jueves, 12 de noviembre de 2015

12 nov.: Sabiduría, dentro de nosotros

Liturgia
          Tengo que recurrir otra vez a esa recomendación, que ya puede parecer un tópico, y que sin embargo es el desemboque que se impone ante un texto que –prácticamente- no admite explicación: Sab 7, 22-8, 1. Porque o se lee, se medita, se saborea en lenta pasada por sus 21 características de la sabiduría, o no es posible comentarlo con alguna añadidura. Lo que este texto sagrado nos dice de LA SABIDURÍA tiene poco que añadir, y más bien hay que orarlo de rodillas porque es terreno sagrado. Hasta el punto de que –en un determinado momento de la descripción- llega a considerar la Sabiduría como “efluvio del poder divino y emanación genuina de la gloria del Omnipotente…, reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad”. Casi roza uno el ser mismo de Dios, como SABIDURÍA INCREADA de la que participa esa Sabiduría que nos introduce en el misterio de Dios: nos va haciendo amigos de Dios y profetas, pues Dios ama a quien convive con la Sabiduría.
          En verdad que uno se sorprende muchas veces ante ese “conocimiento” que le aparece sin saber de dónde le viene, y hasta sin ser uno consciente de que ha sido vehículo de “revelación” para otras almas. Y queda la especial sensación de ser uno la acémila de Balaán que –con ser sólo acémila- sin embargo fue quien llevó al profeta a descubrir a Dios. La Sabiduría está en Dios y Dios la comunica, y el profeta no es consciente de todo lo que está revelando. Y sin embargo muchos están aprovechando aquellas comunicaciones y descubriendo a Dios en ellas…, o ¡a pesar de ellas!
          La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, móvil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, incoercible, bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todovigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos…

          El Evangelio de Lc (17, 20-25) tiene una revelación maravillosa. Cuando los fariseos pretenden saber cuándo iba a llegar el reino de Dios, en realidad ellos estaban pensando en ese momento político-nacionalista en el que Dios iba a aplastar a los invasores y se iba a hacer fuerte en su pueblo con un Rey-Mesías que les hiciera superiores a todos.
          Jesús les dice que no va a ser así; no va a ser un Reino de Dios espectacular, que pueda anunciarse a bombo y platillo que ya ha llegado. Porque –dice Jesús con inmensa profundidad en sus palabras- el Reino de Dios ESTÁ DENTRO DE VOSOTROS.
          Es un vuelco de la idea judía. Dios no reina desde el poder y el dominio humano. No reina desde los tronos y las magnificencias. Dios REINA EN EL CORAZÓN…, el Reinado de Dios es interior. Está dentro. Dios no fuerza, no se impone. Dios llega con la suavidad del aura y se establece en el corazón de la persona que le ha abierto el alma. Dice San Ignacio que, como es Dueño y no mercenario, entra en su propia casa, y por eso “no fuerza la cerradura”.
          A sus discípulos les aclaró más: No creáis a quien os diga que ‘está aquí o allí’; no os vayáis detrás. La presencia del Hijo del hombre será como el fulgor del relámpago que brilla de un horizonte al otro…, y nadie sabe por dónde ha venido, ¡pero ha llegado! Lo que sí es verdad es que antes de ese fulgor definitivo ha de padecer mucho y ser reprobado por esta generación. Es un reinado muy especial, que en nada se parece a la idea mesiánica que habían concebido y desviado a través del tiempo.
          Y nos puede extrañar que concibieran a Dios tan humanamente y, sin embargo, nosotros caemos más de una vez en ese mismo error. Planteado de una manera u otra –desde la protesta a la “oración”- con frecuencia deseamos que sea Dios quien resuelva los problemas humanos. Que sea quien haga el milagro de cambiar los corazones de los que están haciendo el mal, quien impida tal suceso luctuoso, quien nos resuelva nuestras cuitas… Unas veces en protesta contra Dios y otras desde el deseo de resolver injusticias, vamos pensando que Dios ha de actuar con su fuerza omnipotente…

          Sin embargo el Reino de Dios está DENTRO…, o no lo está; se le deja entrar desde la humildad y obediencia, o se le pone un frontón que Dios no va a traspasar por la fuerza (porque Dios es muy respetuoso con la criatura). Dios no es la panacea para resolver nuestras deficiencias, sino la luz y la fuerza, la inspiración y el empuje para que nosotros nos dejemos entrar en su órbita y desde ahí solucionemos y resolvamos. Porque nos dejó la Creación para que la cultiváramos, como si todo dependiera de nosotros. Que, luego, todo quedará ya en las manos de Dios.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad12:17 p. m.

    EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN (Continuación)


    En elAntiguo Testamento, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado, para realizar su misión salvífica. El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo fue el signo de que Él era el Mesías, el Hijo de Dios.Toda la misión de Jesús se realiza en una comunión total con el Espíritu Santo que el Padre le da " a su medida ".
    Esta plenitud del Espíritu no debía permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada
    " a todo el pueblo mesiánico".En repetidas ocasiones Cristo promete esta efusión del Espíritu, promesa que se realiza el día de Pascua y de manera más manifiesta , el día de Pentecostés.
    Desde aquel tiempo, los Apóstoles, mediante la " imposición de manos", comunicaban a los neófitos, el don del Espíritu Santo,destinado a completar la gracia de Bautismo..Esta "imposición de manos", ha sido considerada por la tradición católica, como el primitivo origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en la Iglesia ,la gracia de Pentecostés.

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  2. El Reino de Dios no es una realidad espectacular, ni tampoco es una realidad distante que tiene que llegar de un momento a otro; es una realidad ya presente y activa que está dentro de las personas que acogen el mensaje de Jesús. El Reino de Dios está entre sus seguidores, que viven sencillamente, como Él: Reino de Paz en el que se defiende a los pobres y se acoge a los pecadores, donde se respira Amor y Perdón. El Reino actúa dentro de las personas que se empeñan en ser buena noticia para los demás; personas que son capaces de amar a los otros gratis, que ayudan a llevar cargas pesadas, que nunca pierden la paciencia porque se han comprometido por una muy buena causa.El Espíritu Santo es Quién nos inspira y nos ayuda a reconocer las manifestaciones de su Reino, a descubrirlo en la vida honrada y justa de cada uno.

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