jueves, 5 de noviembre de 2015

5 nov.: Vivimos y morimos para Jesús

MAÑANA  es PRIMER VIERNES.
Liturgia
          Hay expresiones que tomadas en frío, fuera de contexto, pueden no tener un sentido fácil. Pero salidas de un enamorado dicen mucho en pocas palabras. San Pablo era un enamorado. Su carta a los fieles de Roma ha dejado constancia de su profundidad que ha abarcado muchos aspectos. Hoy (14, 7-12) les dice: Ninguno vive para sí mismo; si vivimos, vimos para el Señor. Si morimos, morimos para el Señor. En la vida o en la muerte somos del Señor.
          Analizadas fríamente esas frases no serían más que frases. En lo ardiente del corazón de Pablo son una síntesis que lo dice todo. “Ninguno vive para sí mismo” es una nueva manera de decir lo que ya dijo Jesús (ayer mismo lo recordábamos en el Evangelio de la Misa): si alguno se viene conmigo y no pospone todos los amores posibles, no puede ser discípulo mío. O la otra expresión: Si alguno quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo. “Ninguno vive para sí mismo” es exactamente eso. Y para explicitarlo, concreta: si vivimos, vivimos para el Señor. No hay otra razón de vivir ni otro modo de enfocar la vida en un creyente. “Todo lo que hagáis de palabra o de obra, sea todo en el nombre de Jesús” (otra manera de decirlo). Y para que abarque el presente y el futuro, si morimos, morimos para el Señor. Una manera de abrirse a lo que va a ser la conclusión fe este párrafo: En la vida y en la muerte, somos del Señor. No hay un instante de nuestra existencia y después de ella, que no sea del Señor. El Señor Jesús es toda la explicación y el sentido de nuestra vida. Es el enfoque. Es el prisma para mirar hacia dentro y hacia afuera.
          De ahí que –sin cambiar de argumento- concluya ahora lo que parecería estar a ras de tierra… (y en efecto lo es): Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? ¿Por qué desprecias a tu hermano? Si toda mi vida es para el Señor, ¿cómo puedes separarte de Él cuando miras a tu hermano? Todos compareceremos ante el tribunal de Dios: nos vamos a encontrar ante la verdad sin escapatorias…, ante la verdad de nosotros mismos. Pues si en la vida y en la muerte somos del Señor, en los juicios y en la valoración del hermano, también hemos de estar ante el Señor. Ante mí se doblará toda rodilla. Sea en lo sublime, sea en caminar en la tierra, “somos del Señor”. y vivimos adorando a Dios (haciendo de nuestra vida una adoración a Dios), que se expresa en esa actitud respetuosa hacia el hermano. Por eso, cada uno dará cuentas a Dios de sí mismo.
          En el evangelio de Lucas entramos en un espacio sagrado: su capítulo 15 que es la proclamación más fehaciente de la misericordia de Dios. Lo constituyen las tres parábolas cumbres del amor misericordioso (aunque en el proceso litúrgico de estos días se salta la mejor: la del PADRE MISERICORDIOSO).
          Hoy (15, 1-10) nos pone las parábolas de la oveja y de la moneda perdida. La ocasión es que se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Instintivamente surgen los fariseos criticando. Y Jesús les muestra cuál es el corazón de Dios.
          El pastor tiene cien ovejas que sestean tranquilamente. Pero una se descarría del rebaño. Y el pastor se centra precisamente en ella porque es la más indefensa y necesitada. Las demás ya están allí en el prado. Pero ¿va a dejar perderse a la descarriada? Evidentemente no. La busca, la recoge, la carga sobre sus hombros, y se viene muy contento… Pero su alegría rebosa y no puede quedársela dentro. Y llama a los otros pastores y a sus amigos para pedirles que se alegren con él porque encontró su oveja, la que se había perdido. Alegría contagiosa por recuperar la oveja.
          La mujer -Jesús tiene la delicadeza de poner a la mujer en el mismo plano- ha perdido una moneda. Si se quiere, cosa de poca monta. Pero para ella es de mucha importancia. Barre, enciende una lámpara, busca con cuidado…, hasta que recupera su moneda. Ella está feliz, pero no puede menos que convocar a sus amigas para contagiarles su alegría, porque encontró la moneda perdida.

          ¿Y no se va a alegrar Dios…, y no se va a alegrar él, cuando aquellos publicanos y pecadores han venido a escucharle? Los otros 99 fariseos se sienten muy asegurados en sus “virtudes”. Sin embargo había una herida en el Corazón de Jesucristo: aquellos pecadores perdidos, descarriados… Cuando ahora se han venido a escucharle y a acercarse al Reino de Dios, ¡cosa es para alegrarse y no para criticar! Jesús, pues, con estas parábolas está llamando a todos a alegrarse sobremanera porque los alejados, los que sacaron sus pies del tiesto, están ahora a tiro de piedra. Y no puedo menos que pensar en el Papa, que está mirando hacia ese mundo de diversas carencias, alejado…, al que tiende la mano, y quiere que nos alegremos con él.

3 comentarios:

  1. Ana Ciudad3:13 p. m.

    " y cuando la encuentra , la carga sobre sus hombros muy contento....
    ¡Cuàntas veces sale Jesús a buscarnos.Es tanta la impaciencia del Buen Pastor que no espera a ver si la oveja descarriada vuelve al redil por su cuenta, sino que Èl mismo sale en su busca. Y una vez que la encuentra ,recibe màs atenciones; hasta tiene el honor de ir a hombros del Pastor.
    Noe enseña esta hermosa parábola , el valor que tiene para Jesús una sola alma, pues està dispuesto a poner todos los medios para que no se pierda, y su alegría cuando alguno vuelve de nuevo a su amistad y a su cobijo. y este interés es el que hemos de tener nosotros para que los demás no se extravíen.

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  2. Ana Ciudad3:36 p. m.

    EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO.

    Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del caràcer del rito central mediante en que se celebra :bautizar significa " Sumergir"," introducir dentro del agua"; la "inmersión" en el agua simboliza sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrcciòn con Èl como " criatura nueva ".
    Se llama también " baño de regeneración y renovación de Espíritu Santo".
    También se llama baño "de iluminación" porque quien lo recibe su espíritu es iluminado.El bautizado tras haber sido iluminado se convierte en "hijo de la luz" y en "luz" èl mismo.

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  3. Somos suyos porque nos compró con su Sangre. Cuando nos perdemos, cuando nos separamos de Él, cuando no le obedecemos, Él, como el buen pastor que conoce a cada oveja por su nombre, viene a buscarnos y se alegra tanto de encontrarnos que convoca a los otros pastores para que lo feliciten y se alegren con Él por haber encontrado a la pobre ovejita descarriada que andaba desorientada; cuando la encontró, la cargó sobre sus hombreos y le permitió volver a su rebaño .También a nosotros nos acoge, nos perdona porque su misericordia es infinita. Ycelebra nuestra conversión, nos ayuda a levantarnos y nos anima para que volvamos a empezar; para que busquemos otros hermanos que están perdidos y les mostremos el camino y los llevemos a Él. "Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la Vida" El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?.

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