jueves, 1 de septiembre de 2016

1 septbre_Pescadores de hombres

Liturgia del día
                Insiste Pablo en su catequesis a la comunidad de Corinto (1ª, 3, 18-23) en que el modo de responder al evangelio que les predica es desde la humildad y la sencillez. Si habían surgido dudas o tensiones sobre la procedencia de cada predicación –Pablo o Apolo- la manera de superar las diferencias es que si alguno se cree sabio en este mundo,  se haga necio para llegar a ser sabio. Es la gran convicción del Evangelio desde la misma predicación de Jesucristo: hacerse necio en la sabiduría del mundo, porque lo contrario del mundo es lo que se ha escogido Dios. Por eso Dios conoce que es vana –vacía- la sabiduría del mundo, y así aquella comunidad debe aceptar la necedad para no gloriarse en la ciencia terrena. Por el contrario, han de seguir una norma infalible: Todo es vuestro (aprovechaos de todo lo que tenéis delante), pero sabiendo que vosotros sois de Cristo y que Cristo es de Dios. Así vosotros llegáis a ser de Dios a través de Cristo.
            Lc 5 es un momento clave en el evangelio porque es el momento en que Jesús empieza a rodearse de acompañantes para la obra que ha venido a traer al mundo, el establecimiento del reino de Dios.
            Los hechos recientes han provocado un entusiasmo en las gentes, que se van tras de Jesús agolpándose a su alrededor. Jesús se ha ido por la playa del Lago y hasta allí lo siguen. Jesús, para hablarles con tranquilidad y dominando un poco la situación, se subió a una barca mientras los pescadores remendaban sus redes. Resultó que era la barca de Simón. ¿Casual? ¿Pretendido adrede? Simón y Andrés, por deferencia, se vinieron a la barca y se pusieron al lado de Jesús. Jesús habló desde allí a las gentes. Luego miró a Simón y Andrés y les dijo: Remad mar adentro y echad las redes para pescar. Simón se dio por aludido y habló en plan de “maestro” en el arte de la pesca: Señor, no hay pesca. Hemos pasado la noche intentándolo y no hemos sacado nada. Pero se lo pensó… Era un gusto de Jesús… Y añadió: Pero si es tu gusto, en tu nombre echaré la red (y decía para sus adentros: “pero no hay pesca).
            Resultó que sí hubo pesca. Que era una pesca tan abundante que ellos dos solos –Simón y Andrés- no podían con todo, y hubieron de llamar a otros compañeros de fatigas para que vinieran a recoger pesca, y llenaron las barcas, y casi se hundían del peso.
            Simón se sintió desbancado en su propio terreno en el que se consideraba maestro y sintió temor… Jesús venía a alterarle su vida. Y prefirió humillarse ante Jesús, echándose a sus pies, y alejarlo de su vida: Apártate de mí que soy un pecador. Pero en los planes de Jesús ya era demasiado tarde aquel intento de Simón, y Jesús le llevó a más “alta mar”, anunciándole que no tuviera miedo; que iba a ser pescador de hombres. No creo que entendiera mucho aquel anuncio el bueno de Simón, pero lo que no cabe duda es que pudo comprender que estaba mucho más implicado de lo que él suponía.
            Llegaron a tierra y Jesús pronunció su palabra clave: Seguidme. Iba no sólo por Simón y Andrés. También aquella palabra iba para Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, los socios de la otra barca, que acabaron por sacar las barcas a tierra y dejar todo allí a los otros pescadores, y ellos irse tras de Jesús. Comenzaba una historia que no ha tenido fin, porque a esos le siguieron otros, y a esos otros muchos otros más…, y así por los siglos…, y así nosotros, cada cual desde su propia barca y cada cual llamado a responder en su orden a la llamada de Jesús, a la llamada al reino de Dios.
            Por eso he dicho al principio que es uno de los momentos claves de la historia, porque a partir de aquí comenzó otra historia, la historia del Evangelio, la historia que no tiene fin, historia en la que estamos inmersos.

            Lo que esa historia tiene en su mismo inicio es un desprendimiento muy fuerte y un misterio. Misterio que está encerrado en ese ser pescadores de hombres, de lo que –en su grado- participamos todos. Y desprendimiento porque cada uno quedamos desbancados de nuestros planteamientos y con una perspectiva de “dejar todo” para poder seguir los proyectos de Jesús. Cada cual en su rango y situación real.

2 comentarios:

  1. Jesús predica y anuncia el Reino en Nazaret y Cafarnaún. Él predica con humildad y sencillez. Su modelo evangelizador , con fracasos y éxitos,es el que debemos seguir en la Iglesia si queremos ser fieles discípulos: Jesús es el único Maestro que enseña con autoridad. Nosotros podríamos proclamar su Doctrina después de haberlo escuchado y de haber acogido su Palabra. Es imprescindible perder el miedo y tener la seguridad de que vale la pena dejarlo todo para seguir a Jesús.

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  2. Ana Ciuda3:22 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    CREO EN JESUCRISTO HIJO ÚNICO DE DIOS

    "Porque en darnos a su Hijo, que es una palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez...:"en Él te lo tengo puesto todo y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas"(San Juan de la Cruz)

    ¿QUÉ SIGNIFICA QUE JESÚS ES A LA VEZ VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE?.-En Jesús Dios se ha realmente uno de nosotros y con ello nuestro hermano; pero no por ello dejó de ser a la vez Dios y por tanto nuestro Señor. El concilio de Calcedonia, del año 451, declaró que la divinidad y la humanidad están unidas entre sí en la única persona de Jesucristo "sin confusión ni división".
    La iglesia se ha esforzado durante largo tiempo para poder expresar la relación entre divinidad y humanidad en Jesús. La dinidad y humanidad no están enfrentadas, de modo que Jesús s´lo era parcialmente Dios y parcialmente hombre. Como no es cierto que la naturaleza divina y la naturaleza humana se mezclen en Jesús. En Jesús Dios no ha tomado s´lo en apariencia un cuerpo humano, sino que se hizo realmente hombre.Tampoco se trata en la humanidad y en la divinidad de dos personas diferentes (nestorianismo).Tampoco es cierto que en Jesucristo la naturaleza humana desaparezca al ser asumida en la naturaleza divina (monofisismo). Contra todas estas herejías la Iglesia ha mantenido firme la fe en que Jesucristo es, en una persona, a la vez verdadero Dios y verdadero hombre. La conocida fórmula " sin separación y sin confusión "(concilio de Calcedonia) no pretende explicar lo que es inalcanzable a la inteligencia humana, sino que, por así decir , fija los pilares de la fe.Designa la "dirección" en la que se puede buscar el misterio de la persona de Jesús.

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