sábado, 28 de noviembre de 2015

28 noviembre: Las "fieras" actuales

Liturgia
          Ahora cerraremos ya el año litúrgico que, tras el domingo anterior, ha ido desarrollando la profecía de Daniel. Hoy (Dan 7, 15.27) pide Daniel explicación de aquellas fieras que había visto (y que se recogieron ayer en la lectura correspondiente). En efecto aquellas fieras y aquellos cuernos (signo de poder) representan dominios humanos contra el pueblo de Dios. Por todo eso tiene que pasar “el pueblo de los santos”. Pero la cuarta fiera, la más maligna y poderosa, es la que le ha llamado más la atención a Daniel, y quiere saber quién es, y cuál es ese cuerno de en medio y más poderoso.
          Por el primer libro de los Macabeos sabemos que fue Antíoco Epifanes, el que desató la persecución más sanguinaria, y el que prohibió las fiestas y leyes judías (cambiar el calendario y las leyes, que la lectura de ayer nos fue exponiendo). Dominio que duró un año y otro año y año y medio más…: 3 años y medio… Es decir, cosa que se acaba, puesto que es la mitad del simbólico “7” que indica totalidad. Porque al final triunfa el pueblo de los santos del Altísimo, un reino eterno que será el definitivo.
          Así se anuncia el final del tiempo desastroso y la llegada del reinado de Dios. El final del año litúrgico y el aterrizaje en la novedad que debe llevar un nuevo comienzo; el final de la vida de cada uno y el desemboque en la eternidad. Que es la pedagogía a la que nos ha ido pretendiendo llevar el curso del año litúrgico en sus ciclos diarios, dominicales y los fuertes y especiales de Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua.
          El peligro que solemos tener al leer estas profecías y aun los mismos libros históricos, es el de “ver los toros desde la barrera”, o ver la película desde nuestra butaca…, sin implicarnos en nada. Se lee la Sagrada Escritura, pero SE LEE simplemente. Y cuando pretende uno “orar”, lo hace desde un espiritualismo que no aterriza. La labor que nos toca es la de “traducir” la substancia a una realidad en la que nos sintamos implicados. Ayer les llevaba a cuatro FIERAS ACTUALES, que devoran lo más sagrado: ataque frontal a la familia, a la Patria, al Ejército…, o sea, todo lo que tiene una fuerza intrínseca para poner valores en la vida. Finalmente había que atacar a la Iglesia, y en definitiva, arrancar a Dios de las conciencias. Había que cortar la trama fundamental de unos valores objetivos, unos puntos de referencia inalterables. Y se ha acabado por inventar ese diabólico engaño de que todo es bueno, nada es malo, todo vale, todo es igual. Se ha eliminado (y mofado) el sentido del pecado, de la muerte, del compromiso de una vez para siempre… Y como Dios es inmutable y eso no iba con la voluntad de merengue, se ha eliminado a Dios.
          Y esto no es “lectura superficial” que podemos pasarla por alto. A un mundo sin valores, lo mismo le da eliminar a un anciano que a una mujer, que a un niño, que a un grupo anónimo (víctima del terrorismo). Pero ¿a quién nos quejamos? No queríamos quitar de en medio a Dios? –Pues ahí tenemos “los frutos” (que para el caso son iguales). ¿Por qué vamos a reaccionar con unos más que con otros? Si a Dios se le ha quitado de en medio, TODO VALE. Y que no vengan ahora los hipócritas a hacer manifestaciones por la violencia de género y se callen por los miles de niños destrozados (y vendidos por piezas) en el macabro negocio de determinados tanatorios, en connivencia con clínicas abortistas. Que no vengan “escandalizados” por los crímenes terroristas, y se estén callando ante los ancianos eliminados porque ya no son útiles a la sociedad…, o ante la profanación de lo más sagrado, llevada a cabo por mujerzuelas que invaden una Capilla de Universidad…
          La terrible fiera de 10 cuernos y del más peligroso cuerno que sale por medio, no se ha quedado en la profecía de Daniel. La estamos viendo a diario. [Y no lo vemos más porque los medios de comunicación son “muy prudentes” en comunicar semejantes cosas, mientras airean a bombo y platillo cualquier modo de desprestigiar a la Iglesia, a los Sacerdotes…]

          Una palabra final nos tiene que hacer respirar en la esperanza: Lc 21, 34-36 cierra el ciclo de anuncios de final con una exhortación que debe quedar por encima de todo lo demás. Dice Jesús: Manteneos en pie ante el Hijo del hombre. No se os embote la mente con el vicio, la bebida, la preocupación por el dinero… Mantenerse DE PIE ante Jesús, que viene un día definitivamente (y ahora más cercano que antes), es poder presentarse con las manos libres de tanta cloaca como brinda la sociedad. Es poner la mano en el pecho y no dejarse manchar por esos “cuernos” de maldad que lleva en su frente un monstruo terrible y contagioso, de mente embotada por la  pasividad que no quiere complicaciones. 

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad10:08 a. m.

    EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÒN (Continuación)

    Si ya tenemos el Bautismo que nos reconcilia con Dios, ¿porquè necesitamos entonces un sacramento especìfici de la Reconciliación?.
    Si bien el Bautismo nos arranca del poder del pecado y de la muerte y nos introduce en la nueva vida de los hijos de Dios, no nos libra de la debilifdad y de la inclinación al pecado.Por eso necesitamos un lugar en el que podamos reconciliarnos continuamente, de nuevo con Dios.La inclinación al pecado permanece en los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios. Esta lucha es la de la "conversión "con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa de llamarnos.
    Jesús llama a la" conversión".Esta llamada es una parte esncial del anuncio del Reino "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios està cerca; convertìos y creed el Evangelio"( Mar 1,15)

    Continuarà

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  2. No podemos permitirle a nuestro corazón que se ponga triste, que se agobie, que se pierda y que se olvide de Dios absorbido por las preocupaciones de la vida. El mundo está mal; pero, precisamente por esto, no podemos distraernos; es necesario que velemos y que estemos alerta buscando la Presencia de Dios, a la expectativa y preparados por lo que pueda pasar a nuestro alrededor.No pongamos nuestra atención en cosas superficiales, busquemos al Hijo del hombre, Él viene, se hace el encontradizo porque nos quiere salvar.Ayudemos a los hermanos para que todos encuentren a Jesús.

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