jueves, 22 de septiembre de 2016

22 sepbre.: El valor de la conciencia

Liturgia
          El libro del Eclesiastés (también llamado “Qohelet”) no luce precisamente por sus sentencias optimistas. Su comienzo, que es el que tenemos hoy (1, 2-11) rezuma ese pesimismo, o al menos así lo parece. Pienso que se pueden hacer dos lecturas diferentes de esa perícopa que tenemos hoy: una visión pesimista de la vida que viene a decir: no merece la pena hacer nada ni esforzarse por nada porque todo va a ocurrir como tiene que ocurrir sin que se le pueda cambiar el rumbo. Y por tanto no merece la pena intentar algo porque lo que ocurrió ayer va a ocurrir hoy y lo que ocurre hoy va a ocurrir mañana.
          No es pensamiento compatible con el pensamiento cristiano. Equivaldría aquel a aquello que rechazaba Jesús: Comamos y bebamos que mañana moriremos. ¿Para qué hacer nada si todo va a ser como sea y no podemos cambiarle el rumbo a la vida? Aquí acabaría todo el esfuerzo evangélico, toda la lucha para doblegar el yo, todo el negarse a sí mismo y el tomar la cruz…, porque ¿para qué si todo va a acabar siendo igual, se haga o no se haga?
          Es evidente que no puede seguirse ese rumbo. Y si fue la intención de Qohelet, este párrafo no encaja con la visión cristiana y, por decirlo así, este libro se ha metido de rondón en el canon en la línea bíblica que tiende a poner de manifiesto una historia de salvación cuyas bases están precisamente en toda la vida de Cristo –y la que pide a sus seguidores- en la que cada día debe mejorar al anterior y tener un sentido positivo.
          Otra interpretación de este párrafo podría coincidir con un dato evangélico: No os preocupéis por el mañana; a cada día le corresponde su propio afán. No os preocupéis sobre qué comeréis o con qué os vestiréis. Vuestro Padre sabe ya lo que necesitáis.
          Pero es claro que Jesús con eso no niega la lucha diaria sino el “afán”, la angustia por el presente o por el futuro. Por lo demás, Jesús dice que el reino lo alcanzan los esforzados; que el reino parece violencia y que sólo llegan los que se esfuerzan. Y por consiguiente que hoy tiene que ser mejor que ayer, y mañana mejor que hoy. Es, por lo demás, toda la ascética cristiana, pues la “ascesis” supone un trabajarse a sí mismo hasta doblegar a la “criatura vieja” para hacer vivir a la “criatura nueva”, que se renueva siempre en santidad y justicia.

          El evangelio es de Lucas (9, 7-9) y manifiesta los remordimientos e intranquilidades que sufre Herodes, porque al escuchar las cosas que hacía Jesús, llega a temer que Juan Bautista ha resucitado y los poderes del Cielo actúan en él. Por eso, como no tiene la conciencia tranquila, llega a decirse a sí mismo: A Juan lo decapité yo; ¿quién es ese de quien oigo semejantes cosas?
          Expresa muy claramente lo que es la conciencia, reclamando el derecho que se ha conculcado. Y cuando no se ha procedido bien, o cuando se ha procedido mal, la conciencia grita.
          ¡Y qué desgracia más grande es no hacerle caso a la conciencia que grita! Porque mientras grita la conciencia es que Dios está ahí detrás, y el reflejo del sol hace que el espejo se rebele ahí dentro de la persona. Que la conciencia nos acuse y no nos deje tranquilos cuando hemos procedido mal, es una gracia de Dios. Por eso me impacta tanto aquel momento del evangelio en que Jesús llega a decir ante los judíos: “¿Para qué seguir hablándoos?” o el otro momento que hemos visto hace unos días de Jesús que “se alejaba” definitivamente de Nazaret.

          Por eso es muy doloroso y espeluznante comprobar a una sociedad actual que procede contra la conciencia recta cristiana (que la mayoría han recibido) y ya ni les grita la conciencia. ¡Eso sí que es desgracia y tremenda situación! Es una auténtica derrota de la personalidad, que queda chafada y desmochada hasta el punto de dejar incompleta a la persona. Quien ya no reacciona ante el mal moral –el que uno mismo vive o el que tiene a su alrededor- , es que se ha perdido en su corazón. La cosa es, pues, muy penosa. Y los que tenemos sabido la importancia de una conciencia despierta para reconocer, valorar y vivir discerniendo entre el bien y el mal, debemos pedir mucho por esa masa actual de personas que ya no tienen ese resorte indispensable de una buena personalidad.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad2:43 p. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    CREO EN JESUCRISTO HIJO ÚNICO DE DIOS

    "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo"
    (Hch 1 ,11).

    ¿QUÉ QUIERE DECIR QUE JESÚS HA ASCENDIDO A LOS CIELOS?.-Con Jesús uno de nosotros ha llegado junto a Dios y está allí para siempre. En su Hijo, Dios está humanamente cercano a nosotros los hombres.Además Jesús dice en el evangelio de san Juan:"Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí"(Jn 12,32).
    En el Nuevo Testamento, la Ascensión de Cristo a los cielos marca marca el final de una cercanía especial del Resucitado con sus discípulos a lo largo de cuarenta días.Acabado este tiempo, Jesús entra con toda su humanidad en la gloria de Dios. La Sagrada Escritura expresa esto mediante los símbolos de la "nube" y el "cielo"."El hombre",dice el papa Benedicto XVI "encuentra sitio en Dios". Jesucristo está ahora junto al Padre, de donde vendrá un día "a juzgar a los vivos y a los muertos". La Ascensión significa que Jesús ya no está en la tierra de forma visible, aunque está oresente y está aquí.

    ¿POR QUÉ JESUCRISTO ES SEÑOR DEL MUNDO ENTERO?.-jesucristo es Señor del mundo y Señor de la historia porque todo fue creado para él. Todos los hombres han sido salvados por él y serán juzgados por él.
    Él está sobre nosotros como el único ante quien doblamos la rodilla en adoración; Está junto a nosotros como Cabeza de su Iglesia, en la que comienza ya ahora el reino de Dios; va por delante de nosotros como Señor de la historia, en quien los poderes de las tinieblas serán definitivamente derrotados y los destinos del mundo se cumplirán según el plan de Dios; sale a nuestro encuentro en gloria, en un día que no conocemos, para renovar y llevar a consumación el mundo. Su cercanía se puede experimentar sobre todo en la Palabra de Dios, en la recepción de los SACRAMENTOS,en la atención a los pobres y allí " donde dos o tres están reunidos en mi nombre" (Mt 18,20).

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  2. ¡Vanidad de vanidades, todo vanidad!¿Qué saca el hombre de todos sus afanes con que se afana bajo el sol? Jesús va por todo Galilea anunciando el Reino de Dios y haciendo el bien a todos. Todos lo ven, lo escuchan, todos hablan de ÉL; pero no todos acogen su Palabra; Herodes se hace la pregunta que toda persona debería hacerse:¿quién es Jesús?, ¿qué significa para mí vida? Herodes tuvo mil ocasiones de responder positivamente a la llamada de Jesús. Pero el hombre vive por los sentidos y las realidades divinas se le escapan y se deja atrapar por las realidades terrenas de tal manera que por sí mismo no puede sustraerse. Es necesario que intervenga el Espíritu Santo y que le infunda una ciencia nueva que transforme su mentalidad de pobre criatura y que haga más viva su Fe. Esta ciencia no se basa en conocimientos humanos y la concede el Espíritu Santo a los humildes y sencillos de corazón, a los que desconfían de su saber.Bajo el impulso de esta ciencia divina el critiano adquiere una capacidad que le permite rechazar el hechizo de las criaturas, porque al valorarlas delante de Dios, decide no detenerse con ellas en su camino hacia la eternidad, iluminado por esta ciencia, como San Pablo, San Francico de Asís, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresa de Calcuta...El Espíritu Santo, también le enseña al hombre el verdadero valor de las cosas terrenas, no les oculta las perfecciones que se encuentran en ellas aunque sólo sean un reflejo de la perfección infinita de Dios.

    Los que sufrimos en medio de una sociedad que ha perdido el norte, que no sabe de dónde viene ni a dónde va, creo que tenemos la responsabilidad de enseñar, formar y ayudar a los hermanos para que se pongan en el camino de la Casa del Padre...Allí está Papá Dios con los brazos abiertos para acoger a todos sus hijos pródigos. Ojalá que nuestro testimonio despierte las ganas de muchos por conocerlo.

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