martes, 24 de noviembre de 2015

24 novb.: La fragilidad de lo humano

24, 25 y 26: Conferencias sobre
el Evangelio de San Lucas.
Aula Arrupe, Málaga. 8 de la tarde
Liturgia
          No son días de fácil desarrollo de las ideas y vivencias que nos quiere trasmitir la liturgia de la Eucaristía. Partimos de un foco esencial que se pretende: conducirnos al pensamiento de un mundo que se acaba. Y por ende, a lo que será el final de la vida de cada uno. Pues la intención profunda del desarrollo del “año litúrgico” es irnos preparando –en círculos concéntricos anuales- a lo que será el final de nuestra propia existencia.
          La profecía de Daniel (2, 31-45) es una larga exposición del sueño de Nabucodonosor, que Daniel le clarifica e interpreta. Arranca de la idea de una estatua que tiene la cabeza de oro y va degenerando por pecho, vientre, muslos hasta quedar en unos pies de barro  y hierro. Sobre esa estatua viene desprendida, sin intervención humana (dato muy importante) una piedrecita que al dar con la estatua la derriba, y la estatua se hace añicos de cabeza a pies.
          Daniel explica: la cabeza es Nabucodonosor, y lo demás son reinos que van siendo menos valiosos, hasta llegar a un reino dividido e imposible de alear como no se alean hierro y barro. Toda la grandeza primera ha quedado en una debilidad.
          Pero es que, además, aquella piedrecita desprendida de lo alto sin intervención humana, que está representando al Reino mesiánico, viene a chocar contra lo que había sido tan gran estatua y la deja inútil.
          Éste es el destino que le espera a Nabucodonosor y a su dominio y a su fuerza avasalladora de este momento en que ha preguntado a Daniel. Ésta es la profecía mesiánica que hace ver que mientras los más poderosos reinos de la tierra van a desplomarse, el reinado del Mesías va a prevalecer.
          El mundo se acaba, los poderes humanos se acaban y todos vamos a acabar juntamente. Pero el que se ha subido a ese Reinado del Mesías –Reino que durará siempre-, tiene anunciado poder eterno. Todo lo cual quiere ser en este momento una espuela que mueva al creyente para vivir esperanzadamente el triunfo de Jesucristo, que se convierte en el propio triunfo del que se dio a Él.
          Lc 21, 5-11 sigue esa misma línea. Aquella maravilla del Templo, con sus medallones de oro y todas las ofrendas riquísimas que le han ido ofreciendo los devotos, no va a prevalecer. Todo va a ser destruido por otra potencia extranjera más fuerte –Roma- que no va a dejar piedra sobre piedra.
          Y los apóstoles se echan las manos a la cabeza. ¿Cómo puede ser eso? ¿Cuándo va a ocurrir eso? ¿Qué señales nos van a avisar de que eso se viene encima?
          Y Jesús no responde a esas preguntas de índole material. Lo que hace es advertir que también cada persona llega a su fin, y que va a tener muchas señales para que se prepare… Pero no son las señales externas las principales. Lo que tenéis que tener cuidado es con que nadie os engañe…, y con que vosotros nos os engañéis a vosotros mismos.
          Aparecer falsas señales, va a ocurrir. Cada una se va a presentar como “aparición mesiánica”, siempre con mensajes catastrofistas…: “el momento está cerca”. Pero no os paralicéis por el pánico. Van a ocurrir muchas cosas. El mundo se va a manifestar envuelto en una enorme locura….

          Lo que hace falta es vuestra propia reacción, vuestra confianza, vuestro abandono en los brazos de Dios. Porque ese es el verdadero final al que os quiero conducir…, para el que venido, donde desemboca y se realiza plenamente EL REINADO DE DIOS. Habrán caído destruidos, desaparecidos los reinados y poderes de la tierra; todo eso que parecía ganar la batalla…, todos esos triunfos aparentes del mal, de las ofensas contra la vida y la dignidad…, todo lo que creyó ser el nuevo dios de la historia, con todos sus ídolos de barro. Todo eso se va a deshacer como un azucarillo. La piedrecita desprendida de lo alto, sin intervención humana va a prevalecer sobre el oro, la plata, el bronce, el hierro y el barro…, que caerán destrozados por tierra, como todo lo meramente humano. Y surgirá un reino nuevo, que ya no acabará nunca, al que estamos destinados todos los que luchemos la batalla diaria para vivir la fidelidad a Jesucristo, EL REY PLENO DEL UNIVERSO ENTERO.

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad10:08 a. m.

    EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÌA (continuaci+on )

    Los signos esenciales son el pan y el vino, que por la consagración se realiza la TRANSUSTANCIACIÒN en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La presencia eucarística de Cristo comienza en el momento de la consagración y dura todo el tiempoi que subsistan las especies eucarísticas. Cristo està todo entero presente en cada una de la especies y todo entero en cada una de sus partes, de modo que la fracción del pan no divide a Cristo.
    La Iglesia obliga a los fieles a participar los domingos y los días de fiesta en la divina liturgia y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual, preparados antes por el saqcramento de la Reconciliación.Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles, recibir la Santa Comunión los domingos y los días de fiesta, o con màs frecuencia aùn, incluso todos los días.
    EL CULTO DE LA EUCARISTÎA:_En la liturgia de la misa expresamos nuestra fe en la presencia real de Cristo, bajo las especies de pan y vino entre otras maneras arrodillándonos o inclinándonos en señal de adoraciòn. La Iglesia católica ha dado y continùa dando este culto de adoraciòn (culto de latría) que se debe al sacramento de la Eucaristía , no solamente durante la Misa sino también fuera de su celebración :conservando con el mayor cuidado las Hostias consagradas, presentándolas a los fieles para que las adoren con solemnidad o llevándolas en procesión ,en medio de la alegría del pueblo.(CORPUS CHRISTI).
    El Sagrario (tabernáculo) donde Cristo està presente ,de manera verdadera, real y sustancial con su CUERPO, SANGRE ,ALMA y DIVINIDAD, debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la Iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el Santìsimo Sacramento.Al entrar en la Iglesia debemos dirigirnos al Sagrario para saludar al Señor que nos espera.No es difícil encontralo ,continuamente arde en su presencia una lamparita que es símbolo de nuestra fe y nuestro amor El velo que cubre el Sagrario se llama "Conopeo".

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  2. El mundo se acaba; su mensaje de hoy de Cristo, apocalíptico, nos invita a reflexionar, a vivir sencillamente ocupados en lo esencial. Jesñus no quiere que vivamos con miedo pensando en el fin de los tiempos; quiere que velemos como sirvientes fieles a fin de que cuando Él venga lo estemos esperando, impacientes como los hijos esperan a sus padres. Cuando Jesús venga, los hombres y las mujeres de todo el mundo, lo amarán; habrán aprendido a dar su vida, si fuera necesario, para que impere el AMOR, hacer, desde ahora mismo, un lugar en nuestro corazón a los hermanos necesitados; vaciarnos de nuestras ambiciones, de nuestros sueños, para que haya un sitio para ellos.

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