martes, 20 de septiembre de 2016

PARA EL DÍA 21, San Mateo

Liturgia
          Celebramos la fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista. Las lecturas se toman del “propio” (es decir: tiene lecturas propias) aunque se interrumpa la lectura continua.
          La 1ª lectura está tomada de la carta de San Pablo a los fieles de Éfeso (4, 1-7.11-13) y es una exhortación del Apóstol desde su prisión: Yo, el prisionero por Cristo, que quiere mover a sus cristianos a andar como pide la vocación a la que han sido llamados. Y les da unas pautas fundamentales: Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor, esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.
          ¿En qué se basa todo eso? En que somos un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo y lo invade todo.
          Y una vez que ha puesto esos pilares substanciales, baja a la realidad de lo que es la distribución de los dones y carismas del Señor: a cada uno se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Cristo ha constituido a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo
          A esa distribución de carismas y funciones ha dirigido la liturgia esa lectura, para personalizar en San Mateo al apóstol y al evangelista, como gracia y don concreto que ha recibido para trasmitirnos esa edificación del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. En el caso de Mateo se junta el apóstol que trasmite y continúa la obra de Jesucristo, y al evangelista que nos ha dejado por escrito el tesoro de esa obra de Jesús, todo dirigido al conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Hasta ahí somos llamados: a esa plenitud del hombre “perfecto” o adulto, que enfila la vida con la responsabilidad de la respuesta al don que hemos recibido. Mateo lo hizo en aquella decisión suya absoluta que lo dejó todo para responder a la llamada de Jesús.

          El evangelio, del mismo Mateo (9, 9-13), él se nombre con su nombre propio y no con el de Leví con que lo nombran los otros evangelistas. Mateo quiere dar la cara de su realidad, que primero era de publicano (considerados como pecadores públicos), como después fue el hombre generoso que dio su SÍ a Jesús, aquel día que pasó el Maestro junto al despacho donde cobraba los impuestos a favor de Roma, y se detuvo ante él, lo miró y lo llamó.
          ¿Qué pasó por el alma de aquel publicano para dejarlo todo, irse tras de Jesús, y hasta hacer una fiesta de despedida de sus compañeros? –No cabe duda que aquella mirada de Jesús le subyugó y le cambió el corazón. Mateo ya no pudo contener su impulso interior y se levantó y siguió a Jesús.
          Muchos publicanos y pecadores acudieron al convite que había organizado Mateo. Y Jesús se sentó en medio de ellos, celebrando a Mateo, su nuevo discípulo. Y eso no lo pudieron soportar los fariseos, porque no podían pensar que un hombre probo se uniera en una comida de fraternidad con aquellos hombres señalados como parias de una sociedad de santones.
          Jesucristo salió en defensa de ellos, porque –en su manera de decir- no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos. Los fariseos se consideraban “sanos” frente a la “suciedad” de los publicanos. Pues bien: son esos “sucios” enfermos los que necesitan de él…

          Pero a continuación les pone la gran lección de Dios: Andad y aprended lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios. Y ya abiertamente: Que no he venido a llamar a los que se creen justos sino a los que son pecadores. Los que se creen justos ya tienen su paga en ellos mismos, en ese contentamiento que tienen y con considerarse los “buenos”. Por el contrario, los pecadores son los que necesitan que se les recupere y que se les muestre acogida para poder venir a su punto. Ahí donde puedan gozar de la misericordia de Dios. Que esa misericordia practicada también por los humanos, vale mucho más que las prácticas externas del ayuno y de los sacrificios de animales.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad1:56 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (C

























































    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    CREO EN JESUCRISTO HIJO ÚNICO DE DIOS

    ¿VOLVIO JESÚS POR LA RESURRECCIÓN AL ESTADO CORPORAL QUE TENÍA EN SU VIDA TERRENA?.-El Señor resucitado se dejó tocar por sus discípulos,y les enseñó las heridas de la pasión. Sin embargo, su cuerpo ya no pertenece únicamente a la tierra, sino al ámbito divino del Padre.
    Cristo resucitado, que lleva las heridas del Crucificado ya no está ligado al tiempo y al espacio. Podía pasar a través de puertas cerradas y aparecerse en lugares diferentes y bajo una forma en la que no lo reconocían inmediatamente. La Resurrección de Cristo no fue por tanto un retorno a la vida terrena normal, sino la entrada en un nuevo modo de ser:"Pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él"(Rom 6,9).

    ¿QUÉ HA CAMBIADO EN EL MUNDO POR LA RESURRECCIÓN?.-Puesto que ya no todo termina con la muerte, la alegría y la esperanza han entrado en el mundo. Después de que la muerte" ya no tiene dominio" (Rom 6,9) sobre Jesús, no tiene tampoco poder sobre nosotros, que pertenecemos a Jesús.

    ResponderEliminar
  2. San Mateo era un publicanoy Jesús lo llamó y, al instante lo dejó todo para seguirlo. Era uno de los Doce . Él predicó en Persia y Etiopia. En la llamada de Mateo se aprecia toda la misericordia de Jesús hacia los pecadores como la dimensión fundamental del Mesías que tiene la misión de salvar a la Humanidad.Los fariseos tienen alas personas bien catalogadas:" justos" y "pecadores": un "justo" no podía compartir la mesa con un "pecador"...Es paradógico; Jesús el uniquísimo justo, compartía la mesa con ellos y los invitaba a ser sus dicípulos.Jesús, sigue pasndo; si aceptamos su invitación, es porque nos reconocemos pecadores y queremos recorrer un camino de conversión junto al Maestro.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!