domingo, 8 de noviembre de 2015

8 noviembre: Fe, abandono y confianza

Liturgia
          Este domingo [32 B, del Tiempo ordinario] nos enseña los detalles de la fe que se abandona y confía. Lo hace primero por aquel hecho en el que Elías, exhausto por su huida para liberarse de los que lo buscan para matarlo, se acerca a una viuda extranjera -1Rg 17, 10-16- para pedirle de comer. La realidad de aquella viuda era muy penosa: había salido a coger leña para hacerse el último panecillo para comer ella y su hijo, y luego echarse a morir. Elías le pide entonces una difícil renuncia: hazme primero el panecillo a mí. Y junto a la renuncia, una extraña promesa: para ti lo harás después, porque ni te faltará harina en la orza ni aceite en la alcuza. Y la mujer cree, confía, y realiza la heroica acción de gastar en Elías la poca harina y el poco aceite que le quedaba. De hecho, nunca más en su vida careció del puñado de harina diario y el aceite necesario para el alimento suyo y de su hijo.
          Había sido capaz de dar lo poco que tenía, confiando de antemano en una promesa. Dios compensó dándole el sustento diario.
          El Evangelio (Mc. 12, 38-44) presenta un contraste que realza más aún esa enseñanza que quiere dejar patente este domingo. Relata en primer lugar la actitud de los fariseos y doctores de la ley: buscan honores, saludos y reverencias por la calle, y se aprovechan de los pobres con pretextos espirituales. Ocupan los primeros puestos en los banquetes y devoran los bienes de las viudas.
          Esos mismos son los que van pasando ostentosamente por el cepillo del Templo y dejando allí fuertes cantidades de limosna. Jesús lo está viendo y no se inmuta. De suyo ellos echaban de lo que les sobraba. En las filas de los donantes va una mujer viuda y pobre que no se hace notar. Pasa por el cepillo del Templo y deja allí dos reales (lo que podríamos decir que “nada” en el orden de sufragar gastos del Templo y de sus servidores). Y sin embargo aquello pone en alerta a Jesús, que llama a sí a sus apóstoles y les hace caer en la cuenta: ¿Veis a esa mujer? Os aseguro que ella ha echado más que nadie, porque ha echado lo que tenía hoy para comer. Una nueva versión de la viuda de la 1ª lectura, porque ha echado poco, pero un poco que es su misma vida, porque hoy no tendrá para comer. Y eso es lo que llama la atención a Jesús: aquella mujer es un prototipo de fe, de confianza, de fidelidad… No ha hecho ningún aspaviento. Para ella es que nadie se ha enterado de su gesto. Pero allí estaba Jesús para poner en valor el gesto que ella acababa de realizar.
          Pienso que los mismos discípulos no supieron valorar aquello en su verdadera realidad. Que hasta les extrañó que el Maestro les llamara para hacerles observar aquello. A los discípulos les podía admirar más aquellas sumas de dinero que depositaban los ricos. Pero la realidad que nos tiene que admirar a nosotros es la que admiró a Jesús.
          En la vida diaria nos mueven las gestas llamativas, los sucesos grandes. Somos capaces de admirarnos de noticias sonoras. Y que no seamos conscientes de los pequeños detalles que ocurren a nuestro lado…, en los miembros de la misma familia, de la misma comunidad, de las personas que tratamos cada día. Y sin embargo hay miles de pequeños gestos cotidianos de los que no advertimos su valor. Incluso nuestros personales pequeños gestos, que casi nos salen ya espontáneos y por eso no les damos importancia, y sin embargo constituyen un fondo de fe profunda, de confianza, de servicio… Todo eso es lo que la liturgia de hoy quiere ponernos ante los ojos, para que barruntemos el valor que nuestras pequeñas cosas tienen ante Dios.
          No puedo menos que encontrar un ejemplo llamativo en la celebración eucarística, que lo estamos viendo cada día y no lo penetramos conscientemente. Lo que aportamos los hombres es un poco de pan y un poco de vino. Y una imperceptible gota de agua. Ese pan y ese vino humanos, de poca monta, tiene el enorme valor de convertirse en el Cuerpo y la Sangre de Jesús…, en la redención de la humanidad.

          Pero la GOTA DE AGUA es el símbolo más mínimo (y a la vez más expresivo) del valor de lo pequeño. Esa gota de agua se pide como necesaria para realizar la acción litúrgica. Una gota que es nada. [Simboliza la participación humana en el ofrecimiento de este sacrificio: lo pequeño tuyo y mío; lo diario; y puede abarcar el acto heroico…]. Al caer la gota en el vino queda ya “perdida” en el conjunto. Sin embargo cuando ese vino sea consagrado, también queda consagrada la gota de agua, que ya es parte del vino sobre el que recae la consagración.

6 comentarios:


  1. Al Dios de la misericordia elevamos nuestras peticiones:

    - Para que la encomienda del Papa: que sepamos dialogar a todos los niveles para hacer posible el entendimiento, aun de los que piensan diferente, Roguemos al Señor.

    - Para que los pastores: obispos, sacerdotes…, lleven a los fieles a la verdad más completa, Roguemos al Señor.

    - Para que tengamos la fe profunda que cree a pesar de todos los pesares, Roguemos al Señor.

    - Para que demos importancia a las pequeñas acciones y oraciones, cuando se hacen por amor de Dios, Roguemos al Señor.

    - Para que la gota de agua en esta celebración vaya cargada de nuestros ofrecimientos personales, Roguemos al Señor.


    Concédenos, Señor, una fe que lleve a entregar en las manos de Dios nuestras pequeñas o grandes obras de cada día.
    Por Jesucristo N. S.

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  2. Ana Ciudad9:34 a. m.

    El orden en el dar,. debe ser así :que primero el hombre sea acepto a Dios, porque si no es grato a Dios, tampoco serán recibidos sus dones.La limosna es expresión de nuestro amor a Dios, que ha de ir por delante. Dar y darse, no depende de lo mucho o de lo poco que se posea sino del amor a Dios que se lleva en el alma. Nuestra humilde entrega , quizá insignificante, se hace aceptable a los ojos de Dios por su unión a la oblación de Jesús.

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  3. Ana Ciudad10:33 a. m.

    EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO,(Continuación)

    Necesidad del Bautismo._El señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación. Por ello mandò a sus discípulos anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones. Por eso la Iglesia està obligada a no descuidar la misión que ha recibido del Señor de hacer "renacer de agua y del Espíritu" a los que pueden ser bautizados..
    Desde siempre ,la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte por razón de la fe, sin haber recibido el bautismo, son "bautizados" por su muerte con Cristo y por Cristo.Este "Bautismo de sangre" como el " bautismo de deseo ",produce los frutos del Bautimo sin ser sacramento.
    A los catecúmenos que mueren antes de su bautismo, el "deseo " de recibirlo,unido al "arrepentimiento" de sus pecados y a la caridad, les asegura la salvación que no han podido recibir por el sacramento.
    En cuanto a los "niños muertos sin bautismo," la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina,como hace en el rito de las exequias po ellos.La gran misericordia de Dios y su ternura por los niños, que le hizo decir :"Dejad que los niños se acerquen a Mi, no se lo impidáis", nos permite confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren si el Bautimo.Por eso es apremiante aun la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo.

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  4. El Evangelio coloca a Jesús enseñando en el Templo: hay un contraste entre lo que provoca su rechazo y lo que le hace sentir bien porque está en intonía con su mundo interior.Reprueba lo que hacen los fariseos y ruega a la gente que no se fíe de ellos porque están utilizando la confianza que el pueblo les tiene para alimentar su autoestima, su autosuficiencia y su vanidad y explotan a los pobres y a la gente sencilla en provecho propio.

    En cambio la actitud de la viuda es digna de todo elogio. Se puede confiar en las personas que no tienen ninguna duda a la hora de desprenderse de todo porque no están al servicio de la vanidad, sino que han puesto toda su confianza en Dios. Por eso, la vitalidad de la Iglesia y de sus Comunidades se mide por la capacidad de los creyentes de su entrega y de donar gratuitamente.

    No debemos leer este Evangelio pensando en lo que ocurría en tiempo de Jesús. Si Marcos lo escribió, es porque la situación era frecuente en las primeras comunidades. Hoy la Iglesia la vuelve a proponer como Lectura de este Domingo para decirnos que no caigamos en la tentación de los escribas. Y para invitarnos a tener actitudes generosas de entrega total de la pobre viuda.

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  5. Pepe Aguilar4:54 p. m.

    Me dan miedo los dos textos del día, las dos viudas dan lo que necesitan ellas para subsistir, su pensamiento está en Dios y por eso hacen su donativo. ¿Somos alguno de nosotros capaces de hacer algo así? Creo que no tenemos razones sobradas para conservar los necesario para nuestra vida y caprichos....

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  6. José Antonio7:49 p. m.

    Del Evangelio me atrae un Jesús que conoce las necesidades de la viuda y por ende, las necesidades de todos nosotros. Y al mismo tiempo, un Jesús que lee nuestras acciones, es decir el amor que ponemos en ellas, aún siendo insignificantes y sin valor para los demás, pues para lo que nosotros es "valioso", para Jesús sólo lo es si procede de nuestra generosidad y de un corazón que ama.

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