domingo, 4 de septiembre de 2016

4 septbre.: Sabiduría cristiana

Liturgia
          ¿Qué hombre conoce el designio de Dios y comprende lo que Dios quiere? Hoy se van a presentar en el evangelio unos principios de vida que no son inteligibles desde el pensamiento meramente humano. Y la 1ª lectura –Sab 9, 13-19- ya nos advierte que sólo se entenderán si Dios da la sabiduría enviando su santo Espíritu desde el cielo. Sólo así los hombres aprenderán lo que te agrada y se salvarán (es decir: entrarán en el Reino nuevo de Dios).
          ¿Cuál es ese valor que introduce Jesús? Lc 14, 25-33 dice que Jesús se lo expuso a la gente del pueblo que lo iba acompañando. Jesús se vuelve a ellos y les dice: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y hermanas, incluso a sí mismo, no puede ser mi discípulo.
          Está dicho a la gente en general, no a unos privilegiados. No presenta Jesús un caramelo para atraerse a esos que le siguen. Les hace saber algo que sólo se puede captar por una adhesión muy fuerte a Jesús, y con una fe grande en él: les dice que padre, madre, esposos, hijos, hermanos, y uno mismo, han de estar siempre en un segundo plano cuando se trata de seguir a Jesús.
          Esto nos llevaría a pensar: ¿qué puede dificultarme esa actitud de elección primordial por Jesucristo? Concretando: ¿qué es lo que se me puede poner delante que relegara a Jesús a segundo plano? O dicho de una manera muy llana: ¿qué gustos, o qué vicios, o qué adicciones…, pueden llevarme a hacer o querer o elegir algo que se opone a la gracia de Dios en mí? Porque de alguna manera hay que concretar esa llamada de Jesús a “posponer” cualquier cosa, incluidos los amores más nobles, a lo que es su seguimiento. Tema que puede comprenderse cuando miramos a lo que está uno dispuesto cuando está verdaderamente enamorado de algo o de alguien. Y por supuesto, que es inteligible plenamente desde la fe.
          Jesús lo expresa en esa llamada a llevar la cruz detrás de él, como condición para ser discípulo suyo. Y para que lo comprendieran los que le seguían, echa mano de sus parábolas. Cualquiera que va a edificar una torre tiene primero que echar cuentas para ver si va a poder llevarla a cabo. De lo contrario no se mete en ese proyecto. O si un ejército va a salir a luchar contra otro, primero toca hacer el  cálculo de qué se dispone para poder tener una garantía en esa lucha. Pues el que quiera vivir como seguidor de Cristo tiene que calcular de antemano sus fuerzas. Y todo ese discurso lo concluye Jesús con una de esas expresiones claras con las que deja sentado un principio: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. Que corrobora lo que había dicho al comienzo: hay que posponer todo bien al bien supremo que es ser discípulo de Jesús. “Antes morir que pecar”, o primero Jesús y el reino de Dios y lo demás vendrá como añadidura.
          La 2ª lectura –la carta de San Pablo a Filemón- viene a pelo con esta palabra de Jesús. Filemón tenía un criado, Onésimo, al que ha despedido por algún fallo que ha cometido. Onésimo se refugia en Pablo, a quien sirve en la cárcel que sufre el apóstol, Y Pablo ahora le escribe a Filemón pidiéndole que reciba de nuevo al criado… Pero –siendo ambos cristianos- que lo reciba no ya como criado sino como hermano.
          Pablo hace constar que él se quedaría con Onésimo porque le sirve muy bien en sus necesidades en la cárcel, pero prefiere que sea Filemón quien lo reciba. Onésimo es para Pablo como un hijo, y acaba pidiéndole a Filemón que lo reciba como recibiría al propio Pablo.
          Quiere decir que por encima de los recelos humanos y de la misma culpa que haya podido cometer Onésimo, hay razones de mayor peso… Que hay que posponer las propias razones ante la que es la razón principal: que son cristianos, y que un cristiano tiene que proceder desde otros planteamientos que las razones humanas.
          ¿Qué nos dice hoy la Eucaristía –de la que participamos- en ese orden de conciencia fiel al planteamiento cristiano? ¿No habría que relegar a segundo plano algunas cosas a las que estamos más aferrados y que nos desvían del camino recto? ¿Qué podría decirnos Pablo en ese mismo orden en el que le pedía actuar a Filemón contra las propias razones humanas?



          Pidamos a Dios la fidelidad a su proyecto sobre cada uno de nosotros.
-         Que sepamos descubrir aquello que hoy está dificultándonos el poner a Dios sobre todas las cosas. Roguemos al Señor.
-         Que el Espíritu de Dios nos dé la nueva sabiduría que nos haga vivir según el deseo de Dios. Roguemos al Señor.

-         Que sepamos acoger la cruz real nuestra, con la que tenemos que seguir nuestra vocación cristiana. Roguemos al Señor

-         Que sepamos posponer cualquier cosa y a nosotros mismos, para seguir el camino de Dios. Roguemos al Señor.

Tú que has sido nuestro refugio de generación en generación, danos tu gracia para responder a la llamada que nos haces.

          Por Jesucristo N.S.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad10:46 a. m.

    CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA (Continuación)

    CREO EN JESUCRISTO HIJO ÚNICO DE DIOS.

    "Allí donde disminuye la fe en la Madre de Dios,disminuye tambien la fe en el Hijo de Dios y en Dios Padre".

    "La respuesta de María es la palabra más decisiva de la historia"

    NO ES ESCANDALOSO LLAMAR A MARÍA "MADRE DE DIOS"?.-No. Quien llama a María Madre de Dios confiesa con ello que su Hijo es Dios.
    Cuando la cristiandad primitiva discutía quien era Jesús, el título "Theotokos" (la que da a luz a Dios) se convirtió en el signo de identidad de la interpretación ortodoxa de la Sagrada Escritura: María no sólo había dado a luz a un hombre, que despues de su nacimiento se hubiera "convertido" en Dios, sino que ya en su seno su hijo es el verdadero Hijo de Dios.En esta cuestión no se trata en primer lugar de María, sino de nuevo de la cuestión de si Jesús es a un mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre.

    QUÉ SIGNIFICA "LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA?.-La Iglesia cree que "la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano".
    La fe en la "Inmaculada Concepción de María"existe desde el inicio de la Iglesia. Hoy a veces se entiende mal esta expresión. Significa que Dios preservó a María del pecado original, y además desde el principio. Pero no dice nada sobre la concepción de Jesús en el vientre de María. Y en ningún caso es una minusvaloración de la sexualidad en el cristianismo, como si el marido y la mujer se "mancharan" cuando engendran a un hijo.

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  2. Ningún hombre conoce los designios de Dios, lo que Dios quiere de nosotros. El hombre pura criatura, no puede leer los pensamientos de Dios y comprender las cosas divinas. El hombre desde su libertad comete errores porque sus sentidos lo engañan y le hacen preferir los valores caducos a los eternos. Si Dios no lo ayuda, no puede evitar esas tentaciones que lo separan del camino del Bien.
    Jesús, Sabiduría eterna, vino a enseñar a los hombres con su Palabra y con su vida el camino de la salvación. Cuando tenemos una fe bien arraigada, las cualidades humanas no pierden valor, sino que quedan sublimadas. Y así, la sensatez nos hace ver que no tenemos que correr ni malgastar el tiempo persiguiendo cosas inalcanzables, nos dice que debemos renunciar a todo lo que tenemos para ser discípulos de Jesús, ya que recibiremos de Él bienes mucho mayores.
    Nos aferramos a personas por las que sentimos cariño y a las cosas que nos proporcionan bienestar..., si queremos ser discípulos de Cristo, tenemos que desasirnos de todo lo que nos separa pero es absolutamente conveniente y sensato.
    Cuando nuestros afectos y nuestro bienestar pierdan el valor absoluto que solemos darles y los pongamos en el lugar que les corresponde, nos sentiremos libres y felices de verdad. No dejamos de amar a la familia, sino que la hemos convertido en una iglesia doméstica, sacramento de la divina y amorosa Presencia de Dios entre nosotros. En tal situación, las relaciones humanas, ya no buscan el dominio, la sumisión; ahora solo las condicionan el respeto, la amistad y la fraternidad.
    No nos debe asustar nuestra cruz que llevaremos gustosos en pos de Cristo que va delante señalándonos el camino...

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