tanta necesidad.
        El pensamiento que hoy nos puede dejar el Adviento debe ir muy en línea de sentimientos hondos de nuestro corazón. ¡Tener más corazón ante las cosas! Ser más humanos para poder acercarnos a ser “más divinos.
        En esa línea, y ya con el espíritu de adviento, elevando lo material al plano mesiánico de salvación, ha ido la 1ª lectura hablándonos de un Dios que prepara vinos de solera, manjares suculentos…, que enjugará las lágrimas de los rostros y el oprobio del pueblo. Empezar por acudir a los problemas humanos (evangelio) para poder hablar de los espirituales.

Lc 1, 17-23.- Zacarías podía estar perplejo, intentando comprender y asimilar cada palabra del mensajero divino. ¿Qué le anunciaba realmente? Se clarificó Zacarías cuando “el ángel” le dijo: “ese niño Juan precederá delante del Mesías, para retornar los corazones de los hijos (=los judíos actuales) a la de sus padres (=los que vivieron fieles a la promesa de Dios), y de los rebeldes, a la prudencia de los que fueron justos, y así preparar un pueblo bien dispuesto a la llegada del Señor”.
Zacarías, en su atolondramiento, no sabía si escuchaba o soñaba; si le hablaban en realidad o en figura. Yo digo que no sabía ya ni lo que decía, y que “se coló” en pedir una prueba. ¿No le habían bastado todas las pruebas de Dios en aquella conversación? ¿No le bastaban los diversos ejemplos parecidos de la historia de la salvación? Y preguntó aturdidamente: ¿en qué conoceré yo eso? Porque soy viejo, y mi mujer también. Y el ángel se identifica como el de las gestas sublimes de Dios, Gabriel, que asiste a la derecha del trono de Dios, y le da la prueba: “permanecerás mudo hasta que se cumplan estas promesas” ¿Querías una prueba? Pues esa será la prueba
Y cuando salió fuera, con todos los fieles extrañados por la tardanza, Zacarías “dio la prueba”. Realmente –advirtieron todos- que había tenido una visión. No era menester preguntar. La “prueba” estaba patente. Y poco habría que explicar cuando Zacarías salía del Santuario con la señal en su semblante de las experiencias profundas vividas.
Los demás sacerdotes pretendieron saber… Zacarías hizo señales de que “más tarde”. Primero cumpliría su ritual al quitarse los ornamentos de lino…; tendría tiempo para reflexionar, orar y pensar. El silencio tranquilo, la serenidad que necesitaba, serían el gran medio para poner un poco su mente en orden. Zacarías se retiró. ¿Qué pensó en ese tiempo, no es fácil de imaginar? Desde el, misterio vivido, a la imprudencia de su pregunta, a la ventaja de espacio de silencio para poder entender un poco mejor a Dios y sus maravillas misteriosas.                          [Del libro: QUIÉN ES ESTE]

HOY ES SAN ANDRÉS, fiesta litúrgica que, por tanto, se monta sobre la liturgia del adviento. En su 1ª lectura acentúa el valor del mensajero de la fe, que es enviado y ha de trasmitir esa fe para que otros puedan tener noticia de ella. Son benditos los pies del mensajero que anuncia la Buena Noticia. (Rom. 10, 9-18).

En el evangelio (Mt. 4, 18-22) nos pone la llamada que Jesús le hace a Andrés, que echaba el copo en el Lago: Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. También es ese momento en que Jesús se hace mensajero de la fe, y se la hace “oír” por la palabra de la llamada. Sin esa palabra no hubiera conocido Andres los proyectos de Jesús. Con la palabra le trasmite su voluntad. Y Andrés secunda el llamamiento y se va tras él.

1 comentario:

  1. Ana Ciudad11:56 a. m.

    Terminamos el mes de noviembre con la fiesta de san Andrés.
    Andrés y Juán fueron los primeros dicípulos qu llamó Jesús según nos relata el Evangelio.
    juan nunca olvidará la hora de su encuentro con el Señor:"Era alrededor de la hora décima", hacia las cuatro de la tarde."VENID Y VEREIS"Es en el trato personal con el Señor donde Andrés y Juan conocieron, por experiencia personal, aquello que con las solas palabras no hubieran entendido del todo.El encuentro personal con Jesús dejó a Andrés con el alma llena de felicidad, una alegría nueva que era necesario comunicar enseguida y se apresuró a acudir a su hermano, para hacerle partícipe de su dicha.
    Tambien nosotros tratamos a Jesús en la intimidad, que pasa por nuestra vida y a veces con paso rápido y que no seria posible seguir con demasiados fardos .
    Cuenta la tradición que San Andrés murió alabando la cruz, pues le acercaba definitivamente a su maestro.

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