lunes, 6 de julio de 2015

6 julio: Los tres pecados

Los tres pecados
Tras la Oración preparatoria, nos sentimos encerrados en el mal como desterrados en la brutalidad de nuestras pasiones. Y pedimos sentir vergüenza de esta situación, confundidos porque estamos aquí mientras otros se perdieron por un solo pecado mortal: una realidad que fue contraria al Principio y fundamento.
Y se desarrolla la oración recurriendo a TRES PECADOS que constituyeron un desastre en sus protagonistas.
          El pecado de los ángeles. Seres superiores creados en gracia, en la mayor dignidad que pudiera soñarse. Pero ensoberbecidos por esa su alta dignidad no quisieron reverenciar y obedecer a su Creador y Señor, y se levantaron contra Él. El Apocalipsis nos presenta la lucha en la que Miguel derrota a los ángeles soberbios y quedan lanzados del Cielo. Se ensoberbecieron: ni quisieron alabar a Dios ni servirle, y así pecaron. Gracia + pecado =malicia =infierno.
          Ignacio lleva al ejercitante a una reflexión personal: fue un solo pecado, y llevó a condena. ¿Y yo que he pecado tantas veces, qué merecía? Y poner en juego la voluntad para moverme interiormente a sentir vergüenza de mí mismo y sentirme confundido y admirado.
          El pecado de Adán y Eva: creados en gracia y justicia original. No deben comer del árbol aquel, porque así se lo dice Dios. Ellos comen y pecan. No “usaron” de “las cosas” como Dios había querido al crearlas: para que le ayuden a conseguir el fin para el que es creado. No actúan según la norma de “usar en tanto ayudan”, “no usar en tanto que apartan”. Ellos “usaron” aunque les apartaba del camino de Dios. Fueron lanzados del paraíso, vivieron en muchos trabajos y acarrearon un mal a todo el género humano.
          Reflexión: fue un solo pecado, y trajo mucha corrupción. Yo he pecado muchas más veces y en muchas más cosas. ¿Qué tendría que sucederme?
          El pecado de un particular: uno como yo. Uno que pecó mortalmente: que actuó al margen y en contra de su fin: alabar, hacer reverencia y servir a Dios. Por eso se condenó por ese pecado. Ese tal es un hombre o mujer como yo mismo, con mis mismas posibilidades y responsabilidades.
          ¡Cuántos más pecados cometí yo! ¡Tan graves y malos como el de ese tal! ¡Cuánta ruptura del fin para el que soy creado! ¡Cuánta falta de hacerse indiferente y libre! ¿Qué había merecido yo, que he roto la voluntad de Dios en tantas cosas y tantas veces? Y conste que ese que pecó y se condenó ha arrostrado su responsabilidad para actuar contra la voluntad de DIOS. En justicia NO PUEDE estar en amistad con Dios ni gozar de Dios. ¿Y yo?
          CRISTO CRUCIFICADO. Es la respuesta a esas preguntas: ¿por qué yo estoy aquí y puedo meditar todo esto? Cristo crucificado es la luz en medio de la tiniebla. Yo merecía estar condenado, en justicia. Y en justicia alguien arrostra mi condena. Ese es Jesucristo en la cruz. Él paga por mí. Él, el Creador, que se ha hecho criatura. Él, el eterno, que ha arrostrado la muerte. Y yo me planto ahora ante Él, así crucificado POR MÍ para salvarme de mis pecados, y me hago preguntas en COLOQUIO DE AMIGO y dejo explayarse mi alma…: ¿qué he hecho yo por Cristo? ¡Esa es mi vida; ahí está! ¿Qué hago yo por Cristo? Y es este momento en que estoy a los pies del crucificado, mi salvador. ¿QUÉ DEBO HACER POR CRISTO? Y ahí toca derramarse ante el Cristo de la cruz, muerto por mí, y dejar correr el afecto, dejando al alma deshacerse en sentimientos de amor y reparación.

          Los Ejercicios seguirán bajo esa pregunta…

2 comentarios:

  1. Jacob, descendiente de Isaac y de Abrahán, lleva sobre sí la promesa de Dios de una descendencia innumerable. Hoy recibe él la ratificación de esa promesa (Gn 28, 10-22) y él responde levantando un altar a Dios y haciendo voto de que Él será su Dios. Aquel lugar donde Dios le ha hablado, es casa de Dios y puerta del cielo, dice Jacob.
    Mc 9, 18-26 presenta una redacción reducida de los dos milagros seguidos de Jesús, con la mujer de las hemorragias y con la hija de Jairo. Una curación (tu fe te ha salvado), y una resurrección. Para Jesús la muerte no es más que un sueño, y Él interviene y la niña regresa a la vida.
    La noticia, como no era para menos, se divulga por toda la comarca.
    En Jesús se ha hecho realidad que la vida de fe es “casa de Dios y puerta del cielo”. La fe de la mujer, y la de Jairo pidiendo el milagro a Jesús, es haber entrado ya en una realidad “casa de Dios”. Nuestra fe, nuestro abandonarnos en la confianza en Dios, nos presagia el cielo adelantado a la tierra.

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  2. Dios es el Ser que existe por SÍ MISMO, eternamente subsistente.Dios no está compuesto de Amor, Bondad, Sabiduría, Justicia, sino que es al mismo tiempo Amor, Bondad, Verdad y Justicia por excelencia. No hay en Dios distinción entre sustancia y cualidades porque todo Él es sustancia; sus perfecciones todas infinitas constituyen una misma sustancia. Dios abarca en la única simplicísima perfección de su Ser divino todas las perfecciones que se encuentran en sus criaturas. y, su Simplicidad no es pobreza, sino riqueza y perfección que el hombre tiene que admirar desde la humildad y la gratitud. Dios posee todas las perfecciones en un grado infinito; nosotros, somos unos menesterosos que carecemos de todo y si tenemos alguna virtud, porque Él nos la ha dado,es limitada y plagada de defectos; además probablemente sea la única y le faltan muchas otras. Dios es simple; el hombre es muy complicado. Al hombre le basta tener Fe y vivir unido a Jesucristo que le va señalando el Camino, el camino del amor, donde se cumple la voluntad de Dios y se anticipa la vida eterna.

    En la Iglesia, nos encontramos con Jesús; aquel mismo Jesús que la gente buscaba porque querían escucharlo, querían observarlo, ver sus milagros, tocar sus vestidos porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos los enfermos que se le acercaban y tenían Fe. También hoy buscamos a Cristo, Maestro, Sacerdote y Rey para que nos cure de nuestras cegueras, de nuestras parálisis , que nos arranque de nuestras comodidades y nos indique el Camino seguro.

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