lunes, 16 de noviembre de 2015

16 noviembre: Cultura y fe

Liturgia
          Entramos en uno de los libros llamados “históricos” en la Biblia: el libro 1º de los Macabeos, una amplia relación del capítulo 1º, desde el versículo 11 al 16 y otros versículos: 43-47, 57-60. 65-67, que se han reunido aquí para dar la visión general de lo que se quiere dar a conocer: el pueblo judío se topa con una nueva civilización, la griega, que trae una serie de novedades que los hebreos ni habían conocido ni entraban en su mentalidad religiosa.
          Pero como es corriente, hubo judíos que se adaptaron a las nuevas formas, y por eso de que no se sabe integrar lo nuevo en lo que ya tenían, optaron por la ruptura con lo anterior. [Que bien podemos comprenderlo cuando vemos la realidad presente: no hubiera sido perjudicial al desarrollo de la vida social y religiosa que se hubieran aprovechado elementos de una sociedad desarrollada sin eliminar los valores que ya se traen. Lo moderno no es malo por ser moderno, y muchas veces lo hace malo la inmadurez de quienes “se modernizan” aplastando los valores objetivos existentes].
          En efecto unos israelitas sin conciencia convencieron a otros  hacer pacto con las naciones vecinas, justificándose en que la fe anterior les había aislado y con eso le habían venido desgracias. [Ya se ve lo poco original que es la historia, que al cabo de tantos siglos estamos en las mismas].
          El resultado fue que se dio así argumentos a los políticos para remachar el clavo contra lo religioso, y se decretó obligar a todos a abandonar su ley particular… E incluso algunos israelitas adoptaron la religión oficial y ofrecieron sacrificios a los ídolos, profanaron las fiestas (los sábados), ocultaron la circuncisión (distintivo del varón creyente judío), y pusieron aras sacrílegas y quemaron incienso, y quemaron los libros sagrados. Una apostasía en toda regla…, en razón de “la cultura”…
          Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no transgredir la Ley, y prefirieron la muerte antes que contaminarse. Así se han puesto las bases para entender lo que se irá contando en días sucesivos. Lo que yo invito es a ir desmenuzando esa descripción para mirar de reojo hacia la experiencia que podemos obtener de aquellos, que puede ser muy útil para la realidad actual.
            El tema del evangelio de Lc 18, 35-43 lo hemos tenido igual hace pocos días y la verdad es que mucho nuevo no se puede decir. Pero vista la primera lectura y la ceguera de un pueblo que abandona su Ley por no saber integrar lo bueno de la nueva cultura, y arrojar lejos lo que la mata o anula, el episodio que nos viene hoy puede tener su novedad e interés.
            El ciego no es ciego por culpa propia. Es sencillamente ciego. Pero no ha hecho pacto con a ceguera. La padece por no tener remedios humanos, pero sin perder la ilusión de que la llegada del Mesías diera vista a los ciegos. Tiene, mientras sí o mientras no, que pedir limosna para subsistir. Pero tampoco ha pactado con esa realidad de mendicidad. Prevalece el sentido religioso, más allá de su situación actual. Sufre esa situación pero su mente está más allá.
            Y la ocasión se presenta cuando oye un tropel de gentes que pasan por su lugar de mendigo y pregunta qué ocurre. Los demás, que tienen vista y lo pasan bien con las cosas de Jesús, no le dan más importancia a la cosa, y le responden fríamente: Pasa el Mesías. Y hubieran seguido su camino sin dar valor a lo bueno que tenían.
            Pero el ciego no lo da por acabado, y usa su arma, la que puede: sus gritos, sus peticiones al Hijo de David, Mesías. Era su gran oportunidad. Y cuando Jesús lo manda llamar, el se deshace aun de su misma capa que le puede dificultar, y ayudado por otros y a trompicones y enorme emoción, se va hacia Jesús.
            Jesús le pregunta: ¿Qué quieres que hago por ti?
            Y el ciego sabe que no le va a valer una limosna, ni que le dieran ciencia o explicaciones, ni sabiduría ni novedades… Sabe que su gran urgencia (en la que van solucionadas la mayoría de otras necesidades) es VER. Lo demás puede venir por añadidura. Pero ante todo, lo que él necesita es ver. Y así se lo presenta a Jesús.
            ¿Qué pediría nuestra sociedad al “Mesías” que se le pusiera delante? ¿Creemos que le pediría VER (=LA FE)? ¿Creemos concienciado a este pueblo actual como para ir derechamente al verdadero valor? ¿No está borracho de “culturas” de quita y pon, sin saber hacer síntesis de lo bueno que puede traer el tiempo presente? ¿Hay un fondo que sepa valorar lo que verdaderamente hace falta?

            El ciego lo supo. Muchos de aquellos judíos que arrostraron hasta la muerte por ser fieles, también. 

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad10:52 a. m.

    EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÌA

    Si decimos que la Eucaristía es el mayor de los sacramentos, afirmamos lo evidente. El Bautismo es necesario, sin èl no podemos ir al cielo. Ya vimos que este sacramento ya sea el bautismo de (agua, sangre o de deseo ) es necesario .Y sin embargo a pesar de las maravillas que todos los sacramentos obran en nuestra alma, no son màs que instrumentos de Dios para darnos su gracia. Pero en la Sagrada Eucaristía , no sólo tenemos un medio para darnos su gracia,:"se nos da el mismo Dador de la gracia,, J Jesucristo Nuestro Señor, real y verdaderamente presente.
    El sacramento del CUERPO y SANGRE de CRISTO ha tenido muchos nombres a lo largo de la historia cristiana :" Pan de los Àngeles, Cena del Señor, Sacramento deL Altar , pero el nombre que ha prevalecido desde los mismos comienzos es SAGRADA EUCARISTÌA"

    Continuarà.

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  2. El ciego de Jericó estaba al borde del camino cuando pasaba Jesús; él no veia con los ojos de la cara; pero veia con los ojos de la fe, había oído hablar del Mesías y estaba esperando su oportunidad: Cuando se enteró que pasaba, empezó a gritar, tiene que hacerse oir, es consciente de que no ve y grita, pide ayuda, pide más fe. Nosotros tenemos que reconocer que a menudo somos un poco ciegos, que necesitamos que el Señor cure nuestras cegueras: caminos que no frecuentamos por miedo, personas con las que no nos hablamos por desavenencias, obligaciones que no cumplimos...Abramos los ojos, y el corazón, limpiemos nuestras gafas para poder ver con claridad las marcas de Dios en el mundo. Y, démonos cuenta de que para recuperar la vista y el camino, necesitamos la ayuda de Cristo. Acerquémonos a nuestros hermanos... con cuidado porque el fanático genera fuertes dosis de violencia que él adjetiva como mística y sagrada, una patología del comportamiento que les obliga a creerse poseedores de la verdad y los obliga a imponerla a los otros, incluso con la fuerza, como el único camino e instrumento de salvación...Nadie puede negar la licitud de una justa defensa, personal, social o comunitaria; pero me parece excesivo lo que está haciendo Francia...Pidamos la Gracia de ser constructores de la PAZ sin utilizar las armas. Pidamos al Principe de la PAZ QUE SE HAGA CARGO DEL CONFLICTO PORQUE NOS SOBREPASA...

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