jueves, 17 de noviembre de 2016

17 noviembre: Llanto sobre Jerusalén

Mañana VIERNES 18     ESCUELA DE ORACIÓN
En el Grupo de la Iglesia del Sagrado Corazón, Málaga, abierto a todo el que desee profundizar en la oración con el Evangelio.
Liturgia              Apoc 5, 1-10
Ayer se centraba en Dios creador.
        Hoy en JESUCRISTO REDENTOR, que llevará a cabo los planes salvadores de Dios.  Es EL CORDERO, que vive pero que se nota que ha sido degollado. Muerte y Resurrección.
        A la derecha del trono de Dios hay un “rollo escrito por dentro y por fuera y sellado con 7 sellos” (=secretísimo), que contiene los pormenores de la historia humana. Un ángel poderoso grita: ¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos? Nadie, ni en el cielo ni en la tierra puede saberlos, y Juan, el vidente, llora porque la revelación de su contenido no sería posible.
        Uno de los “ancianos” citados ayer, le anuncia que EL CORDERO sí puede abrirlos: “Ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, que puede abrir el rollo y sus sellos”. Lleva en su cabeza “7 cuernos” (no saliendo de la cabeza en forma monstruosa, sino como cascos con cuernos, símbolo de poder).  Diríamos en nuestro lenguaje: “estrellas de 8 puntas”, indicando el máximo poder.
        El Cordero se acerca, toma el libro y los “24 ancianos” y los “4 vivientes” se postran ante él, y cantan de alegría un canto nuevo de gloria a Dios y al Cordero: Eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos porque fuiste degollado y con tu sangre has comprado hombres de toda tribu, lengua y nación. Has hecho de ellos una dinastía sacerdotal que sirva a Dios y reine sobre la tierra.
        El secreto de la historia queda desvelado: es la Redención que lleva a cabo el Cordero, allí donde estaba todo cerrado y condenado al fracaso. Y el Cordero constituirá una nueva dinastía que será sacerdotal: todo el que sirve a Dios y se incorpora al nuevo Reino.

          Lc 19, 41-44 nos presenta a Jesús llorando sobre Jerusalén. El dolor de Jesús no es el dolor por él mismo sino por aquella ciudad impenitente que ha rechazado la salvación que le trae él, y que había de traerle la paz. Pero esa salvación está escondida a los ojos de la ciudad…, y vendrá un día en que los enemigos la van a sitiar y destruir y apretarán el cerco y la rodearán de trincheras. Y te arrasarán con tus hijos dentro de ti, y no dejará piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de mi venida.
          El evangelio es breve pero muy significativo, porque expresa el desastre humano que se sigue del rechazo de Jesús y de la salvación que viene a traer Jesús. Y es que la acogida de Jesús y de su obra salvadora no se reduce al plano espiritual y religioso. La falta del sentido religioso –de una relación entre el hombre y Dios- provoca un declive de los valores y los principios humanos. El hombre/mujer se pierden en su dimensión más noble y acaban arrastrados por las charcas de los vicios y de las bajezas de los instintos. Pierden su conexión y referencia a unas realidades objetivas y relativizan todo, y lo supeditan a la apetencia del momento, la placidez subjetiva.
          Toda situación de orden presupone un punto fijo de referencia al que hay que tener como metro-patrón. Y la vida de los humanos ha de adecuarse a ese metro-patrón que hace de referente esencial, Y GARANTIZA LA CONVIVENCIA PORQUE ES IGUAL PARA TODOS. Y sirve de “conciencia externa” para que haya referencias desde la conciencia de cada persona, que sabe que aquel principio es el que marca la pauta y el que hace posible las mutuas relaciones, la brújula  de la conducta, y la objetividad de unos valores.
          Ese referente que no cambia, que da seguridad, que está por encima de todo subjetivismo humano es DIOS, es Jesucristo, y es la aceptación de Jesucristo y de su evangelio. Es lo que trae la paz. Y lo contrario es lo que provoca ese llanto de Jesús sobre la historia, precisamente cuando esa historia no ha querido aceptar lo que era para su desarrollo y plenitud.

          Un último plano de concreción de ese sentimiento de Jesús podría establecerse en el plano de los particulares: ¿Hay en mí algún aspecto que causara tristeza al Corazón de Jesucristo? O dicho en positivo: ¿Hay en mí algún aspecto que podría ser más agradable a Jesús? Porque una cosa es que no tengamos fallas concretas negativas que nos causen pesar, y otra cosa es que aún no hemos llenado nuestra vasija de aquello que puede ser de más agrado de Dios. Encontraríamos un Jesús desairado por esa carencia que no hemos llenado.

1 comentario:

  1. ¿Hay en mí algún aspecto que podríaser más agradable a Jesús..? Jesús llora y sufre sabiendo que una parte muy importante de su pueblo, representado por Jerusalén, rechaza el proyecto de salvación ofrecido por Dios."Ellos"esperan un mesías político y ganador de batallas y esta creencia, los arrastrará a una guerra suicida. Lucas habla de la visita de Dios a su pueblo; pero, cuando llega su Hijo, el pueblo no lo recibe. porque no lo reconoce como el auténtico Mesías salvador.

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