jueves, 10 de noviembre de 2016

10 noviembre: Carta a Filemón

LITURGIA
                Reconozco que tengo una especial devoción por la carta de Pablo a Filemón, que es la que nos toca hoy. Me resulta una carta muy cordial y al mismo tiempo muy incisiva, en la que Pablo está poniendo a Filemón ante una conciencia exigente que ha de salir del propio discípulo, pero en la que Pablo atornilla fuertemente para que proceda como cristiano.
            Filemón tenía un esclavo, Onésimo, que en lo que quiera que sea se ha portado mal. Y Filemón lo ha despedido. Onésimo, que es cristiano, se ha ido a refugiar en Pablo, que está en prisión, y allí le atiende en diversos menesteres.
            Pero Pablo quiere resolver el tema en su misma raíz. Y le escribe a Filemón la carta en cuestión, expresándole la plena libertad para indicarle lo que conviene hacer. No obstante prefiere rogarle, apelando a su caridad. Tenemos dos planos: uno es “lo que es conveniente”…, lo que está dentro de una respuesta cristiana y que podría ponerle delante como una obligación en conciencia. Otro plano es el de apelar  su caridad. Y prefiere hacerlo así, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo. Nueva vuelta de tuerca.
            Entonces te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión. Obsérvese que Pablo no pierde puntada y le está marcando datos que Filemón debe ir tomando en cuenta. Y le dice: Onésimo, antes tan inútil para ti, y ahora tan útil para mí y para ti. TE LO ENVÍO como algo de mis entrañas.
            Me hubiese gustado retenerlo para que me sirviera en tu lugar en esta prisión en que sufro cadenas. Espero que al lector no se le irán escapando detalles y que sabrá ir recogiendo el puñado de datos con los que le está presentando el caso de Onésimo. Y continúa en la misma línea: pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así tú me harás el favor no a  la fuerza sino con plena libertad.
            Lo que hace ahora es buscarle una justificación a Filemón ofreciéndole una justificación sobre Onésimo: Quizás se apartó de ti para que le recobres ahora para siempre, Y NO COMO ESCLAVO sino mucho mejor, como hermano querido. Ya ha puesto bases cristianas que sobrepasan las razones sociales que dieron lugar a despedirlo. Es que ahora ya no se trata de perdonar a un esclavo sino de recibir a otro cristiano, y por tanto recibirlo como hermano.
            No se queda corto Pablo, pero es que aun  no ha acabado la carta. Ahora va a atornillar definitivamente todo esto, y ya lo hace refiriendo todo a la exigencia que le viene a Filemón por el hecho de ser un hombre de fe. Y añade otra motivación que no es cuestión de fe sino de correspondencia a los favores recibidos de Pablo. Si le fallara la fuerza de la fe, todavía queda un resorte de no poco valor: la  deuda que Filemón tiene con Pablo por el hecho de haberle llevado a la fe. Por eso le dice: Si en algo te ha perjudicado Onésimo y te debe algo, ponlo en mi cuenta, que yo te firmo el pagaré de mi puño y letra. ¡Ah!, pero le quedaba a Pablo una baza de mucha fuerza: para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Ya ha llegado al final del razonamiento que quería hacerle a su discípulo. No obstante va a acabar con una llamada muy íntima: Por Dios, hermano: a ver si me das esta satisfacción. Alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.
            He dicho desde el principio lo mucho que me coge el alma esta carta. Y después de analizada, me llena mucho más. Pablo ha llevado a Filemón a una encrucijada clave para proceder con Onésimo de forma completamente satisfactoria para Pablo y benéfica con Onésimo. Y pienso que esa razón “secundaria” de la “deuda” contraída con Pablo, es un elemento que en más de una ocasión podríamos tener los pastores en nuestras manos. Que si la fe se les queda corta a algunos para responder debidamente a ella, hay también unas deudas contraídas con quien condujo y alimentó esa vida de fe en un alma.


            En Lc 17, 20-25 Jesús advierte que el Reino no se va a presentar de forma deslumbrante y espectacular. Por tanto no nos fiemos de los que se basan en milagros y apariciones, que pretendan decir que el reino está aquí o está allí…, porque el reino de Dios DENTRO DE VOSOTROS ESTÁ. El Reino va viniendo y se va fraguando poquito a poco. Y el día que Dios decida, aparecerá como un relámpago que cruza de un horizonte al otro. Lo que pasa es que antes el Hijo del hombre tiene que padecer y que ser reprobado por esta generación. 

1 comentario:

  1. La caridad es nuestra fortaleza porque lleva unidas una serie de virtudes que la hacen muy fuerte, muy segura, que la defienden y a través de ellas se manifiesta la misma caridad: la lealtad, el respeto, la gratitud, la amistad, la afabilidad , la delicadeza en el trato. Vivir bien el Mandamiento del Señor, nos exige amar al hermano con entrañas de misericordia, como nos enseñó Jesús.
    Todos somos curiosos y andamos un poco despistados con eso del Reino: una cosa sabemos: Cristo ya murió y ya resucitó; y, nosotros somos responsables del crecimiento del Reino, acogiéndolo como un DON de Dios y viviendo en sintonía con Él.

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