domingo, 29 de noviembre de 2015

29 noviembre: llega el ADVIENTO

Liturgia. ADVIENTO
          Ha acabado un año litúrgico, con toda su fuerza puesta en ese momento del encuentro último con Jesús, encuentro al que caminamos todos. Y acabó con unas palabras de exhortación y toque de atención: Manteneos en pie ante el Hijo del hombre. Una “traducción” de aquella otra palabra: Vigilad y estad preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Y es evidente que ahora está más cerca que cuando empezamos el camino. Se nos marca ya cercana la “línea de meta”.
          Pero la realidad es que hoy estamos situados en una línea de salida. Un nuevo comienzo. Una llamada a la esperanza de algo que está por construir y que –por este momento- se nos pone en las manos para que lo reempecemos a dibujar.
          La liturgia de hoy va marcando los diversos momentos de esta carrera. Jer 33, 14-16: Mirad que llegan días en que se cumplirá la promesa…; suscitaré a David un vástago legítimo que traerá justicia y derecho (=santidad y bondad) a la tierra. El foco está puesto en el Mesías que fue prometido y que ahora es anunciado como cercano. Esta lectura abre la expectativa del adviento, que desembocará históricamente en el nacimiento de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios.
          Es claro que este hecho ya sucedió, y que nuestra mirada al acontecimiento de Belén ya no se queda en un nacer de un niño, puesto que aquello ya sucedió y no sucede cada año. Pero cada año es una mirada al CRECER de ese Niño que vino a llenar una historia divina y humana, que a nosotros nos llama a incorporarnos con nuestro propio crecimiento. Por eso el adviento vuelve cíclicamente a nosotros, para tomarnos el pulso de ese crecimiento nuestro, que debe llegar a la estatura del adulto. No podemos aniñarnos en nuestra fe y en nuestro vivir cristiano. Cada adviento comienza en un nuevo tramo de escalera de este rascacielos que nos va llevando a Dios.
          Porque se trata de ir realizando una ascensión por nuevas etapas en las que la fuerza que impulsa es el núcleo de la vida cristiana, como nos pone delante la 2ª lectura (1Tes 3, 12-4, 2): Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos, y que así. Cada tramo nuevo de la escalera debe estar adornado de ese color especial que da el amor cristiano, concretado en realidades propias de la vida de cada persona. Pero no es para quedarse en el trayecto, sino que al final de esa ascensión está el encuentro: para que cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre. Nueva mirada del adviento, y en definitiva, la verdadera para nosotros. Porque Belén ya ocurrió. A Jesús lo hemos de hacer vivo desde el amor que pongamos en los otros…, y desembocaremos en el encuentro final…, ese que no hay que situar “al fin de los tiempos” sino mucho más próximo a cada uno, cuando dejemos este mundo y en ese instante nos encontremos con el Señor, realidad que está más cercana que cuando empezamos la escalera.
          Todavía el Evangelio (Lc 21, 25-28. 34-36) nos lleva a unir la cadena que acababa ayer y que vuelve hoy advirtiéndonos: Manteneos en pie ante el Hijo del hombre. Ayer miraba a ese momento de quien comparece para recibir el veredicto del “año” (de la vida ya vivida). Hoy es todo un planteamiento de futuro: Mantenerse en pie  equivale –ha quedado dicho- a Tened la cintura ceñida y estad alerta para abrir al señor apenas llegue y llame. Ahora esa exhortación a mantenerse en pie es una postura activa, de disponibilidad, de bastón en la mano y las sandalias calzadas parta salir de inmediato. Ahora es una llamada urgente a no quedarse parados como si ya estuviese todo conseguido…, la postura del falso rico que cree tener ya sus graneros repletos y que sólo piensa ahora en tumbarse y disfrutar… La postura del cristiano que da por hecho todo lo que tenía que hacer y se duerme en sus laureles.
          Pues no: ADVIENTO es todo un botón de fuego que llama a mantenerse activo, a saber que hay que recomenzar, y que esa escalera está para irla subiendo hasta poder descansar un día en la cima, junto a Dios. Para esa ascensión hay nuevas venidas diarias de Jesús, que van haciendo palpable su venida en la Eucaristía, en la Palabra, en la Oración, en la búsqueda de nuevas oportunidades para hacer crecer conocimientos y vivencias espirituales. Mantener en pie con la ilusión de esa nueva versión de “Belén”, que ya es el estado del alma que vamos preparando con nuestras obras y vida interior, para ofrecerlo a Jesús que continuamente viene.

          Os voy a faltar durante 3 días en que me ausento de mi base, y no podré acompañaros con el comentario de cada mañana.

          OS REMITO a mi libro QUIÉN ES ESTE, que os aseguro que os va a acompañar en ese avance del tiempo de adviento.

3 comentarios:

  1. En el estreno de un nuevo período, en la esperanza del adviento, ponemos ante Ti nuestras ilusiones.

    - Queremos preparar nuestro corazón a tu venida. Inspíranos tus deseos. Roguemos al Señor.

    - Belén nos recuerda afectos y emociones. Ábrenos el alma a comprender que celebramos algo mucho más real hoy. Roguemos al Señor.

    - Estamos al comienzo de una nueva escalera que hemos de subir. Haznos sentir la necesidad de CRECER con Jesús hasta la estatura adulta de nuestra fe. Roguemos al Señor.

    - La realidad más clara del adviento es que estamos aquí y que la vida se hace día a día. Danos la luz para conocer qué esperas ahora –hoy día- de nosotros. Roguemos al Señor.

    Concédenos un corazón abierto y disponible que sepa mantenerse de pie ante ti, para responder a las expectativas que tienes hechas sobre cada uno de nosotros.
    Lo pedimos en nombre de Jesús, al que esperamos, y a quien queremos agradar, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén

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  2. Ana Ciudad10:20 a. m.

    EL SACRAMEWNTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACION (Continuación )


    La llamada de Jesús a la "conversión" y en la predicación de la Iglesia , esta llamada se dirige espacialmente a lo que no conocen a Cristo y su Evangelio. Ahora bien, la llamada de Cristo a la "conversión "sigue resonando en la vida del cristiano. Esta "segunda conversión" es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia " que recibe en su propio seno a lo pecadores"y que " siendo santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constanta , busca la penitencia y la renovación ",.Este esfuerzo no es solo obra humana, es el movimiento del corazón contrito atraído y movido por la gracia a responder al amor misericordioso de Dios, que nos ha amado primero,
    PENITENCIA INTERIOR._La llamada de Jesús a la "conversión y a la penitencia" no mira a las obras exteriores "saco y la ceniza", los ayunos , las mortificaciones, sino a la conversión del corqazón, la penitencia interior. Sin ella las obras de penitencia, permanecen estériles y engañosas.
    La penitencia interior es una reorientación radical de toda vida, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado , una prepugnancia hacia las obras malas que hemos cometido.Al mismo tiempoi comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia."CONVIÉRTENOS, SEÑOR, Y NOS CONVERTIREMOS"El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron..

    Continuará

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  3. ¡Tened cuidado!", "¡estad despiertos!" ¡El hombre es amado por Dios! Este anuncio tan sorprendente lo repetía San Juan Pablo II en sus Catequesis. Él lo decía entusiasmado cuando se dirigía a los jóvenes en Cuatro Vientos:¡ Abrir las puertas a Cristo, acogedlo que no es en absoluto una amenaza! La palabra y la vida de cada cristiano deben hacer resonar este anuncio: ¡Dios te ama, Cristo ha venido por tí; para ti! Para ti Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Austeridad y vida sencilla y fidelidad a la Oración que nos mantiene unidos con la voluntad de Dios. Con el Salmo pedimos al Señor que nos instruya en los caminos por donde debemos andar y Pablo nos dice cuál es ese camino: el del amor, dentro de la Comunidad. Que no hay que practicar una espiritualidad descarnada, alejados del mundo. La salvación empieza cuando en cada nación , en cada pueblo se puede vivir en justicia, PAZ y derecho; y, para avanzar en esa dirección, hace falta la colaboración de todos. Por lo tanto, en nuestra Comunidad, se nos pregunta a cada uno de nosotros: Y Tú, ¿qué puedes hacer..?

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